Abrí los ojos por el dolor en mi cabeza. No era realmente una buena forma de despertarse, en cualquier momento podía volver a caer dormido, o desmayado, o lo que fuera que constantemente me ocurría. Miré a mi alrededor, la enorme cama bajo mi peso ya la había sentido antes de abrir los ojos, al igual que el aroma de la colonia de Gerard, así que verle allí casi dormido solo confirmó mis sospechas.
El mayor se encontraba sentado en un sillón del lado derecho de la cama, sus codos se apoyaban en sus piernas y sus palmas refugiaban su cansado rostro. El largo pelo había pérdido su usual brillo rojo días atrás, y ahora se veía de tonalidades anaranjadas.
En cierto modo Gerard me recordaba a las calabazas de Halloween. Hasta su usual mueca lucía deforme, triste, incomprendida. Quería decirle que estaba bien, que no tenía porque preocuparse y dejar sus quehaceres para pasar las horas a mi lado. Yo no era quien para merecer tanta atención por su parte, yo realmente quería que las cosas fueran como antes, pero había algo en mi que ya nunca volvería a ser como era; mi maltratada cabeza.Sé que Gerard se inculpaba por lo que había pasado en el salón, por el daño en mi cerebro de nuevo y sobretodo por el hecho de haber perdido el sentido en las piernas y no poder moverme de esa maldita cama.
Ayer bromeé con que ya no tenía que atarme para tenerme a su voluntad en la cama, pero volví a ser el único en reír, y creo que a Gerard mi buen humor le molestaba de sobremanera.
"Gee..." susurré tocando su cabeza con una mano. Removí su pelo y el mayor alzó su rostro, preocupado. Mordí mi labio a medida que mis mejillas enrojecían. "...tengo pipí." añadí bajando la vista.
Gerard asintió levantándose para acercar la silla de ruedas. De repente sentí todo mi estómago revolverse, por no mencionar los escalofríos que me producía solo el pensar en ir en aquella estúpida silla. Gerard vio mi mueca de desgana y alzó una ceja.
Yo simplemente negué, y creo que nos entendimos.El pelirrojo hundió sus brazos bajo mi cuerpo y me levantó con menos dificultad que ayer, ya no sabia si yo estaba perdiendo peso o Gerard ganando músculo. De todas maneras nos encaminamos al baño, mientras yo jugaba con los largos mechones de su cabello.
"¿Por qué me miras así?" preguntó y yo sacudí la cabeza, mirándole sin parpadear.
Me encogí de hombros y Gerard chasqueó la lengua molesto, dejándome de pie en el baño. Me sostuve con una mano sobre la pared y le sonreí en agradecimiento.
Creo que si me esforzaba podría llegar a caminar un trozo, mis pies si los sentía, pero las piernas eran imposibles de mover.Raro, lo sé.
Di un leve paso hacia la bañera y mi rodilla se dobló como si fuera de goma, haciendo que casi caiga de nuevo.
Gerard corrió a sostenerme y otra vez solo agradecí el gesto con una leve sonrisa.¿Por qué todo tenia que ser tan complicado?
"¿Necesitas ayuda?" preguntó de manera tímida, viendo que seguía parado frente al inodoro como un idiota.
Mis mejillas enrojecieron como un par de tomates y negué deprisa.
"No hace falta." murmuré sosteniéndome con la pared de nuevo.
"No tiene porque darte vergüenza..." susurró tomando mi brazo.
"Gee..." gruñí cerrando los ojos y zafándome de su agarre. "De verdad que puedo solo." le miré suplicante y él solo asintió.
Le vi alejarse y pronto desapareció por el pasillo, cerrando la puerta del baño detrás. Suspiré y con una mano traté de bajarme los bóxers aunque sea un poco y poder mear de una buena vez.
Después de eso venía una parte más difícil, quería llegar hasta la pica para lavarme las manos sin tener que llamar a mi mamá Gee para rescatarme.
Yo no era un inválido.
Me apoyé sobre todas la cosas que iba encontrando en los pocos metros que me separaban de la encimera del baño. Casi caigo más de dos veces, pero me sostuve, llegando finalmente a lavarme las manos y abrir la puerta. En eso ya estaba Gerard en el otro lado, queriendo levantarme de nuevo del suelo.
"No... Espera." susurré deteniéndole, viendo como frunce el ceño molesto. "Déjame..." aparté su mano ahora más enfadado y di unos titubeantes pasos hacia las escaleras.
Tenía que aprender a valerme por mi mismo, yo no era un maldito niño.
Así que como orgulloso que soy, me adentré en las escaleras, bajándolas una por una a paso de robot, moviéndome como una marioneta sin hilos. Sabia que en cualquier momento podía caer, el peso que sostenían mis brazos aferrados a la barandilla parecía incrementar por momentos, a la vez que mi estabilidad se iba a la mierda.
Gerard estaba bajando tras de mi, fingiendo que no esta allí para rescatarme si caigo.Mi pie tocó el último escalón.
Llegué.
Giré mi rostro solo para que Gerard viera mi mueca de satisfacción y este rodeo los ojos sonriendo.
"No... No puedo más." murmuré sentándome en ese último escalón, estirando mis piernas.
Gerard se acercó a mi y quedó de cuclillas en frente, besando mi nariz con ternura.
"Lo has hecho genial..." susurró besando ahora mis labios y cargándome en sus brazos de nuevo. Yo bufé y le giré la cara.
"Ay cállate." gruñí con rabia.
Bien, he bajado unas escaleras. Soy el campeón del mundo. Vamos. Ue. Genial.
Hacía mucho que no usaba la ironía.
"¿Tienes hambre?" preguntó dejándome en el sofá.
Serían como las diez de la mañana, pero joder, me apetecía una pizza como nunca.
"Quiero pizza." afirmé. Gerard alzó ambas cejas en sorpresa y parpadeó incrédulo. Puse los ojos en blanco y suspiré molesto. "¿Hay algún problema?" pregunté cruzando mis brazos y Gerard negó deprisa.
Así que tendría pizza y sería feliz por un rato.
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The Dark Side Of My Mind -Frerarđ-
FanficFrank fue abandonado por sus padres a temprana edad, su vida se desarrolló en la calle hasta que fue acogido en su casa por Mikey Way, después de un amor que no pudo con todo y años de abuso sobre el avellana, este es rescatado por el hermano mayor...