Escena 1: El momento del peligro
Lingling se siente atrapada. Los hombres, cinco en total, la tienen acorralada contra la pared. Sus rostros son duros, sus ojos llenos de una crueldad que la llena de terror. Sus manos, gruesas y ásperas, se acercan a ella, llenas de una amenaza que le hiela la sangre.
"No se acerquen," dice Lingling, con la voz temblorosa. "No quiero tener problemas."
Los hombres se ríen burlonamente. "No tienes opción," dice uno de ellos. "Vas a venir con nosotros."
Lingling intenta zafarse de su agarre, pero es inútil. Son demasiado fuertes, demasiado rápidos. Siente que la esperanza se le escapa de las manos.
De repente, una voz potente se alza por encima del ruido de la calle: "¡Detenganse!"
Lingling levanta la mirada y ve a Orm, con un traje de color azúl, con una expresión de furia en su rostro, rodeada de sus guardaespaldas. Los guardaespaldas, vestidos con trajes oscuros, se acercan a los hombres, listos para intervenir.
"No se metan," dice Orm, con una voz fría y amenazante. "De esto me encargo yo."
Los hombres se ríen burlonamente. "No puedes contra nosotros," dice uno de ellos. "Somos muchos."
Orm se ríe, una risa corta y llena de desprecio. "No me subestimen," dice. "Soy mucho más fuerte de lo que creen."
Escena 2: La danza de la lucha
Orm se lanza sobre los hombres, con la velocidad y la precisión de un felino. Sus movimientos son rápidos, fluidos, llenos de una fuerza que la hace parecer una guerrera de leyenda. Sus golpes, precisos y poderosos, hacen retroceder a los hombres.
Lingling observa la escena con la boca abierta, con brillos en los ojos. Nunca había visto a nadie luchar con tanta habilidad, con tanta gracia. Es como si Orm fuera una luchadora de una película de acción, una mezcla de Bruce Lee y Jackie Chan.
Orm esquiva dos golpes, se agacha y lanza dos patada que conecta con la mandíbula de dos de los hombres. Los hombres caen al suelo, inconscientes.
Orm se lanza sobre el tercer hombre, lo golpea en el estómago y lo derriba con un movimiento rápido y preciso. El hombre se retuerce de dolor, incapaz de defenderse.
El cuarto y quinto hombre, aterrorizados por la habilidad de Orm, intentan huir. Pero Orm los alcanza con una velocidad asombrosa, los golpea en la espalda y los deja inconscientes.
Los guardaespaldas de Orm se quedan atónitos. Nunca la habían visto luchar con tanta ferocidad, con tanta pasión.
Escena 3: El héroe de mis sueños
Orm se acerca a Lingling, con una sonrisa que ilumina su rostro. Sus ojos de Lingling brillan con una intensidad que la hace sentir débil en las rodillas.
"Estás bien?" pregunta Orm. "¿Te han hecho daño?"
Lingling se queda mirando a Orm, con la boca abierta. No puede hablar, no puede creer lo que ha visto.
"No, estoy bien," dice Lingling, con la voz temblorosa. "Gracias."
Orm sonríe. "No hay problema," responde. "Estoy aquí para protegerte."
Lingling se siente atraída por Orm, con una fuerza que no puede explicar. Es como si una chispa se hubiera encendido dentro de ella, una chispa de admiración, de respeto y amor.
Orm se acerca a Lingling y le toma la mano. "Vamos," dice. "Te llevo a un restaurante para que comamos."
Lingling se deja llevar por Orm, con la sensación de que ha encontrado a su héroe, a su salvador.
Escena 4: Un momento de paz
Orm lleva a Lingling a un restaurante cercano. El lugar es tranquilo, con una atmósfera acogedora y un aroma a comida tailandesa que llena el ambiente.
"No te preocupes," dice Orm. "Estos hombres no te volverán a molestar."
Lingling se queda mirando a Orm, con los ojos llenos de agradecimiento. "Gracias," dice. "No sé qué habría hecho sin ti."
Orm sonríe. "No hay problema," responde. "Estoy aquí para ayudarte."
Lingling se siente atraída por Orm, con una fuerza que no puede explicar. Siente, miles de mariposas revoloteando en su estómago
"Eres increíble," dice Lingling. "Eres como una superheroína."
Orm se ríe. "No soy una superheroína," responde. "Solo estoy haciendo lo que tengo que hacer."
Lingling se queda mirando a Orm, con los ojos llenos de admiración. Siente que está enamorándose de ella, con una rapidez que la asusta.
"No sé qué hacer," dice Lingling. "Estoy confundida."
Orm se acerca a Lingling y le toma la mano. "No tienes que saber qué hacer," responde. "Solo tienes que dejarte llevar."
Lingling se deja llevar por Orm, con la sensación de que ha encontrado a su héroe, a su salvador.
Orm se acerca a Lingling, le toma de la mano, mira directamente a sus ojos negros y tiernos.
Ambas acercan sus rostros, sin dejar de mirar sus ojos, Lingling sin darse cuenta está a punto de besar a Orm.
Fin del capítulo 10
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Orm y Lingling: La mafia y la ley
FanfictionEn una historia con tus personajes favoritos de GL Tailandesa Tiene drama, romance, con un toque de peligro y misterio.