8.3 Como al principio

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Mikey desvió la mirada a la vez que Gerard lo hacía, en pocos pasos el menor atravesó el pasillo y salió de casa, yo mordí mi labio, riendo.

"¿Y tú de que te ríes?" gruñó Gerard, viéndome de manera desafiante. Yo me encogí de hombros como pude, ya que seguía atado, y sonreí.

"Me ha hecho gracia la situación..." murmuré guiñándole un ojo. Gerard suspiró y volvió a quedar de cuclillas frente a mi, con una divertida sonrisa bailando en su rostro.

"Odio que nos interrumpan..." suspiró recostando un mechón de mi pelo detrás de la oreja, yo gemí en respuesta. "... Pero ya estamos solitos de nuevo." musitó acercándose a besarme.
Sentí sus cálidos labios contra los míos y su lengua reseguir el contorno antes de adentrarse en mi boca y seducir mis sentidos, produciéndome leves escalofríos y jadeos en el beso.

Su mano se deslizó por mi espalda, hasta acariciar mis glúteos y entrometer uno de sus dedos en mi entrada. Gemí cerrando los ojos, percibiendo el vaivén de su muñeca y como mi cuerpo ardía desde dentro. Sus dedos subieron hasta acariciar toda la extensión de mi sexo. Tragué saliva con dificultad, sintiendo como envuenve su palma alrededor de mi miembro y empieza a masturbarme lentamente, haciendo mi espalda encorvarse levemente. Quise separar más mis piernas, olvidando que estaba atado, al igual que en mis muñecas.
Gerard realizó un par de fuertes movimientos más y luego se apartó, besandome con calma una vez más antes de retirarse y sentarse en el sofá, prendiendo la tele.

Le miré sin entender, sintiendo mi erección necesitada de su afectuoso tacto y ardiente piel.

"¿Que- que haces?" balbuceé, alzando mi vista para verle cambiar de canal de manera indiferente. Gerard chaqueó la lengua y se giró a verme.

"Estoy viendo la tele, me apetece." rió, bostezando aburrido poco después.

"Pero... ¿Y yo qué?" gimoteé, dejándome caer sobre la blanca alfombra, jadeante.

"Tú estás bien allí... ¿O no?" alzó una ceja, cruzado de brazos.

Tragué saliva con rudeza y ahogué un desesperado gemido.

"Yo... Sí... Es- estoy bien." murmuré, hundiendo la frente en la alfombra.

¿En serio me iba a dejar allí, tan malditamente caliente?

"Gerard..." jadeé.

"Vale, vale." hizo un molesto ruido con la lengua y se acercó a mi, tirando de mi pelo para que me levantara.

Me puse de pie con dificultad, apoyando mi cuerpo en Gerard para no caer. El mayor frunció los labios y me empujó hasta la mesa, me acogí al borde para no caer al suelo de nuevo.
Gerard tomó mis caderas y me sentó sobre la mesa, con sus manos sobre mis piernas y sonriéndome de manera tierna.

"Mírate..." sonrió. "Mi pequeño Frankie..." rió acercando de nuevo sus labios a los míos y besándome con lentitud. Sonreí en el beso, mis mejillas tomaron color.

"¿Soy lindo?" pregunté divertido, ladeando mi rostro hacía a un lado.
Gerard asintió orgulloso, rodeando mi cadera con sus brazos.

"Pero te voy a castigar igual." carcajeó y yo hice un fingido puchero, haciéndole reír más.
Gerard deslizó sus uñas por mis piernas, haciéndome abrir la boca, silenciando leves gemidos de dolor. Bajé de la mesa bajo la orden del mayor y dejé que desatara mis tobillos.

"Quería hacer esto de otra forma... Pero tengo una idea mejor." susurró contra mi oído, deslizando de nuevo sus uñas por mi piel en la espalda, haciendo que me volteara bruscamente. Separó mis piernas y se apegó a mi. Sentí como se desvestía a mis espaldas y tragué saliva con dificultad al sentir su miembro en mi entrada y el empuje de su cuerpo.

"Te voy a dar hasta que me ruegas de rodillas que pare." susurró con sexual voz y yo asentí, sintiendo como sus labios muerden mi oreja. "¿Estás seguro?" añadió rozado su mejilla contra la mía, su erección provocando mi sensible piel.

"S... Sí." gemí asitiendo de nuevo. Gerard rió y acarició mi cabello con suavidad, deslizando la mano hasta mi trasero.

"¿Cuantas veces quieres que te de?" preguntó rudo y yo fruncí los labios.

"No... No sé..." respondí agitado.

"Dime un numero." insistió y yo jadeé desesperado, llegando a la conclusión de que realmente me daba igual.

"Umm..." hice un ruido pensativo. "Veinte." susurré ya más seguro.

"Bien." sonrió apartandose de mi.

Giré mi rostro levemente solo para verle tomar la cuerda que había atado mis tobillos y hacerle un par de nudos en la punta.

A eso se refería.

Gruñí por lo bajo, viendo como Gerard me sonreía satisfecho cuando me quejé del primer latigazo en mi trasero. El duro nudo arañó mi piel.

"Frankie malo..." rió dándome un par de veces más. Mi cuerpo se contraía con cada roce de la cuerda en mi espalda o trasero. Toda la zona dolía horrores, creo que en algún momento empecé a sangrar y marearme. Pero seguía gimiendo y Gerard parecía seguir muy conforte con el resultado de su castigo. En cierto momento el dolor se había hecho insoportable.

"G- Gee..." traté de decir, cuando sentí mis rodillas flojear cada vez más deprisa. Pronto mis piernas dejaron de escuchar mis ordenes y dejé de pensar en los latigazos por parte de Gerard. Dejé de sentir mis pies sobre el suelo y caí, sintiendo como mi cabeza choca contra el borde de la mesa.

¿Y luego?

Luego nada...

The Dark Side Of My Mind -Frerarđ-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora