Capítulo 20: Rosas y Recuerdos

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Escena 1: El Ramo de Rosas y las Bromas

La mañana en la academia era bulliciosa. Ya habían pasado dos días desde la noche del club. Los estudiantes se movían de un lado a otro, llenando el aire con risas y conversaciones. Lingling estaba en la cafetería, sentada con sus amigas May, Fay, Yoko y Faye, tratando de concentrarse en los exámenes que se acercaban. Sin embargo, su mente estaba divagando, recordando la intensa noche que había pasado con Orm.

De repente, un hombre apareció en la cafetería, llevando un ramo de rosas frescas y fragantes. Lingling lo reconoció de inmediato. Su corazón dio un vuelco cuando el hombre se acercó a ella y le entregó las flores junto con una pequeña nota.

"¿Quién te envía esto?" preguntó Fay, inclinándose hacia adelante con curiosidad.

Lingling tomó las rosas, su aroma embriagador llenando sus sentidos. "No lo sé", respondió, aunque sabía que eran de Orm, por qué el hombre, era uno de los guardaespaldas de Orm. Abriendo la nota, con sus manos temblorosas un poco mientras leía las palabras escritas con una caligrafía elegante: "¿Te gustaría cenar conmigo esta noche? - Orm."

Las amigas de Lingling estallaron en risas, llenando la cafetería con su energía. "¡Oh, por favor! ¡Tienes que contarnos todo!", exclamó Yoko, con una sonrisa burlona. "¿Qué tal fue la noche? ¡Claramente fue especial si te mandó rosas!"

Lingling se sonrojó, sintiendo la calidez en sus mejillas. "No fue para tanto", murmuró, intentando restarle importancia. Pero sus amigas no se lo permitirían.

"¿No fue para tanto?", se rió May, señalando los chupetones en su cuello. "Mira esos! ¡Definitivamente fue especial!"

Lingling se pasó la mano por el cuello, sintiendo la evidencia de su noche con Orm. "A ver, ¿cómo llegué a mi departamento después de la fiesta?", preguntó, cambiando de tema.

May levantó una ceja, divertida. "Faye y Yoko te llevaron, por supuesto. Estabas en un estado... interesante."

Lingling frunció el ceño, tratando de recordar. "Pero, ¿por qué no recuerdo bien? No tomé tanto, ¿o sí?"

Faye se rió y sacudió la cabeza. "Lingling, querida, después de que tú y Orm salieron de la habitación, nos unimos a una sola mesa. Las amigas de Orm y nosotras. Ustedes salieron felices y sedientas", dijo con una sonrisa. "Pedimos más tragos y hasta fumaron."

"¿Fumamos?", preguntó Lingling, sorprendida. "¿Cuándo pasó eso?"

"Bueno, a eso de las 4 AM, todas volvimos", continuó Fay. "Las amigas de Orm se la llevaron. Tú fuiste con Faye y Yoko, pero ambas estaban muy tomadas y no podían ni mantenerse de pie."

Lingling se quedó en silencio, procesando la información. La noche anterior había sido un torbellino de emociones, pero ahora, al escuchar las historias de sus amigas, comenzó a recordar fragmentos. Risas, música, y la sensación de libertad que la había invadido. Pero sobre todo, recordaba a Orm, su mirada intensa, la pasión compartida.

Escena 2: La Decisión de Lingling

"Bueno, parece que la noche fue más intensa de lo que recordaba", admitió Lingling, sonriendo tímidamente.

"¡Eso es lo que pasa cuando te dejas llevar!", exclamó May, guiñándole un ojo. "Ahora tienes que decidir si vas a salir con Orm esta noche."

El aroma de las rosas, dulce y embriagador, inundó los sentidos de Lingling, devolviéndola en un halo de romanticismo. Su corazón latía con fuerza, una mezcla de nervios y emoción que la hacía sentir viva. Las palabras de Orm, escritas con una caligrafía elegante, resonaban en su mente: "¿Te gustaría cenar conmigo esta noche? - Orm."

Sus amigas, con sus risas y comentarios pícaros, le recordaban la intensidad de la noche anterior. Los chupetones en su cuello, evidencia de la pasión que había compartido con Orm, la hacían ruborizarse. La imagen de su mirada intensa, la sensación de su abrazo, la llenaban de una mezcla de nostalgia y anticipación.

La cafetería, con su bullicio habitual, se desvaneció a su alrededor. Lingling se sintió atrapada en un mundo propio, donde solo existían las rosas, la invitación y los recuerdos de la noche anterior. El aroma del café, el sonido de las conversaciones, incluso la música de fondo, se diluyeron en un murmullo distante.

Mientras observaba las rosas, su mente se llenó de imágenes. Se imaginó a sí misma, vestida con un vestido rojo que realzaba su belleza, con un toque de labial rojo que la hacía sentir segura y sensual. El perfume que usaría, un aroma dulce y floral, la envolvería en un aura de misterio y encanto.

La idea de una cena con Orm la llenaba de anticipación, pero también de incertidumbre. ¿Qué significaba realmente esa invitación? ¿Era solo una forma de agradecerle la noche anterior o era el inicio de algo más?

Sus amigas, con su entusiasmo y sus bromas, la empujaban a tomar una decisión. Pero Lingling necesitaba tiempo para procesar sus emociones, para entender sus propios sentimientos.

"Necesito pensar", murmuró, sintiendo que su voz temblaba ligeramente.

Sus amigas, comprendiendo su necesidad de espacio, se callaron y la dejaron en paz. Lingling se levantó, con las rosas en la mano, y se dirigió hacia la ventana.

El sol de la tarde, filtrándose a través de los cristales, proyectaba un halo dorado sobre la ciudad. Lingling observó el paisaje, buscando respuestas en la belleza del mundo que la rodeaba.

"¿Qué debo hacer?", se preguntó en voz baja.

La decisión era suya. La cena con Orm era una oportunidad, una posibilidad de explorar lo que había comenzado entre ellas. Pero también era un riesgo, un salto al vacío que podía llevarla a un lugar desconocido.

Lingling cerró los ojos, respirando profundamente. El aroma de las rosas la envolvió, llenándola de una sensación de paz y esperanza.

"Lo haré", dijo finalmente, una sonrisa tímida dibujando se en sus labios.

La decisión estaba tomada. La cena con Orm era un paso hacia lo desconocido, pero era un paso que estaba dispuesta a dar.

Lingling miró las rosas en su mano, una mezcla de nervios y emoción en su pecho. La idea de una cena con Orm la llenaba de anticipación, pero también de incertidumbre.

"Supongo que solo tengo que averiguarlo", respondió, sintiendo que el corazón le latía con fuerza.

Fin del capítulo 20

Orm y Lingling: La mafia y la leyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora