The Dark Side Of My Mind -Frerarđ-

Libreta de notas #5

Apartado 4
Página 32

Las manos de Mikey me tocan, me acarician, luego me empuja, me golpea, me deja. Siento como mis entrañas duelen y los pulmones se niegan a realizar su tarea de acoger aire.
Me abrazo a mi mismo sobre el frío suelo y oigo la pesadez de los pasos de Mikey acercarse con lentitud. Otra patada es descargada en mi desnudo vientre y ahogo una arcada para no vomitar la poca comida que he tomado. Me pregunto a mi mismo cuanto tiempo podré soportarlo más, cuanto más podrá aguantar mi cuerpo y mi cabeza, que duele cada día más y más.

"Creí que dijiste que te gustaba que te diera fuerte." ríe cuando acaricio mis músculos con las palmas y las lágrimas continúan cayendo de mis ojos como ríos. Esas fueron mis palabras meses atrás, cuando con Mikey disfrutábamos de extrañas y exóticas experiencias sexuales en la cama, pero ya no. No sabía si Michael había crecido su ambición o simplemente ya no me quería, pero ahora todo se veía mucho más doloroso y sucio. Y yo estaba sufriendo de sobremanera.

"Para..." pedí sollozando, cuando tomó los mechones de mi pelo y me arrastró por el suelo hasta los pies de la cama.

"¿No era lo qué te gustaba? Zorra insatisfecha..." gruñó agachándose para alzar mi débil cuerpo y lanzarlo sobre la cama, la cual ya estaba parcialmente manchada de mi sangre.
Mikey desató el cinturón de cuero de sus jeans y se acercó al borde del lecho para verme con una sonrisa.

"No es hora de dormir." dijo descargando con fuerza el improvisado látigo sobre mi trasero. La tela de mis calzoncillos se rasgó, sentí un ardor en mi piel. Mikey volvió a hacer el gesto y otro latigazo sacudió mi organismo, esta vez talló un corte en mi nalga izquierda. Gemí con fuerza, gritando contra la almohada bajo mi rostro. Mis uñas arrugaron las mantas y mi cuerpo se tensó todavía más.

"¿Has tenido bastante, perra?" preguntó arrogante el castaño, tirando de mis rotas ropas, dejándome del todo descubierto. Ojeé su cuerpo desnudo a mis espaldas, la enorme erección entre sus piernas me daba a entender que aquello no había sido nada más que el principio de mi sufrimiento.

Nota: Como ya sabéis estas cosas son solo recuerdos del diario de Frank.