Libreta de notas #6

366 53 0
                                    

Apartado 5
Página 3

Me quedo quieto en la fría habitación, los nervios tratan de consumir mis pensamientos y yo trato de rescatarlos, odio tener la mente en blanco. Pronto me doy cuenta de que a mi alrededor no hay nada, solo una pequeña mesilla y el gancho, donde, desde el centro de la habitación, cuelga una lámpara de aspecto antiguo. Sigo sintiéndome extraño, esperando a Gerard impaciente. Mi cuerpo lo nota, se defiende, mi cerebro envía corrientes por todas las fibras de mi anatomía poniéndome más nervioso. Es mi primera noche con Gerard, estoy asustado. Sé que sus métodos no son los mismos que los de Mikey, pero no sé si mejores o peores. Michael se ha enfadado por irme con Gerard, pero me era imposible decirle que no, resistirme, negarme.

No, jamás. Gee era mucho mejor que su hermano menor. Él me cuidaría, me protegería y me querría, tal y como me quiso como suyo, y aquí estoy, entregándome.
Todo lo que llevo encima son unos calzoncillos cualquieras, Gerard pidió que no fuera ropa interior comprada por su hermano, y era lo único que tenía.
Me abracé más a mi mismo cuando la puerta se abrió, al fin un poco más de luz entró en el cuarto y ya no se veía tan horrible. Gerard dio unos suaves pasos hasta a mí y acarició mi mejilla. Él venía vestido con su usual traje negro, seguramente acababa de llegar del trabajo.

"He tenido un día duro..." suspiró sacando el nudo de su corbata, y dejándola en un rincón de la habitación. Se quedó desvistiéndose en esa esquina mientras yo desviaba la mirada, no sabía si tenía permitido ver como se quita ropa. "... Pero me alegra que ya estés aquí." sonrió viéndome por sobre su hombro, tirando la camisa al suelo y quitando su cinturón, aproximándose de nuevo. Mi cuerpo dio un involuntario salto solo al sentir el metálico ruido del cinturón de cuero siendo agitado entre las manos del mayor. Mis ojos le miraron con miedo, mi pulso se aceleraba como loco.

"Tranquilo, te dije que no usaba los métodos de mi hermano." alzó su brazo y tiró el cinturón a una esquina.
El poco espacio entre nuestros cuerpos disminuyó, y pronto sentí un par de leves besos en mi cuello y sensibles caricias en la espalda.

La cercanía de Gerard y el calor que irradiaba su piel pronto desapareció. Vi como el pelirrojo toma la mesilla y la arrastra al centro de la vacía habitación. Abrió el cajón de la misma y sacó una larga cuerda, sonriéndome mientras le veía sin comprender. Acarició la cuerda con sus dedos, llegando a su final para atar un par de nudos allí.
Mis rodillas temblaban y mi estómago se revolvía de la ansia que sentía. Gerard pareció notarlo porque me guiñó un ojo y besó tiernamente mi mejilla para calmarme.

"Sube." ordenó señalando la mesa. Mordí mi labio para callar y no preguntar nada, daría mala imagen. Solo obedecí. "Toma la cuerda y átala al gancho de la lámpara." asentí y seguí sus instrucciones, dejando la cuerda caer libre desde el techo.

Gerard subió a la mesa junto a mí, sonriéndome coqueto ante tanta estrechez entre nuestros cuerpos debido al reducido espacio. Besó mi hombro y tomó la cuerda, envolviéndola alrededor de mi cuello.

¿Es que iba a ahogarme?

"Ger-"

"Shht." acalló mi protesta, con uno de sus dedos sobre mis labios. "Confía en mí." añadió volteando mi silueta para que quedara de espaldas a él. La mesa se movía con cada ligero titubeo nuestro sobre ella, y yo sabía que cualquier paso en falso podría quebrar la superficie bajo mis pies que me mantenía con vida. Si la mesa caía, yo con ella, y terminaría colgado por el cuello.

"Ahora tienes que estarte muy quietecito, un solo mal tirón y la soga se apretará en tu cuello, y entonces...."

"Vale." respiré hondo, sintiendo que es posible que esta sea la última vez que lo hago.

Gerard comenzó a tocarme, no era algo que me sorprendiera, para eso estábamos allí. Empezó con suaves caricias sobre mi piel, para terminar estrujando mi miembro en la palma de su mano. Sentí sus dedos masajear mi sexo con ganas, deslizarse levemente hasta mi entrada y trazar círculos a su alrededor. Los escalofríos que experimentaba con cada roce de su cuerpo y el mío me estaban llevando al borde del placer.
No ahogué ningún gemido, me permití jadear y rogar por más, y Gerard me concedía cada petición. Ambos terminamos desnudos pronto, sus manos tomando mis caderas, rozando su pelvis contra la mía, incitando con la punta de su pene mi entrada a dilatarse. No tardé en sentir sus leves gemidos y mis quejidos, a medida que el calor y la humedad de su carne se hacían presentes también en mi interior. El aliento de Gerard contra mi cuello se sentía maravilloso, sus besos sobre mi piel y el como me pedía que le ayudara a correrse.

"Perra..." gruñó en mi oído, su sexual voz me hizo gemir de nuevo. "Ahora eres mi sucia perra, ¿verdad?" jadeó y yo asentí, temiendo por mi vida cuando la mesilla se movió con rudeza. "Mi hermano no sabe como tratar a los de tu clase." susurró de nuevo, mordiendo el lóbulo de mi oreja con fuerza, haciéndome gritar de dolor. "Yo te voy a enseñar a ser un buen esclavo." sonrío contra mi piel. "...y a pedir y dar las cosas de rodillas frente a tu amo." añadió tirando levemente de la cuerda, haciendo que jadee por aire y asienta de nuevo.

"¿Quieres disciplina?" preguntó clavando su miembro en mi trastero, tuve que centrarme para no venirme con el calor del momento.

"S- sí quiero, señor." gemí con fuerza, reprimiendo lágrimas de impotencia y dolor cuando me penetró con fuerza, reclamando mi cuerpo como propiedad suya.

Entre las cuatro acaloradas paredes, oía el eco de mis propios gemidos ser devueltos con cada embestida por parte de Gerard. Y así fueron una, dos y cinco más; fuertes, ardientes y dolorosas. Podía notar como su dura hombría trata de penetrarme con cada estocada más adentro, arañando mi intimidad.
Empecé a gritar más, a gemir más, a quejarme del dolor y pedir que se detenga...

"Por favor... Duele..."

...Pero el pelirrojo ya estaba demasiado cerca de acabar.
Su cuerpo se balanceaba junto al mío, mi cuello quemaba ante la fricción de la cuerda. Gerard se empujaba más sobre mi cintura, sudando piel con piel contra mi anatomía.
Empecé a sollozar con fuerza, pero en ningún momento quise que parara de poseerme de la manera en la cual lo hacía.
Sus uñas se clavaron en mi piel en la última potente embestida contra mi dolido trasero.

"Ah... Ah, ah, Frank..." Sentí la viscosa esencia calentar mi interior, el vaivén de su dureza friccionar las paredes de mi intimidad mientras se corría dentro. El dolor incrementó momentáneamente y sentí mis rodillas doblarse.

La pequeña mesa de madera dio un vuelco que ninguno de los dos esperábamos. Gerard cayó primero, sus huesos golpearon el suelo y el grito de dolor invadió la habitación.
Yo había quedado colgando, mis manos sobre la cuerda tratando de mantenerme quieto y a la vez crear una pequeña separación entre la cuerda y mi piel del cuello para poder tomar aire.
No tuve que estar mucho así, los brazos de Gerard me agarraron y quitó la cuerda de mi cuello. Quedé un rato en sus brazos como un bebé, ambos nos sonreíamos cómplices.

"¿Qué harías tú sin mí?" preguntó Gerard divertido, besando con suavidad la punta de mi nariz.

The Dark Side Of My Mind -Frerarđ-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora