Capítulo 29: El Sueño Del Despertar

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Escena 1: Un Mundo de Silencio

La habitación era un remolino de luz blanca y sombras. Orm yacía inmóvil en la cama, su cuerpo conectado a una maraña de cables y máquinas que la mantenían con vida.  Sus ojos permanecían cerrados,  incapaces de abrirse,  como si estuvieran sellados por un sueño profundo.

Un débil pitido resonaba en la habitación,  un sonido que la hacía sentir atrapada en una jaula de metal y cables.  Era el ritmo de su corazón,  un latido débil que la conectaba a la vida,  pero que también la mantenía en un estado de semi-inconsciencia.

El silencio era tan profundo que podía sentirlo en sus huesos.  Era un silencio que la envolvía como una manta fría,  un silencio que la separaba del mundo exterior.

Escena 2: Un Mar de Rostros

De pronto,  un sonido familiar la atravesó como un rayo de luz.  Era la voz de su madre, Koy Narumon,  una voz que siempre la había llenado de paz y seguridad.

"Mi niña,  mi hermosa niña",  susurró Koy,  su voz llena de amor y preocupación.

Orm sintió una lágrima rodar por su mejilla,  pero no podía sentirla.  Su cuerpo estaba paralizado,  pero su mente estaba alerta,  absorbiendo cada sonido,  cada palabra,  cada toque.

"Te amo tanto,  mi Orm",  susurró Koy,  acariciando su frente con suavidad.

Orm sintió un calor recorrer su cuerpo,  un calor que la hacía sentir viva,  a pesar de que no podía moverse.

"Estaremos aquí contigo,  hermana",  dijo Namtan,  su voz llena de ternura.

Namtan,  su hermana de en medio,  se sentó a su lado,  su mano acariciando la suya.

"No te preocupes,  Orm.  Todo estará bien",  dijo Sonya,  su voz llena de esperanza.

Sonya,  su hermana menor,  se sentó al otro lado de la cama,  su mano acariciando su brazo.

Las tres hermanas estaban allí,  unidas por un lazo de amor y preocupación que no podía romperse.

Escena 3: La Lucha Interior

Orm intentó hablar,  pero su voz se perdió en el silencio de la habitación.  Intentó mover un dedo,  pero su cuerpo no respondía.

"No puedo despertar",  pensó Orm,  su mente llena de desesperación.

"No puedo moverme",  pensó Orm,  su corazón lleno de angustia.

"No puedo sentir",  pensó Orm,  su alma llena de miedo.

Pero a pesar de su desesperación,  algo dentro de ella la impulsaba a luchar.  A luchar por despertar,  a luchar por mover su cuerpo,  a luchar por sentir.

"Tengo que despertar",  pensó Orm,  su mente llena de determinación.

"Tengo que moverme",  pensó Orm,  su corazón lleno de esperanza.

La lucha interior de Orm era una batalla silenciosa,  una batalla que se libraba en su mente,  en su corazón,  en su alma.  Una batalla que no podía ganar sola.

Escena 4: El Regreso de Thanawat

Thanawat entró en la habitación,  su rostro cansado,  sus ojos rojos,  pero su mirada llena de amor.

"Mi hija,  mi hermosa hija",  susurró Thanawat,  su voz llena de emoción.

Se acercó a la cama de Orm,  su mano acariciando su rostro.

"Te amo tanto,  mi Orm",  susurró Thanawat,  su voz llena de amor y preocupación.

Orm sintió un calor recorrer su cuerpo,  un calor que la hacía sentir viva,  a pesar de que no podía moverse.

"No te preocupes,  mi amor.  Todo estará bien",  dijo Thanawat,  su voz llena de esperanza.

Thanawat se sentó a su lado,  su mano acariciando la suya.

"Estaremos aquí contigo,  mi amor",  dijo Thanawat,  su voz llena de amor y protección.

Orm sintió un alivio recorrer su cuerpo,  un alivio que la hacía sentir segura,  a pesar de que no podía moverse.

La noche se extendía,  la luna seguía brillando en el cielo,  proyectando una luz fantasmal sobre la habitación.  Las máquinas seguían emitiendo sus pitidos,  un sonido que la hacía sentir atrapada en un mundo de metal y cables.

Pero Orm ya no estaba sola.  Su familia estaba allí,  a su lado,  llenándola de amor y esperanza.

Y en ese mar de amor,  en esa oscuridad que la envolvía,  Orm sintió una chispa de esperanza.  Una chispa que la impulsaba a luchar,  a luchar por despertar,  a luchar por volver a la vida.

Fin del Capítulo 29

Orm y Lingling: La mafia y la leyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora