El regreso a Londres

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Gregory

Antes de volver a Eton, quería ir a ver a mi madre y a Hyacinth, hacía tiempo que no las veía. Pensaba quedarme dos días. El rescate de Eloise no fue tan problemático cómo pensamos que sería al principio. Me había estado alojando en casa de Colin y Penélope el tiempo que se decidiera si Eloise se casaría o no con Sir Philip. Ahora que sabíamos que se casarían al final de la semana, debía esperar a que se casarán para volver a Eton.

No me perdería la boda de mi hermana por nada en el mundo, siempre pensé que Eloise no se casaría jamás. Para mí, era la hermana mayor rebelde que hacía lo que le daba la gana. Cuando madre me escribió para contarme que Eloise había desaparecido y más tarde que estaba con un hombre, no me lo podía creer. Lo impensable estaba sucediendo. Al fin y al cabo, parece que era inevitable.

Al entrar al salón, pude ver que habían nuevas plantas y que recién habían limpiado las ventanas, estaban más relucientes que de costumbre. Hyacinth fue la primera que me vio, cuando entró, tenía la cabeza agachada y miraba al suelo, pensativa. Levantó la cabeza y sus ojos se abrieron como platos por el efecto de la sorpresa. Corrió a abrazarme. La había echado de menos.

- ¡Gregory! ¿Por qué no me escribiste para decirme que ibas a venir?

- No estaba en mis planes.

- ¡Me alegro de que hayas venido! Justo hoy te mencionaron.

- ¿Quiénes?

- Madre le estuvo hablando de tí a Lady Featherigton.

- ¿A Lady Featherigton? ¿Esa señora pelirroja que es vecina nuestra? ¿La madre de Penélope?

- Esa misma.

Me quedé de piedra. ¿Por qué extraña razón mi madre empezó a hablarle de mí a aquella mujer?

- Deberías ir acostumbrandote, en la próxima temporada, serás considerado el soltero más codiciado. Me extraña que aún nadie te haya hablado de matrimonio.

- Tu hermana tiene razón. Deberías ir pensando en casarte, Gregory.

- Buenas tardes, madre. Estoy bien, gracias. El viaje fue agradable, no surgió ningún problema por el camino.

- ¡Gregory! ¡Por favor! Sabes que te eché mucho de menos, pero ya que estamos hablando de matrimonio....

- Ahora no, madre. Tuve un largo viaje, cansino, debería ir a descansar.

- Por supuesto, como quieras, sin embargo, no podrás librarte de mí y de nuestra charla respecto al matrimonio.

- Pensé que tu viaje había sido excelente. Se burló Hyacinth.

- Les deseo una agradable merienda.

Antes de que ninguna de las dos me contestará, aceleré el paso. Lo primero que hice al llegar a mi habitación, fue tumbarme en mi cama y quedarme dormido.

Cuando me desperté era de noche. Salí de mi habitación y bajé las escaleras. Cuando llegué a la mitad, vi a mi madre, vestía de una manera muy elegante y estaba delante de la puerta de la entrada principal. Hyacinth estaba con ella, vestía igual de bien y sonreía. Mi hermana me vio bajar las escaleras y me preguntó:

- ¿Gregory, ya te has despertado?

- ¿Van a algún baile?

- Sí, Lady Danburry organiza un baile esta noche.

- No lo sabía. Es más ni siquiera sabía que podías ir, ni siquiera has hecho tú debut en sociedad.

- Lo haré pronto, por esa razón se me permite ir. Tampoco me extraña que no lo sepas, llegaste hace cuatro horas. Deberías venirte.

- Hoy no me apetece mucho.

- Venga, será divertido.

- No, estoy cansado y prefiero quedarme aquí descansando.

Media hora más tarde, estaba en el carruaje, arreglado, presentable y enfadado. Mi enfado se debía a que mi madre y mi hermana me habían chantajeado para que viniera, cosa que no me gustó nada.

El baile fue un desastre. Cuando llegamos, apenas habíamos entrado a su casa que Lady Danburry nos asaltó. Me preguntó acerca de Eton, mis estudios y el matrimonio. Traté de mantener la compostura y adoptar un semblante serio. Lady Danburry me quiso presentar a todas las jovencitas casaderas, logré escapar gracias a las madres de dichas chicas. Una de ellas, al verme hizo correr el rumor de mi presencia y las otras se acabaron enterando poco después. Formaron un círculo alrededor de mí. Empezaron a hablar todas a la vez y a llamar a sus hijas para presentarmelas, comenzaron a pelear, todas deseaban exhibir a sus hijas, estaban tan ocupadas discutiendo entre ellas, que ni siquiera se percataron de mi desaparición.

𝒟𝒶𝓎𝓁𝒾𝑔𝒽𝓉 𝓎 ℒℴ𝓈 ℯ𝓃𝓇ℯ𝒹ℴ𝓈 𝒹ℯ𝓁 𝒸ℴ𝓇𝒶𝓏ℴ́𝓃 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora