8.1 Como al principio

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Abrí los ojos alterado, frente a mí se habían plasmado los hechos y las consecuencias de cosas que nunca quise hacer. Recuerdos sumamente borrosos pero claros a la vez.
Ví a un hombre, un hombre delgado, de finas facciones y neutral expresión. Era alto, más que yo, en su mano sostenía un cinturón de cuero y se acercaba, despacio, a medida que yo me sentía más y más asustado. Comencé a gritar, a retorcerme entre las sábanas. Estaba desnudo, mis muñecas atadas, mis tobillos atados, estaba expuesto y condenado a todo aquello que el sujeto de maliciosa sonrisa quisiera hacerme. Cerré los ojos y dirigí mi rostro al techo, arrugando la frente por el dolor del cuero tallando mi piel como el más afilado de los cuchillos.

Entonces todo cesó.

Desperté.

Parpadeé varias veces para acostumbrar los ojos a los rayos de sol que entraban en la habitación. Miré a mi alrededor, reconocí la gran cama como la de Gerard, más el mencionado no se encontraba a mis alrededores.

"Buenos días..." susurró una voz. La conocía perfectamente, era el hombre de mis pesadillas. Jadeé fuerte, asustado. Me aparté hacia el lado derecho de la cama y lo miré desde allí. Llevaba unas excéntricas gafas decorando su rostro y una revista de Moto GP en la mano. A diferencia de mis sueños, esta vez no parecía malvado. No llevaba cinturones de cuero y delineador negro alrededor de los ojos.

Me sonreía.

"¿Quién... Eres?" pregunté dudoso, tomando el cojín de mi lado para abrazarlo. Tuve que pellizcarme.

Y ah.

Sí.

Era real.

El tipo rodeó los ojos y comencé a temer por si perdía la paciencia conmigo y me hacia daño.

"¿Tenemos que pasar por esto todas las mañanas? Soy Mikey, el hermano de Gerard, que es tu marido... Y te estoy cuidando mientras está fuera..." explicó acercándose a mí.
Poco a poco las cosas se fueron situando en su sitio.

Gerard.

Mikey.

La boda.

Dejé la pesadilla de lado, centrándome en la realidad que estaba viviendo. Mikey no era mala persona, o de lo que yo recuerdo... Me acogió en su casa cuando estaba en la calle, cuidó de mí, me dio lo que necesitaba... Y yo, yo me fui con su hermano.

"Dios... Soy una desgracia de persona..." susurré para mi mismo, aún sabiendo que tenía al castaño a menos de dos metros de mí.

"¿Qué? No... No digas eso..." sentí una caricia en mi mejilla, y alcé la mirada para verle. Tenía la cabeza inclinada de lado y sus oscuros ojos atravesando los míos.

"Mikey, lo siento..." musité acercándome para abrazarle. Sus brazos me rodearon de igual manera, haciéndome sentir bien.

Era extraño, que precisamente el sujeto de mis pesadillas me hiciera sentir tan... En casa.

"No te preocupes, no es tu culpa que no te acuerdes."

Yo negué, rompiendo el abrazo para verle.

"Sí me acuerdo... Me acuerdo lo bueno que fuiste conmigo, como me tratabas y cuidabas... Nunca me faltó de nada y fue todo gracias a ti y... Y yo... Y yo y Gerard..." quise seguir, pero el mayor me detuvo con un dedo sobre mis labios. Decidí callar.

"Eh... Uh... Claro..." su expresión pareció confusa. "Yo... Te... Te perdono, ¿vale?" suspiró, alejandose de manera torpe, dándose con el pie contra la cama y aún así con esa forzada sonrisa en sus labios.

¿Pero a este tipo qué le pasa en la cara?

"Descansa, Gerard no tardará en llegar." y dicho eso, cerró la puerta después de salir.
Me quedé sin entender una real mierda. Volví a recostarme sobre el colchón, con la vista fija en uno de los cuadros del dormitorio, no era nada especial, solo una playa, pero me apuesto un cacho de mi cerebro a que lo pintó Gerard.

The Dark Side Of My Mind -Frerarđ-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora