5. Papeles invertidos

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Gerard me había mandado a su habitación, así que obedecí, sentándome en el borde de la cama. Observé las paredes, solo un enorme cuadro paralelo a la cama las decoraba, en él, el mar.

Sí, nada más y nada menos, una playa y mar. Una playa que me recordaba a alguna en la que ya había estado, más mi memoria no daba para tanto, probablemente fuera algún sexual recuerdo con Mikey Way, y esos están bloqueados y codificados como irrelevantes.

Temblé ante una ráfaga de viento, la ventana estaba ligeramente abierta, pero por pereza no me levanté, mientras oía los sonoros pasos de Gerard atravesar el pasillo hasta la puerta. Esta se abrió y su silueta apareció en el umbral, sonriente.

"¿Por qué tienes que portarte tan mal?" preguntó cruzando por el centro del dormitorio y cerrando la ventana al verme abrazado a mí mismo por el frío. Agradecí el gesto con la mirada.

"No lo hago expresamente." respondí jugando con mis manos, tratando de entretenerme. Gerard se paseó por delante de mí, yo solo le veía mientras iba quitándose prendas hasta solo quedar en ropa interior, agachándose frente a mis rodillas, mirándome desde abajo.

"¿Sabes? No lo entiendo. Siempre me ha dado la sensación de que no quieres estar conmigo, pero cuando te doy la oportunidad de marcharte no te vas." dijo acariciando mi pierna, unas cosquillas invadían mi organismo, al principio fue una típica reacción a una muestra de cariño, pero poco a poco el foco se centró en mi cabeza, haciéndola doler.

"No- no quiero irme." es lo único que dije, era como no encontrar las palabras perfectas para explicar lo que sentía.

"Solo hay dos explicaciones posibles para esto; o te estás enamorando de mí, o volviéndote loco." murmuró con una risueña expresión, para luego sentarse en la cama a mi lado, mirándome, con su ropa tirada todavía por los suelos. Observé la esbelta complexión de su cuerpo, desde los dedos de sus pies hasta la punta de su cabeza. Sus manos se apoyaban sobre el colchón de atrás, haciendo los mechones de su pelo caer divertidos más por un lado que por el otro de su remarcado rostro. Mordí mi labio ante la coqueta sonrisa en su cara. Acerqué mis labios hasta su oído y deposité un leve mordisco en el lóbulo de su oreja, sintiendo como se estremece cada diminuto átomo de su ente.

"Estoy loco..." susurré tentativamente, suspirando de forma provocativa contra su pálida tez. Noté como se giraba de golpe, y pronto su mano tomó mi rostro acercándome en un enardecido beso. Mis dedos se deslizaron siguiendo la longitud de sus vertebras, empujándole sutilmente sobre la cama cuando sentí la impotente presión en mis pantalones. Escapé de su boca, deslizando mis labios hasta su tenso cuello, succionando allí con fuerza, escuchando como empieza a jadear bajo mis caricias. Mi camiseta desapareció pronto, haciéndose un lugar en el suelo, junto a la ropa de Gerard. Subí encima de su cadera, presionando mi pelvis contra la suya, sintiendo sus manos bajar por mi espalda hasta la tela de mi ropa y deslizándola abajo, dejándome completamente expuesto. Acaricié con la palma su erección, sentí como endurece más ante mi gentil tacto.

"Frank, espera..." jadeó, buscando mi mirada con una mueca confusa.

"¿Qué pasa, vas a decirme que eres virgen?" reí, apartando el flequillo de su faz. Gerard rodeó los ojos y me sonrió. Me encantaba verle sonreír así, era como si de repente el mundo se volviera un lugar menos gris.

"No es eso... Iba a preguntarte algo." tomó aire con pesadez, como si fuera a dudar de sus palabras, y más le valía no inventarse una excusa ahora.

"Dime..." musité indiferente, volviendo a atrapar su piel entre mis labios, saboreando el frutal olor a jabón de fresa en su cuello. Se tensó de nuevo, juraría que nunca le había visto así de nervioso.

"¿Quieres hacer el amor?" preguntó deprisa, haciendo mi corazón dar un vuelco y el estómago encogerse en una extraña sensación.

Oh.

Interesante.

Sonreí de lado, riendo contra sus labios antes de besarlos de nuevo.

Que sutil.

"¿Para eso no hay que estar enamorado?"

"Estamos enamorados." replicó él.

Reí inevitablemente y asentí.

"Ah claro...Se me había olvidado." bromeé juntando mi palma con la suya, mientras la mano derecha se deshacía de su ropa interior. Comencé a tocarle, suavemente, acelerando el movimiento de mi muñeca a medida que le veía retorcerse de placer bajo mí, cerrando los ojos y doblando la nuca. Su temperatura corporal se disparó como fuego, mientras mis ojos seguían observando cómo se tensa y relaja cada facción de su rostro a medida que bajo y subo mi mano, envolviéndola con más fuerza alrededor de su sexo.

"¿Te gusta así, mi amor?" pregunté divertido. Gerard asintió deprisa, sonriendo levemente, arqueando sus caderas en exquisitos para mi vista movimientos. Sabía que le tenía bajo mi control, duro como una piedra, jadeando mi nombre entre uno y otro suspiro. Añadí velocidad a mi mano cuando la sentí húmeda. Tuve que detenerme poco después, o Gerard se iría volando al mundo de Narnia demasiado pronto.

"Frank..." se quejó contra mis labios.

"Todavía no." avisé, empujando con delicadeza dos de mis dedos en su boca. Gerard me miró con lujuriosos ojos mientras cubría mi piel con su saliva, añadiéndole más sensualidad al acto, jugando a lamer mis dedos con la punta de su lengua. Imaginé mi propio miembro entre sus labios y aparté la mano, se sentía delicioso.

Separé gentilmente sus piernas y mojé su entrada, haciendo presión y hundiendo los dedos despacio. Amaba ver como cada uno de sus músculos se contrae y se queja, gimiendo desde el punto más profundo de su garganta. Comencé con el vaivén de mi mano, esperando a que dilatara antes de que me diera algún derrame cerebral al verle en ese estado.

"Me pones..." jadeé rudo, besando su levemente doblada rodilla, la respuesta fue un gemido, uno bastante aceptable. Coloqué mi mano sobre su abdomen y presioné a medida que mis dedos tocaban el fondo de su intimidad, el bendito punto caliente cerca de su próstata. Su cuerpo se dobló, alzando sus caderas instintivamente. Seguí con mi faena, presionando más su vientre, sintiéndole cada vez más estrecho, escuchando como se queja.

"Ah...Me... Me haces daño." gimoteó, con su mano sobre la mía. Sonreí, abandonando su interior.

"Ay Gee, mi querido Gee... Esto no es nada comparado con lo que tengo ganas de hacerte..."

The Dark Side Of My Mind -Frerarđ-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora