Capítulo 22: Huida Bajo la Luna

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Escena 1: Escapando de la Tormenta

La lluvia seguía cayendo con fuerza mientras Orm y Lingling corrían por las calles oscuras y húmedas de Bangkok. El sonido de las sirenas de la policía se acercaba, pero ellas no se atrevían a detenerse. Los hombres del Tigre de Siam estaban tras ellas, y cada segundo que pasaban era un riesgo.

"Tenemos que separarnos", dijo Orm, su voz entrecortada por la respiración agitada. "Es demasiado peligroso seguir juntas."

Lingling se detuvo, sintiendo que su corazón latía con fuerza. "No, no podemos separarnos. No te dejaré sola."

"Lingling, no es personal. Es lo mejor para ambas", insistió Orm, sus ojos llenos de determinación. "Yo conozco la ciudad. Puedo despistar a los hombres del Tigre de Siam. Tú debes ir a un lugar seguro."

Lingling sabía que Orm tenía razón, pero la idea de separarse la llenaba de angustia. "¿Y tú? ¿A dónde irás?"

"No importa. Lo importante es que tú estés a salvo", respondió Orm, con una mirada que Lingling no pudo descifrar.

Sin decir nada más, Orm se giró y corrió en dirección opuesta, desapareciendo en la oscuridad. Lingling la observó partir, sintiendo un vacío en su pecho.

Escena 2: El Refugio

Lingling corrió hasta que llegó a un callejón oscuro y solitario. Se apoyó contra la pared, sintiendo la lluvia empapar su ropa y el miedo recorrer su cuerpo. No sabía a dónde ir, pero sabía que tenía que encontrar un lugar seguro.

De pronto, vio una puerta abierta en un edificio viejo y destartalado. Se acercó con cautela, y al entrar, se encontró en un pequeño apartamento deshabitado.

Lingling se sentó en el suelo, sintiendo el frío de la humedad penetrar en sus huesos. Sacó su teléfono y marcó el número de su padre.

"Papá, estoy en peligro. Los hombres del Tigre de Siam me están buscando", dijo, su voz temblando.

"Lingling, ¿dónde estás? ¿Estás bien?", preguntó Somchai, su voz llena de preocupación.

"No estoy segura. Estoy en un lugar seguro, pero no sé cuánto tiempo podré estar aquí", respondió Lingling.

"Voy para allá. No te muevas", dijo Somchai, y colgó la llamada.

Lingling se acurrucó en el suelo, esperando la llegada de su padre. Su mente estaba llena de pensamientos confusos. La cena con Orm había sido un error, una noche de locura que ahora la perseguía. ¿Qué había pasado con Orm en aquella noche? ¿Por qué tuvieron relaciones sexuales? ¿Y por qué la había dejado sola en medio de la tormenta?

Escena 3: Bajo la Luna

Mientras tanto, Orm corría por las calles, buscando un lugar para esconderse. La lluvia había disminuido, y la luna llena iluminaba las calles con un brillo plateado.

Orm se detuvo en un puente, observando el reflejo de la luna en el agua. Su mente estaba llena de emociones contradictorias. El miedo, la culpa, la tristeza. Habría preferido que la noche en el club nunca hubiera sucedido, pero ahora estaba atrapada en un juego peligroso.

De pronto, sintió una presencia detrás de ella. Se giró rápidamente, y vio a un hombre alto y corpulento con una mirada amenazante.

"Eres la hija de Thanawat, ¿verdad?", dijo el hombre, con una voz áspera.

Orm se preparó para defenderse. "No me interesa tu excusa", dijo, con voz fría.

"Te buscamos desde hace mucho tiempo", dijo el hombre, acercándose a ella. "El Tigre de Siam te hará pagar por lo que tú padre le hizo a nuestro líder."

Orm sintió que la adrenalina recorría su cuerpo. Sabía que no podía ganar una pelea contra este hombre, pero no se rendiría sin luchar.

"No me dejaré atrapar", dijo, con determinación.

Y en ese momento, Orm se lanzó sobre el hombre, con la velocidad y la precisión de un felino. Se movió con agilidad, esquivando los golpes del hombre y buscando una oportunidad para contraatacar.

La lucha fue corta pero intensa. Orm logró desestabilizar al hombre, y con un movimiento rápido, le propinó un golpe que lo dejó inconsciente.

Orm se tambaleó, sintiendo el dolor en su propio cuerpo. Sabía que no podía quedarse en ese lugar. Tenía que alejarse, lo más lejos posible.

Mientras corría por la ciudad, la luna llena la seguía, iluminando su camino. No sabía a dónde iba, pero sabía que tenía que seguir adelante.

Fin del capítulo 22

Orm y Lingling: La mafia y la leyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora