capítulo 30: afrontar las consecuencias.

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El oficial Vargas no podía creer lo que estaba escuchando.

¿Cómo podía ser posible que ella le hubiera hecho tanto daño a quien se suponía era el gran amor de su vida?.

¿Cómo había sido posible que nadie se hubiera dado cuenta de que ella había entrado a la celda de Juan Pablo?.

¿Acaso su oficial de confianza había sido cómplice de esta atrocidad?.

Sinceramente no tenía las respuestas a esas preguntas pero muy pronto las encontraría.

Antes de que Simón pudiera llamar a espíndola, la puerta nuevamente se abrió dejando ver a Mauricio, Laura y clemencia quienes entraban corriendo y abrazaban al oficial Vargas con todas sus fuerzas.

Confundido, el pelinegro devolvió el abrazo por un rato y en cuanto lo soltaron decidió preguntar:

¿Sucedió algo con Juan Pablo? ¿Acaso los llamaron de la clínica?.

No, no, de hecho de él no sabemos nada pero queremos agradecerle por salvarlo; de verdad no puedo creer que nuestro hijo esté vivo. Mencionó Mauricio con los ojos cristalizados.

Siendo sincero, yo tampoco y de verdad espero que pueda salir bien librado de todo esto porque Papo merece ser feliz. Respondió El oficial y después de recibir un asentimiento de cabeza por parte de los otros tres, decidió darles la dirección de la clínica y finalmente ellos se marcharon, dejando a Simón otra vez con María Cristina.

En cuanto se fueron, Simón llamó a Maxi y en cuanto lo vio aparecer, le pidió que se sentara frente a él y comenzó con el interrogatorio.

Espíndola por favor necesito que me expliques cómo fue que María Cristina logró entrar a la celda de Juan Pablo y tú no te diste cuenta. Ordenó y el mencionado se puso más pálido que un fantasma y no porque tuviera algo que ver sino porque realmente no recordaba absolutamente nada de ese día.

De verdad no lo sé; mire, sé que le puede parecer muy extraño pero realmente no lo recuerdo; es más, hasta lo que recuerdo, yo estaba haciendo guardia como siempre, en un mmomento  fui a tomarme un jugo y después me sentí totalmente mareado Y desperté unos segundos antes de que usted llegara. Relató el ojos verdes y el azabache abrió los ojos como platos, pues no se esperaba esa respuesta y si lo que máximo le decía era cierto, entonces alguien lo había drogado para que no pudiera hacer nada en contra; ahora la pregunta es ¿Quién pudo haber hecho algo así?.

Rápidamente miró a María Cristina, quien con voz temblorosa comenzó a hablar.

Fui yo, yo lo drogué, yo le di el jugo que se tomó, aunque él nunca lo supo porque con cautela logré escabullirme y colocarlo en el termo que él siempre cargaba con él para que cuando se lo tomara, quedara totalmente dopado y no pudiera hacer absolutamente nada para evitar el ataque hacia Isaza. Confesó y esta vez Simón no pudo evitar que sus lágrimas corrieran libremente por su cara, pues no podía creer cómo todo esto había pasado y él nunca se dio cuenta por el hecho de estar investigando la supuesta muerte de villamil y Alejandro.

Perfecto, entonces ahora quiero ver cómo se lo vas a explicar a Juan Pablo; así que espíndola, tráeme ahora mismo a Isaza. Ordenó y el oficial solo se levantó y unos minutos después, apareció nuevamente con el ojos cafés, quien se quedó estupefacto al ver a María Cristina allí esposada.

Al estar justo frente a María Cristina, el cuerpo de Juan Pablo comenzó a temblar de pies a cabeza, logrando que Simón se acercara hasta él para intentar calmarlo un poco.

Escucha, Yo sé que esto será muy duro para ti pero necesito que te calmes porque María Cristina tiene algo que contarte. Habló Vargas en voz baja, e isaza solo asintió con la cabeza y respiró profundamente para tranquilizarse.

La pelinegra miró fijamente al que hace algunos años había sido el gran amor de su vida y empezó a relatar todo lo que había hecho, incluyendo lo que había pasado con él.

Al terminar su relato, la azabache comenzó a llorar desconsoladamente y el castaño por su parte, solo se lanzó en los brazos de su amigo, pues no quería que ella lo viera así de vulnerable.

Por favor espíndola, llévate a esta delincuente a una de las celdas que están reservadas para las personas que son un peligro público para la sociedad. Indicó el mayor y el hojiverde solo acató la orden sin poner ningún tipo de objeción.

Cuando estuvieron completamente solos, Simón alzó suavemente la cabeza de Juan Pablo para poder mirarlo fijamente a los ojos, y allí pudo ver el dolor que estos reflejaban.

Me quiero morir, Moncho. Dijo Juan Pablo entre lágrimas, al mismo tiempo que el policía pasaba suavemente los pulgares por sus ojos para secarlos.

No digas eso, por favor. Suplicó El oficial mientras abrazaba a su amigo y lloraba desconsoladamente junto a él.

Por otro lado, Martín Vargas se encontraba caminando tranquilamente por un parque disfrutando de la naturaleza , cuando de pronto se encontró de frente con Susana quien le pidió que la acompañara en su caminata diaria, a lo que él solo asintió con la cabeza y la siguió sin mediar palabra alguna.

Martín por favor deja de estar enojado conmigo, si yo te pedí que me acompañaras, fue para que habláramos, no para que nos comportáramos como unos pendejos que ni siquiera son capaces de hablar. Mencionó la chica quien ya estaba cansada de ese silencio incómodo por parte del castaño.

Pues realmente no sé qué quieres que te diga si al final de cuentas, tú ya tomaste tu decisión y yo no puedo hacer nada contra eso; lo único que sí puedo decirte es que espero que no te arrepientas de lo que estás haciendo. Respondió el chico secamente acelerando su paso para dejarla atrás.

Ay no Martín, no me digas que tú sigues enojado conmigo por lo de Juan Pablo. Habló soltando una risa y el contrario por su parte se detuvo bruscamente para voltearse y encararla de una vez.

Mira Susana, tal vez a ti no te importe isaza pero a mí sí, porque a diferencia de ti, yo sí sé ser un buen amigo; y la verdad es que no entiendo cómo es posible que lo trates así luego de todo lo que él te ayudó, porque vuelvo y te lo repito, él se equivocó Pero eso no significa que haya dejado de ser tu hermano y mucho menos puedes pasar por alto el hecho de que él siempre buscó lo mejor para ti aunque tuviera que dejar su vida y sus sueños de lado para cuidarte pero claro, eso a ti no te importa porque tú estás bien, en cambio él está encerrado y... No pudo terminar su discurso porque fue interrumpido por su teléfono el cual indicaba una llamada entrante.

¡Marto!.

Qué es lo que pasa ¿Simón?. Interrogó el castaño luego de que su hermano solo pronunciara su nombre y se quedara callado.

Te necesito en la estación de policía ahora mismo, por favor no me pidas explicaciones y solamente ven; ah y si te encuentras con Susana, tráetela así sea por los pelos.

Está bien, está bien, ya vamos para allá pero por favor cálmate que te escucho muy alterado.

OK, aquí los espero. Respondió y finalizó la llamada ignorando completamente la súplica de su hermano menor.

Martín por su parte tomó una respiración profunda, antes de tomar a Susana de la mano y literalmente arrastrarla hacia un taxi que había allí sin dar ningún tipo de explicación.

Al llegar a la estación el castaño le pagó al conductor, rápidamente bajó y siguió arrastrando a la chica hasta adentro.

A ver Martín Vargas Morales, al menos dime qué carajo estamos haciendo aquí y por favor deja de arrastrarme como si yo fuera un animal. Reclamó enojada y él solo rodó los ojos y la ignoró, por supuesto.

En cuanto entraron a la oficina fueron recibidos por Simón, quien se lanzó a los brazos de su hermano y lloró desconsoladamente mientras que Susana solo los veía confundida.

No puedo creer que interrumpieran mi tranquila caminata solamente para hacerme ver a este imbécil. Habló ella enojada señalando a su hermano.

Lo siento mucho pero no solo te llamé para eso, sino también para informarles a los dos que villamil está vivo. Esta vez fue el Vargas mayor quien habló con un tono molesto sin importarle el hecho de que se estaba dirigiendo a una chica.

¿Qué?.

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⏰ Última actualización: Oct 29 ⏰

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