C A T O R C E

13 2 0
                                    

El sol acariciaba mi rostro cuando desperté, aún enredada en las sábanas. Mi cuerpo seguía caliente bajo ellas, y el peso del brazo de Christopher alrededor de mí me hizo fruncir el ceño de inmediato. Los recuerdos de la noche anterior llegaron como un golpe. Los gemidos, los susurros, la sensación de su piel contra la mía.

Dios.

Traté de moverme lo más discretamente posible, girándome con cuidado para no despertarlo. Cuando lo vi, dormido, con la luz del amanecer bañando su rostro, una parte de mí se quedó sin aliento. Los rayos dorados del sol hacían que su cabello brillara aún más, dándole un aspecto casi irreal. Era tan guapo que dolía. El contorno de su mandíbula, la suave respiración que indicaba su paz. Pero en medio de esa belleza, el pánico me invadió.

¿Qué había hecho?

Había arruinado todo. Nuestra amistad, y lo más importante, mi trabajo. El contrato... había roto la cláusula más importante. Mi carrera estaba en peligro por una noche de pasión, y no sabía cómo arreglarlo. Con el corazón acelerado, me levanté rápidamente de la cama, tratando de mantener la calma mientras buscaba mi ropa por la habitación.

Me puse mi ropa interior rápidamente, mi mente era un caos. Mientras terminaba de abrochar el sostén, escuché el inconfundible sonido de alguien carraspeando. Mi cuerpo se tensó, y me giré lentamente, sintiendo la sangre correr a mis mejillas.

Christopher me observaba desde la cama, con una expresión divertida y sus ojos entrecerrados por el sueño. Parecía relajado, como si la situación no fuera nada del otro mundo.

—¿Qué haces? —preguntó con voz ronca y una sonrisa suave como si el caos en mi mente fuera irrelevante.

Intenté recuperar el control de mis pensamientos, pero al verlo ahí, mi resolución flaqueó un poco. Me obligué a sonreír de manera casual, mientras buscaba alguna excusa.

—Solo estoy buscando el resto de mi ropa —contesté, tratando de sonar ligera mientras mi mirada vagaba por la habitación.

Christopher se levantó de la cama en un movimiento ágil, completamente desnudo. Mi corazón dio un vuelco, y me giré de inmediato, cubriéndome los ojos con las manos, sintiendo cómo mis mejillas se encendían.

—No seas ridícula, Olivia —dijo, riendo suavemente—. No es como si no me hubieras visto desnudo anoche... o antes de eso.

Tenía razón, pero eso no hacía la situación menos incómoda. Lo que había sucedido anoche era distinto. Era real. Ahora yo sabia perfectamente quien era él y Christopher sabia quien era yo.

Sentí su mano en las mías, apartando mis dedos con suavidad de mis ojos. Cuando volví a verlo, ya llevaba unos boxers puestos, pero su sonrisa seguía ahí, traviesa y desarmante.

—¿Quieres desayunar? —preguntó mientras bajaba a la cocina, su voz ligera como si la tensión en el aire no existiera—. Sabes que debes comer algo. El doctor dijo que no te saltes comidas.

Intenté recuperar mi enfoque. Necesitaba salir de allí antes de que cometiera otro error. Mi mente seguía enredada en el pánico de lo que habíamos hecho.

—No, gracias. De verdad, necesito irme —dije mientras buscaba mis pantalones por la habitación y me los ponía apresuradamente—. Voy a desayunar en casa.

Localice mi blusa en uno de los sillones, y baje apresuradamente hacia ella. Sentí su mirada en mí mientras terminaba de vestirme, y cuando me giré de nuevo, ahí estaba, parado a unos pocos pasos, observándome con una expresión que no supe interpretar. Mi corazón latía con fuerza. No podía quedarme más tiempo en su departamento.

LA FORMA EN QUE TE AMODonde viven las historias. Descúbrelo ahora