D I E C I O C H O

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Desde que tenía memoria, el primer día de mi periodo había sido siempre una pesadilla. Los cólicos eran tan intensos que sentía que me iba a desmayar. El dolor se volvía insoportable, como si alguien me retorciera el vientre desde adentro, y en más de una ocasión había terminado en el baño, con náuseas y ganas de vomitar. Las pastillas rara vez me ayudaban, y lo único que podía hacer era acostarme en cama, acurrucada con una compresa caliente, esperando que pasara. Fui muchas veces con diferentes ginecologos para ver si había algo mal en mi que ocasionaba estos colicos tan fuertes, me hice diversos estudios y... nada. Al parecer todo estaba dentro de los parametros normales, asi que tuve que resignarme a vivir con esto.

Por suerte, esta vez mi periodo había llegado en lunes, mi día de descanso. Ese día había quedado en ver a Chris por la tarde, luego de la rehabilitación que les hacian a los jugadores, cada día despues de un juego. Los masajes, las terapias y las sesiones de recuperación después de los intensos partidos del fin de semana eran prioridad.  Sin embargo inevitablemente tuve que cancelarle.

Aunque mi cuerpo me exigía reposo, mi mente no dejaba de correr. Entre las películas, la charla con Briana y los constantes mensajes de Christopher, todo parecía estar en movimiento, excepto yo.

Chris: "¿Cómo te sientes ahora?"

Suspiré al leer su mensaje. A pesar de todo lo que estaba pasando entre nosotros, no dejaba de ser atento, especialmente cuando sabía que no estaba bien.

Olivia: "Sigo igual. Los cólicos están terribles, pero estoy viendo películas con Bri. Lamento que no podamos vernos hoy."

Hubo una pausa antes de que él respondiera, y me preparé para lo que vendría.

Chris: "No importa si no hay sexo, Olivia. Podemos vernos como amigos. Quiero verte."

Rodé los ojos. Siempre encontraba la manera de insistir, de hacerme sentir culpable por querer distanciarme un poco. Y la verdad, aunque su propuesta parecía inocente, sabía que nuestra relación estaba lejos de ser solo una amistad.

Olivia: "Chris, de verdad no estoy en humor para salir. Solo quiero quedarme aquí, en casa."

Pensé que eso lo detendría, pero una hora después, mientras Briana y yo estábamos hundidas en el sofá, viendo nuestra tercera película del día, el timbre sonó. Me quedé inmóvil por un segundo, mirando a Briana, quien me devolvió una mirada curiosa.

—¿Esperas a alguien? —preguntó ella, frunciendo el ceño.

—No... —respondí, pero en el fondo sabía exactamente quién podría ser.

Con un suspiro, me levanté lentamente del sofá, el dolor en mi vientre recordándome por qué odiaba tanto estos días. Al abrir la puerta, ahí estaba él: Christopher, con una bolsa llena de chucherías en una mano y, para mi sorpresa, una compresa caliente en la otra.

—¿Qué estás haciendo aquí? —le susurré, sintiendo una mezcla de ternura y molestia al mismo tiempo.

—Te dije que quería verte. Además, traje cosas que te ayudarán a sentirte mejor. —Sonrió de esa manera despreocupada que siempre me hacía desarmar mis barreras—. No vine a molestarte, solo quiero que descanses.

—Chris, no puedes venir así, sin avisar. —Le susurré, echando un vistazo al interior del departamento donde Briana estaba acomodada en el sofá.

—Somos amigos, Olivia. —Él encogió los hombros—. Briana lo sabe. No hay nada raro.

Suspiré, sabiendo que discutir con él era inútil. Lo dejé pasar, y cuando Briana lo vio aparecer en la sala, alzó una ceja.

—¡Hola, Chris! —dijo ella, visiblemente sorprendida. No solía verlo en situaciones como esta, y mucho menos en mi departamento con una compresa para cólicos.

LA FORMA EN QUE TE AMODonde viven las historias. Descúbrelo ahora