5.1 Papeles invertidos

622 73 7
                                    

"De eso nada, señor Frodo." rió Gerard, tomando con ligereza mis caderas y tirándome a un lado para posicionarse encima. Le sonreí coqueto, mientras en sus labios se formaba una pervertida mueca.

"¿Eso es un insulto?" me quejé frunciendo el entrecejo, cruzando los brazos por sobre mi pecho, ignorando el leve movimiento del mayor sobre mis caderas. Un puchero se formó en sus labios, como si en algún lugar de su maligna personalidad existiera un pequeño e inocente Gerard.

"Lo es si tú quieres." sonrió.

"¿Si yo quiero?" pregunté alzando una ceja provocativamente, al tiempo en que mis manos se paseaban por sus costillas, bajando hasta las piernas a ambos lados de mi cuerpo, admirando la textura de su piel de porcelana.

"Ya sabes... Antes te gustaba que te llamara puta en la cama." musitó deslizándose hasta mis labios, succionando con suavidad, a medida que sus dedos atravesaban todo mi cuerpo hasta el muslo. Por un momento nuestras bocas se ocuparon en un furtivo beso, robándonos las respiraciones a ambos.

"Eso era antes..." jadeé cuando sentí sus dientes en mi pecho, tirando de mi carne con suavidad, dejando la marca del mordisco y bajando más, provocándome con cada mínimo roce.

"Sí...Antes." repitió mis palabras, colándose entre mis piernas y acicalando con su lengua la longitud de mi miembro, haciéndome estremecer mientras las vibraciones hacían de las suyas sobre mi sensible piel, excitándome todavía más.

"¿Y...Uh...Y que ha cambiado?" pregunté enredando mi mano en su rojo pelo, sintiendo como introduce mi sexo en su boca, como me fundo con él y mi estómago arde a medida que sube y baja, sin apartar la mirada de mis ojos en ningún momento.

Gerard tardó en responder, su boca, caliente y húmeda, se encontraba constantemente ocupada en darme placer, haciendo escapar gran cantidad de gemidos desde lo más profundo de mi interior. Sentí su saliva derramarse por las comisuras de sus labios, mojándome todavía más con cada leve embestida mía contra su cavidad bucal. Sus dientes presionaron sobre mi piel, haciéndome arquear la espalda con fuerza.

"Ah...Joder..." me quejé, sin disimular mi mueca de placer. Escuché su afónica risa antes de que volviera a hacerlo, presionando más con sus dedos, volviendo locos todos y cada uno de mis sentidos, que sin duda estaban cantando en coro su nombre.

"Me gustan tus piernas." le escuché murmurar cuando se apartó sutilmente. Sonreí jadeante, susurrando un tímido gracias.

Gerard alzó una de mis piernas por sobre de su hombro derecho, dejando la otra recta sobre el colchón. Suspiré pesadamente mientras se colocaba en mí entrada, tumbándose paralelamente a mi cuerpo, besándome de nuevo, esta vez con más ternura. Sentí su boca abrirse, dejar paso a mi revuelta lengua, la cual buscaba desesperadamente la suya para abrazarla y acariciarla. Me encantaba la sensación cuando su mano acariciaba mi mejilla a la vez en que me besaba con tanta pasión, hacía mi estómago explotar en calor.

La punta de su miembro chocó contra mi intimidad, mi cuerpo tembló bajo el abrazo de Gerard, quien me sonrió con las mejillas sonrosadas.

"Oh vamos..." rió empujando un poco más. "Ni que fuera la primera vez." añadió entrando con fuerza, impulsando su cadera contra la mía. Cerré los ojos cuando le sentí golpear contra mi punto sensible, sonriendo ante su francamente estúpido comentario.

"Pues... Ah... Es como si lo fuera." dije tomando su nuca y besando violentamente, mordiendo su labio en el acto, mientras embestía más rápido y fuerte. "Oh...Sí...Ah, ah, ah!" gemí con fuerza, clavando las uñas en su piel. Mil corrientes y oleadas de calor hacían mis músculos contraerse enérgicamente, enviando placenteros pinchazos por la espina dorsal hasta mi cerebro. Sus manos seguían proporcionando cuidadosas caricias sobre mi tórax, y continuamente sus carnosos labios descendían hasta besuquear mi cuello. Era realmente maravilloso, como estar con otra persona, alguien diferente, nuevo, alguien que sin duda no podía ser Gerard, pero efectivamente lo era. A ratos abría los ojos solo para confirmar que seguía encontrándome entre sus brazos, que no era producto de mi imaginación cada golpe de su cuerpo contra el mío, que no era una fantasía, que no estaba soñando. Sinceramente nunca me había imaginado llegar a tener con él algo más que no fuera simple sexo, y esto no lo era, y no podía estar equivocado.

"Frankie..." gimió contra mi oído. Iba a responder con algo, más nada salió de mi boca, y esta pronto se vio envuelta en otro húmedo beso. Un par de forzadas embestidas más, y con mis manos sobre sus caderas sentía como ambos nos estábamos quedando sin fuerzas, pero aun así no había humana manera de hacernos parar. Las explosiones de mariposas se hacían más constantes, cada vez que susurraba lo lindo que le parecía en mi oído, o lo mucho que le gustaba estar así conmigo. Así que tuve que volver a buscar su mirada, desesperado, deseando que me dijera que no me lo estoy imaginando, que mi mente no vuelve a distorsionar la realidad como solía pasar con Mikey.

Entonces culminó, y Dios, fue como si hubiéramos encontrado la manera de fundirnos todavía más, de sentirnos, de llegar el uno al otro sin tocarnos. Perdido en algún punto de aquel paraíso terrenal cerré los ojos, sintiendo como un espasmo me rompe el dos, corriéndome sobre el pecho de Gerard, manchando de igual forma mi cansado cuerpo. Sus jadeos seguían contra mis labios mientras me llenaba de su esencia, su ceño fruncido por el placer, leves gotas de sudor deslizándose por su brillante piel. Fue cuando realmente comencé a sentir la realidad chocar contra mi. Mientras le tenia allí, recostado sobre mi pecho, jadeante, diciéndome lo maravilloso que era. Fue entonces cuando lo supe. Estaba enamorado. Enamorado y jodido.

The Dark Side Of My Mind -Frerarđ-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora