Apartado 3
Página 13Intercambiamos un par de virtuales palabras más, te indico donde estoy y tu silueta aparece frente a mí exactos 16 minutos después.
Te quejas del temporal, de que no lleve abrigo. Te quejas de tu hermano, de que nos vamos a resfriar, aún así, pareces tan alegre que la sonrisa no abandona tus labios, mientras yo, como tonto, solo soy capaz de asentir a todo lo que dices.
Veo tus desnudas y mojadas manos sostener temblorosas el negro paraguas que sirve de techo para ambos. Me siento culpable cuando noto que mis guantes con diseño de esqueleto calientan mi piel al tiempo en que la tuya se enfria. Tomo el paraguas con brusquedad, topándome con tu mano en el acto. Me miras y sonríes, y siento como si el sol acabara de salir, a pesar de la lluvia, a pesar del gélido viento...Suelto el agarre y aparto mi mano como acto reflejo, sin darme cuenta el paraguas cae al suelo, los dos lo miramos. Doy un paso atrás sin entenderme, no sé porque hago lo que hago, me entra pánico cuando ambos nos agachamos para recoger el paraguas y nuestros labios se encuentran a centímetros.
Me miras, yo te miro mirarme, salta una chispa demasiado evidente.
Mi corazón late tan fuerte que temo por un infarto, mi estómago arde, siento calor en todo mi interior, la presión sube y baja descontrolada.
En algún momento empiezo a correr, y aunque minutos atrás te suplicaba ayuda, ahora estoy huyendo de ti. Miro atrás cuando te oigo demandarame por mi nombre, a continuación gritas el diminutivo, finalmente es mi propio apellido, dicho con autoritaria voz, lo que me incita a detener cualquier movimiento.
Te obedezco y me paro en seco, aunque sequedad es la última cosa que viene a mi cabeza ahora.
Caigo antes de llegar a la acera, la misma que se encuentra a pocos metros de mi. Mis rodillas se doblan y siento las caídas hojas romperse ante el peso de mi cuerpo. Alzo los hombros y la cabeza, en un desesperado intento de coger aire.
Ya no solo estoy mojado, ahora también hay barro ensuciando mis pantalones y la nueva camiseta que acababa de comprarme Mikey."Eres un desastre..." - dices y suspiras. Mi cuerpo se eleva y comprendo que eres tú quien me esta llevando en brazos, sintiéndome indefenso, me dejo hacer. Cruzamos lo que queda de parque hasta una calle transitada. Mi respiración es temblorosa, el frío me congela desde dentro y el calor que sentí al estar tan cerca de ti amenaza con no volver jamás. Te oigo pedir un taxi y este no tarda más de diez segundos en aparcar frente a nosotros. Quieres dejarme en el suelo, me pides que camine, pero me aferro con fuerza a tu camiseta, sin palabras entiendes que deseo seguir en tus brazos.
Estamos realmente lejos del hotel, el viaje en aquel coche se hace demasiado largo. Mis párpados me exigen que deje de forzarlos para mantenerme despierto, todo me pesa cada vez más, pero no me doy por vencido. El conductor, un hombre cual aspecto no puedo ver, pregunta más de tres veces si me encuentro bien, tú respondes por mi.
"Ha tenido un día duro." - tus palabras resuenan en mi cabeza una y otra vez. Es un molesto eco que hace replantearme si realmente hay algo dentro de mi cráneo, o es tan solo un valle en donde gritas 'hola' y tu misma voz te responde.
Me gustaría poder concentrarme y pensar solo en que mi nariz roza la tersa piel de tu cuello, en lo suave que eres al tacto, en que hueles a golosinas. Desearía poder desconectar mi mente unos instantes y dejar de pensar en tu hermano, estará furioso cuando se entere de que me mandó a esperar y me fui de aquel banco.
Pero cuatro horas son muchas, y dudo que Mikey tuviera ganas de volver a por mí, quizás vendría sobre las cuatro o cinco de la madrugada, es cuando su apetito sexual está en el nivel más alto.Me sacas del vehículo aún en tus brazos, reúno todo mi valor y empatia para decirte que me dejes en el suelo, si Mikey nos viera entrando así en el hotel yo no seria el único que sufriría aquella noche. Aun asi dejo enredado mi brazo derecho por detrás de tu cuello para sostenerme. Bajo la mirada para encontrarme con mis rodillas sangrantes, entonces es cuando el dolor se hace presente. Sollozo al ver la enorme cantidad de mi líquido vital deslizarse por mis piernas, inundandolas. Me susurras unas palabras al oído, que todavía en mi pésimo estado, consiguen hacerme estremecer:
"Estarás bien pequeño, no es nada." - me gusta tu voz, es tan sincera que podrías contarme que estuviste plantando piñas en Marte y te creería.
Entramos al interior del lujoso edificio, la luz es tan deslumbrante que mi vista se niega a mantenerse activa y me obligo a cerrar los ojos. Aunque deseamos pasar desaparecidos, obviamente no lo conseguimos.
La mujer de recepción, aquella flacucha con cara de ángel y largo pelo color crema de cacahuete llega a socorrerme."¿Qué le ha pasado?" - te pregunta asustada por la respuesta. Sé que sientes como me abrazo más a ti, no quiero volver a quedarme solo.
"Se ha caído por las escaleras del parque." - dices sereno, pero serio, yo trato de decir algo porque realmente no recuerdo ningunas escaleras.
"Venid conmigo." - dice en una dulce orden. Sinceramente nunca creí que una exigencia podía ser dulce a la vez, pero así era, la chica parecía preocupada.
Oigo como si un trozo de madera se rompiese por la mitad, ya sabes, es un sonido bastante característico. De pronto, el dolor más horripilante que hubiera sentido jamás viaja desde mi muñeca derecha hasta mi hombro. El hormigueo que sentía en esa zona se vuelve intenso, ahora más que hormigas parecen sanguijuelas devorando mi brazo desde dentro....
"El médico ha dicho que le dejemos descansar." - es tu voz la que oigo, pasiva, comprensible. Sonrío aún sin abrir los ojos, siento el blando colchón bajo mi peso, la acogedora almohada y el como mi cabeza se hunde en ella.
Me siento flotar.
Se que vuelvo a estar en la habitación de hotel, el dolor que invade mis sentidos es leve, pero lo suficientemente molesto como para que no me olvide de que esta ahí.
"Creo que ya ha descansado bastante, necesito hablar con él." - Mikey alza más la voz de lo que lo haces tú. Mi sonrisa se transforma en una mueca de desagrado cuando percibo la colonia del castaño cerca.
"Vamos Frank, se acabó la siesta." - dice palpando mi mejilla con la palma de su mano. Tú no intervienes, por lo que prefiero hacerle caso y abro mis cansados ojos.
La luz es más tenue de lo que imaginaba.
"¿Qué ha pasado?" - pregunto incorporándome, tú colocas deprisa una almohada a mis espaldas para que pueda sentarme con más comodidad. No digo nada, agradezco el gesto con la mirada, sonríes.
"Te has caído por las escaleras, burro." - explica Mikey en tono obvio, luego ríe solitario.
Sí, pero...
¿Dónde está la gracia, Mikes?
"Aparte de las heridas en las rodillas y el brazo roto, todo está bien." - dices con cariño, regalandome una sonrisa capaz de curar cualquier mal.
"Gracias, Gerard." - digo seco, frío. Sé que parezco distante, sé que crees que miento pero no es así.
Temo por ti, y por mi.
No sabes de lo que es capaz tu hermano estando celoso, Gee."Sí, gracias, ya te puedes ir." - Michael te sonríe enormemente, pero ambos podemos ver la pizca de ironía en esa hilera de blancos dientes.
Asientes y me dedicas una dulce mirada. Te veo irte, y deseo gritarte que te quedes, pero no puedo. El último centímetro de tu silueta desaparece detrás de la puerta, esta se cierra en tu ausencia.
"Uhh... Así que desobedeciendo a tu novio, ¿eh?" - Mikey se pasea por la habitación, clava sus pupilas en mi como si en cualquier momento pudiera empezar a sacar láser por los ojos y cortarme por la mitad.
"Lo siento." - murmuro sin esperanza a ser perdonado.
"No me sirve, lo sabes Frankie... La sumisión se premia, la desobediencia se castiga." - gruñé levantándose la camiseta y sacando con brusquedad el cinturón de cuero que sujeta sus ajustados jeans negros.
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The Dark Side Of My Mind -Frerarđ-
Hayran KurguFrank fue abandonado por sus padres a temprana edad, su vida se desarrolló en la calle hasta que fue acogido en su casa por Mikey Way, después de un amor que no pudo con todo y años de abuso sobre el avellana, este es rescatado por el hermano mayor...