I wanna be yours

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Edmund se había encerrado en su habitación todo el día. Había estado reviviendo constantemente los momentos compartidos con Ruby y la confrontación de la otra noche.

También había estado pensando mucho en Claire, quizás demasiado.

Cuando pensaba en ella su corazón empezaba a latir con una velocidad incontrolable como si hubiese estado corriendo una maratón en su pecho.

Lo sentimientos que había desarrollado por Claire ni siquiera se podían comparar con lo que alguna vez sintió por Ruby. Claire era diferente, más especial.

El joven sintió la puerta de su habitación abrirse mientras estaba sometido en sus pensamientos.

Era su madre. Kate, con su larga cabellera negra cayendo sobre sus hombres, se había negado a asistir a ningún evento social hasta que su hijo estuviese mejor.

Habían pasado dos días y el chico todavía no se había recuperado. Kate, sospechaba, pero, naturalmente, como la buena madre que era, prefirió que su hijo contase con ella para contarle sus problemas.

Kate se sentó encima de la cama de su hijo y le acarició la cabeza con cariño.

- Edmund, habla conmigo, por favor. Soy tu madre deseo saber lo que ocurre, sabes perfectamente que aunque no me lo cuentes, lo acabaré descubriendo, así que prefiero oírlo de tu boca.

Edmund se incorporó encima de la cama y miró a su madre, tenía la mirada vacía.

- ¿Qué desea saber, madre? Le aseguro que no tengo nada que esconder.

- ¿Qué ocurrió en la cena de Lady Emerson que tanto te contrarió?

- Supongo que querrá decir quién....

Kate le lanzó una mirada significativa.

- Se trata de una mujer.- No era una pregunta, era una afirmación.

Edmund asintió.

- Dos mujeres, precisamente....

- ¡Edmund!- Dejó escapar Kate.

- No, madre, no es nada extraño, de verdad. A la primera la conocí hace tiempo, y la quise mucho en su momento, le di todo lo que tenía, me entregué a ella por completo, cuerpo y alma. Ella solo me destrozó.- Edmund le brindó una sonrisa triste, ni siquiera le quedaban lágrimas para llorar, pero, poco importaba.- A la segunda, la conocí hace poco, trato de negarlo, sin embargo, no puedo, su presencia me provoca algo inexplicable. La odio tanto por hacerme sentir así, ojalá pudiese ser completamente indiferente a ella. Ella no es consciente de lo que provoca en mí. Se merece algo mucho mejor que yo. No me queda nada para darle. Ni siquiera, mi corazón, nadie puede verle en ese estado. Otra mujer lo destrozó y así quedará para siempre....- La respiración del joven se entrecortó.- No la odio tanto como quisiera. Me quiero morir, madre, para no volver a sentir eso. Nunca más, nunca más....- Sin que Edmund se diese cuenta las lágrimas habían empezado a caer por sus mejillas mientras él hablaba.- Nunca más....

- Cariño....- Kate lo rodeo con sus brazos.- Este mundo no te merece.- Le acarició el pelo con ternura.- Pienso matar a esa mujer que te hirió. Nadie le hará daño nunca más a ninguno de mis hijos.- Dejó un beso en su cabeza.

- Nunca más.- El chico hundió la cabeza en el cuello de su madre. Respirar el aroma maternal lo reconfortaba, le recordaba a cuando hacía pesadillas de pequeño y que ella se quedaba con él hasta que se quedase dormido.

- Deberías decírselo.

- ¿Decirle qué a quién?- Edmund se secó las lágrimas con la manga.

- A la segunda chica, que la amas.

- No la amo, me atrae.

- Como quieras, cielo. Hay tiempo todavía. Eres joven todavía estás aprendiendo a amar.

Kate dejó a su hijo solo en la habitación oscura. Edmund se había tranquilizado por la presencia de su madre.

Se preguntó si realmente amaba a Claire. Pensaba que era imposible, desde el principio solo se habían peleado.

Por la noche, su perro, Olimpo, vino a acurrucarse con él en la cama. El perro sabía que su dueño estaba triste y compartía su tristeza.

Mientras que el joven acariciaba el lomo del perro, se le ocurrió una idea. Si no era capaz de expresar sus sentimientos ante ella, tendría que plasmar sus sentimientos en el papel.

Rápidamente, se levantó y se sentó delante de su escritorio. Tomó una profunda inspiración, antes de empezar a escribir páginas y páginas, algunas cosas eran puro odio, pero, otras, hasta el propio Edmund debía reconocer que era lo más empalagoso que había escrito en su vida.

Su corazón era de ella, desde el instante en el que la vio. Su cuerpo le pertenecía también. Sus pensamientos giraban a su alrededor. Su futuro dependía de ella. Sus decisiones dependían de ella. Claire se había vuelto el centro de su existencia en tan poco tiempo. Y ella debía saberlo, que no solo era un simple capricho, era el fruto de su deseo, de su amor.

- Mierda.- Soltó Edmund.- Creo que me enamoré.

𝒟𝒶𝓎𝓁𝒾𝑔𝒽𝓉 𝓎 ℒℴ𝓈 ℯ𝓃𝓇ℯ𝒹ℴ𝓈 𝒹ℯ𝓁 𝒸ℴ𝓇𝒶𝓏ℴ́𝓃 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora