Tomar conciencia

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Su padre lo había llamado para que se reunieran en su despacho, Edmund temía lo peor.

A pesar de ser ya un hombre adulto, su padre seguía siendo un hombre imponente como en sus recuerdos de niño y no quería decepcionarlo.

Abrió la puerta del despacho con cuidado y vio a su padre sentado con un semblante serio en el rostro.

- Buenos días, padre.

- Buenos días, hijo. Espero que hayas disfrutado ayer por la noche, en la ópera....

Edmund tragó duro no sabía si su padre se refería al espectáculo o a otra cosa....

Se sentó en frente de él y le ofreció una sonrisa gratificante.

- Sí, lo disfruté bastante. Quizás más de lo que esperaba.

Anthony percibió un toque de burla en las palabras de su hijo, lo que no le hizo mucha gracia.

- Pues, me alegro porque esto no puede seguir así.

Mientras su padre hablaba, Edmund se levantó de su asiento y, con una calma aparente, se acercó al mueble para servirse una copa de vino.

- Lo lamento, padre, pero es solo una mera diversión; es lo que me permite sentirme más vivo.

Anthony se llevó una mano a la sien. Estaba dividido, por una parte entendía lo que quería decir su hijo, ya que de alguna manera, él vivió momentos similares, pero, por otra parte, ver a Kate tan preocupada y dolida, sabiendo que su esposa tenía razón, le hacía preguntarse si no era necesario prohibirle hacer ese tipo de cosas por su bienestar y por la reputación de la familia.

- Lo entiendo, Edmund, era igual que tú cuando tenía tu edad, sin embargo, lo cierto es que yo era mucho más discreto que tú y que yo no tenía a mi padre para aconsejarme. Con tu edad, tenía que hacerme cargo de mis siete hermanos pequeños y ayudar a mi madre a lidiar con las responsabilidades de la casa.

Edmund arqueó una ceja, sorprendido. Sabía que su padre había tenido que cuidar de su familia desde muy joven, pero nunca imaginó que hubiera sido tan parecido a él en su juventud.

- Todavía eres joven y crees que lo sabes todo, te aseguro que no es el caso. Todavía puedes conocer a una joven y enamorarte de ella. Serías mucho más feliz. Si no puedes encontrar el amor en el matrimonio, al menos busca amistad, una persona que te quiera ver bien, será mucho más agradable.

- Padre, como ya he tratado de explicárselo a madre, yo no funciono así, no sé si estoy roto o porqué me pasa a mí, pero, no quiero estabilidad, no busco algo duradero, si me caso con una joven como ustedes desearían, la pobre sería infeliz porque no sería capaz de amarla como se merece y además seguiría con la juerga porque es lo que me gusta hacer.

Edmund le temía al compromiso, más que a la muerte o a la posible decepción de su padre. ¿Realmente temía romperle el corazón a una joven? ¿O, temía que le rompiesen el corazón a él?

Anthony notó la incertidumbre en las palabras de su hijo, estaba asustado de lo desconocido, simplemente no se esforzaba porque tenía miedo.

Había cosas que él desconocía, por supuesto, pero, suponía que había pasado algo que le impedía avanzar, tenía que descubrir de qué se trataba.

- Te propongo un trato.- Lord Bridgerton se volvió a acomodar en su asiento y cruzó los brazos para mostrar su seriedad.- Te voy a dejar que sigas manteniendo esas relaciones indecentes, pero, solo podrás hacerlo un día a la semana. El resto de la semana, quiero que estés con tu familia en casa y que te esfuerces esta temporada social, para tranquilizar a tu madre, algún piropo a una dama de vez en cuando, invitar a alguna joven casadera a bailar en cada baile. No le diré a nadie sobre tus actividades, pero, tendrás que ser discreto y parecer un caballero.

Edmund midió las palabras de su padre con cuidado, le parecía razonable, aunque no le gustará. Tendría que esforzarse y demostrar que era capaz de hacerlo.

- Me parece bien.- Asintió el joven.

Anthony dejó que su hijo saliese del despacho con la sensación de haberse quitado un peso de encima.

Cuando Edmund cruzó el umbral de la puerta, sintió que alguien lo agarraba por el brazo y lo llevaba hasta una habitación.

- ¡Charlotte! ¡Suéltame!

- ¡Ajá! Así que ese era tu secreto, el que madre no nos quería revelar....

- ¿No te han enseñado que escuchar conversaciones ajenas es de mala educación?- Soltó el chico de manera despectiva.

Su hermana sonrió con malicia.

- Me da tristeza ver que no puedes ser feliz por lo que pasó con la señorita-.

Edmund la miró amenazante.

- No pronuncies ese nombre...

Charlotte se detuvo de inmediato.

- Ellos no lo saben, pero, yo sí. La única vez que te enamoraste, te rompieron el corazón...

- No me enamoré, es complicado. Yo...ella no...- El chico se detuvo pensando en que decir a continuación.- ¿Por qué estamos hablando de este tema?

Charlotte sonrió tristemente, siempre había sospechado que Edmund nunca se había recuperado de la manipulación de la señorita Smith, ahora, Lady Emerson.

Él le había entregado su corazón por completo y ella solo lo había dañado.

Edmund suspiró.

- Fue desagradable, no me gustó mostrarme tan vulnerable, solo me prometí a mí mismo, que no le daría el poder a nadie nunca más de hacerme daño.

- Eras un niño, tenías 16 años, ella solo se aprovechó de tí para acercarse al conde.- Lo defendió su hermana.

- Escucha, Charlotte, te lo agradezco, pero, eso solo me enseñó que no hay que confiar en las mujeres. Considero que es algo bueno porque ahora me doy cuenta de lo imbécil que era.

Charlotte lo miró tristemente.

𝒟𝒶𝓎𝓁𝒾𝑔𝒽𝓉 𝓎 ℒℴ𝓈 ℯ𝓃𝓇ℯ𝒹ℴ𝓈 𝒹ℯ𝓁 𝒸ℴ𝓇𝒶𝓏ℴ́𝓃 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora