Capítulo 3: La sombra del miedo

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Escena 1:  El Serpent's Den (Continuación)

Orm se quedó en el club,  su mirada fija en la puerta por donde Lingling había salido.  No podía creer que la joven policía se hubiera atrevido a desafiarla.  Se había divertido mucho con su miedo, con su nerviosismo.

Se dirigió a la mesa donde estaban sus amigas,  Freen, Becky, Engfa y Charlotte.  Las amigas de Lingling,  Faye, Yoko, Fay y May,  seguían allí,  disfrutando del club.  Todas estaban en parejas,  bailando,  bebiendo y besándose.

Las amigas de Orm también se divertían,  pero Orm no podía concentrarse en la fiesta.  Su mente estaba llena de imágenes de Lingling,  de su mirada desafiante,  de su cuerpo que se movía con tanta gracia en la pista de baile.

Orm sentía una mezcla de miedo y fascinación por Lingling.  No había conocido a nadie como ella.

"Estás muy callada,"  dijo Freen,  su voz llena de preocupación.  "¿Qué te pasa?"

Orm se encogió de hombros.  "Nada,"  respondió.  "Solo estoy pensando."

"En qué piensas?"  preguntó Becky,  su voz llena de curiosidad.

Orm no respondió.  No quería hablar de Lingling con sus amigas. Pero sus amigas vieron la escena de Orm y Lingling., aunque no comentaron nada respecto al tema. Orm avergonzada y preocupada no quería que se enteraran de lo que Lingling le hizo sentir en ese momento.

"Deberías divertirte,"  dijo Engfa,  su voz llena de alegría.  "No puedes estar siempre pensando en cosas negativas."

Orm se obligó a sonreír.  "Tienes razón,"  dijo.  "Voy a intentar divertirme."

Pero no podía dejar de pensar en Lingling.  La forma en que la había hecho sentir,  la mezcla de miedo y atracción,  la perseguía.

Escena 2:  La casa de Thanawat

Al día siguiente,  Orm se levantó temprano.  Su padre,  Thanawat Chaiyapruk,  era un hombre poderoso,  pero también era un hombre muy ocupado.  Orm sabía que tenía que estar a su lado para ayudarlo en todo lo que pudiera.

Observó el movimiento de la gente en la casa.  Su padre estaba en su estudio,  trabajando en sus negocios.  Orm se dirigió hacia él,  su paso firme y decidido.

La relación de Orm y su padre era muy buena.  Orm era una buena hija,  obediente y considerada.  Siempre le importaba más su familia que otras personas.

"Buenos días,  padre,"  dijo Orm,  su voz llena de respeto.

Thanawat levantó la mirada de sus papeles y sonrió.  "Buenos días,  hija,"  dijo.  "¿Cómo has dormido?"

"Bien,"  respondió Orm.  "Y tú?"

"También bien,"  dijo Thanawat.  "Tengo mucho trabajo hoy,  pero estoy seguro de que tú me ayudarás."

Orm asintió.  "Por supuesto,"  dijo.  "Estoy aquí para ayudarte en todo lo que pueda."

Thanawat sonrió.  "Gracias,  hija,"  dijo.  "Eres una buena hija."

Orm se sintió feliz de escuchar esas palabras de su padre.  Le encantaba estar a su lado,  ayudándolo en todo lo que pudiera.

Fin del capítulo 3

Orm y Lingling: La mafia y la leyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora