El desafío

287 24 2
                                    

Miré desafiante al señor Bridgerton mientras me mostraba su palma en el que se encontraba mi guante.

Intenté agarrarlo antes de que cerrará su mano, pero no lo logré.

Hyacinth empezó a reírse a carcajadas y yo sentí una opresión en mi pecho.

Eso no me gustaba nada....

Claramente me estaba diciendo indirectamente que él era el que lo tenía todo bajo control y yo no.

- Terminemos con este estúpido juego, ahora mismo. ¡No tenemos 5 años, señor Bridgerton!- Exclamé.

Se quedó estoico, sin reaccionar. Lo volví a intentar.

- Por favor, dígame lo que tengo que hacer para recuperar mi guante.- No quise sonar suplicante, sin embargo, lo parecí, tanto, que me miró con tristeza por un pequeño segundo.

- Ya veo que de verdad no desea tener nada que ver con nosotros.

Empezaba a hartarme de su inmadurez.

- ¡No, en absoluto, de vuestra familia no, pero, de usted sí!- Grité furiosa.

Él no se esperaba esa reacción por mi parte y se sorprendió considerablemente.

- Entonces, si es lo que usted desea, comencemos el juego, ahora, para terminar cuanto antes...- Sonrió con malicia, como Hyacinth solía hacer algunas veces.

Retomé la compostura y lo miré a los ojos.

- Dígame.

- Quiero que me ayude a quitarme de encima a la señorita Belleford.

- ¿La que tuvo un amante en su primera temporada?

- Esa misma. ¿Lo hará, señorita Featherington?

Asentí sin convicción, no me quedaba otra, además no me gustaba la idea de que esa mujer pretendería a Gregory. A pesar de ya no estar sentimentalmente vinculada a él, aunque, no quisiera admitirlo, una parte de mí le seguía teniendo mucho cariño.

Así que en el próximo baile, organizado por Lady Trowbridge alias Cressida Cowper, me acerqué a la señorita Belleford, quien curiosamente conversaba con una de las hijas de la querida amiga de mi madre.

Traté de unirme a la conversación lo más rápido posible.

La señorita Belleford me miró disgustada, con su mirada de lince me había analizado en un abrir y cerrar de ojos.

Me mostré primero amable con ella.

- ¡Qué bonito vestido tiene, señorita Belleford!- Proferí.

Y luego fría.

- Es una pena que el rosa no le favorezca, en verdad....

Me lanzó una mirada acusatoria antes de girarse y chocarse con Gregory.

Abrió los ojos como platos e intentó disculparse.

- ¡Señor Bridgerton! ¡Lo lamento tanto! Le ruego que me disculpe no le había visto.- Se justificó la chica avergonzada.

Sentí un poco de culpa, ella no me había hecho nada, sin embargo, me había mostrado lo suficientemente desagradable con ella para que no me mirase el resto de la noche.

La chica prosiguió con sus disculpas y aprovecho para mostrarse coqueta con él.

- Si lo desea para demostrarle cuanto me arrepiento, podría reservarle uno de mis bailes.- Le hizo ojitos y se acercó a él para murmurarle alguna que otra cochinada que estaría dispuesta a que le hiciera.

Puse los ojos en blanco.

Él le sonrió con fingida inocencia y compasión.

- No se preocupe, no lo hizo queriendo. No le voy a arrebatar su libertad esta noche, aunque su propuesta suene muy tentadora. Tengo que encontrar a alguien...

Los celos me invadieron, Gregory pareció dudar un momento. ¿De verdad le interesaba lo que podía ofrecerle esa chica? ¿Prefería tener una esposa y una amante esperándole en la cama? ¿Me había deseado de esa manera alguna vez?

Lo dudaba y eso dolía.

La señorita Belleford se fue indignada.

- No creo que vuelva a molestarme.- Dijo Gregory.- Gracias.

- Lo hizo porque está prometido con esa chica que estaba en el salón ayer con usted, ¿verdad?

Me miró completamente confuso.

- ¿Quién le dijo eso?

- Su madre se lo contó a mi madre.

- ¿Y usted realmente cree a mi madre?

No supe que responder.

- Clara es una chica extraordinaria, pero, lo que tenemos, no es de verdad, tenemos un acuerdo, ella busca marido y yo que me dejen en paz. Aunque, temo que está empezando a confundir las cosas...

Todo tenía sentido, porque él no parecía enamorado de ella. Ella de él, sin embargo, sí.

- ¿Le gustaría que lo fuera?- Me preguntó.

- ¿El qué?- No sabía a lo que se refería exactamente.

- Que fuese mi prometida, digo...

Me quedé completamente en blanco. Sin darme cuenta, Gregory y yo nos habíamos alejado de la pista de baile y estábamos solos en una esquina.

- No quiero nada que venga de usted. Solo quiero mi guante de vuelta- Él buscaba desesperadamente mi mirada y yo evitaba la suya.

Estábamos cada vez más cerca, nos separaban, quizás veinte centímetros.

- No me creo lo que me está diciendo.- Afirmó.

- Es la pura verdad, no espero nada de usted. Absolutamente nada. Dejé de creer en usted y respetarle el día de la boda, cuando aprendí que dejó a una pobre chica embarazada. No puedo enfadarme por lo que me hizo porque no llego a hacerme nada, no me hizo daño ya que no hubo boda. Me hubiese dolido más saberlo después de la boda.- Solté todo lo que retenía desde hacía cinco años.

- Si supiese la verdad, no me odiaría tanto...

- Lo dudo.

- No podría. Porque nunca mantuve relaciones con ella, no era mi hijo. La pagaron para hacer creer que yo era el padre.

Me quedé boquiabierta. El corazón me latía muy fuerte y apenas podía respirar. Gregory me parecía más guapo que nunca.

- ¿Lo que me está diciendo es absolutamente cierto?- Lo miré con una pizca de esperanza.

Su pecho estaba junto al mío y podía sentir su respiración entrecortada.

- Por supuesto, no podría haber estado con esa mujer, teniéndola a usted, cuando la veo, mi corazón arde y mis sentidos se pierdan por completo, no deseo estar con nadie más que con el objeto de mi deseo.

- Gregory...- Susurré.

- Aquí me tienes, ante tí, muriéndome por dentro de amor como la primera vez.

Mis labios se encontraron genuinamente con los suyos. Habían estado separados por mucho tiempo. Realmente le pertenecía todo mi ser, empezando por mi corazón.

Puso sus manos encima de mis caderas y me atrajo hacía él.

- Prométeme que no me dejarás nunca más- Me miró suplicante.

- Lo prometo.

Sus ojos ardían de deseo y los míos debían de brillar de la misma manera.

Me puso un mechón de pelo detrás de la oreja y supe que lo amaba.



𝐷𝑎𝑦𝑙𝑖𝑔ℎ𝑡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora