"La Niña de Porcelana"
Jacob Kai Fischer:
20/11/2022
Parecía ayer cuando se cruzó en mi camino, o mejor dicho, yo me crucé en el suyo. La vi por primera vez, una niña de seis años, pequeña y frágil, como una muñeca de porcelana. Estaba llorando desconsoladamente, perdida y sola, esperando a su madre que no llegaba. Algo que ese niño, que era yo en ese entonces, no entendía. Yo había vivido toda mi vida sin que nadie se preocupara por mí, aferrado a la idea de que no necesitaba a nadie. Pero verla indefensa, sentir que estaba ahí para ella, que podía ayudarla a llegar a su hogar, ser su lugar seguro por un instante, me alivió el alma. Quizás ella no lo sepa, pero eso me ayudó mucho.
Quién diría que esa niña de porcelana, tan frágil, ahora es toda una señorita de 18 años que creció a la par mía, estando tan cerca y tan lejos a la vez. La última vez que hablé con ella tenía 13 y yo 16, luego la volvi a ver pero esta vez de lejos, en ese momento ella cumplió los 15 y yo tenía 18, un año menor que su hermano. La razón por la que nunca me acerqué a ella es que no quería que alguien como ella se encariñara con alguien como yo. Yo mejor que nadie sé que es muy solitario encariñarse con alguien que eventualmente desaparece o querer a alguien que aparece cada dos años, ese soy yo, algo tan efímero en la vida de ella.
Si bien es cierto que quise mantener la distancia, esa niña no paraba de meterse en problemas. Ver su vida como un caos por culpa de su familia me hacía sentir una mezcla de preocupación y tristeza, lo que hacía que quisiera estar cerca pero siempre manteniendo la distancia adecuada con ella. Pero también, en algunas ocasiones, me hacía feliz. Verla sonreír, verla crecer, verla luchar, me llenaba de una extraña felicidad, el simple hecho que ella existía. Pero lo que yo siento en este caso es insignificante. Toda mi existencia estuvo rodeada de inestabilidad. Nada en mi vida se mantuvo estable. Yo lo soporté, pero odiaría que esa niña de porcelana frágil se aferrara a alguien como yo. No quisiera ser la causa por la cual ella estuviera triste.
Por eso he preferido mantener la distancia, estar solo para no someter a nadie más que a mí mismo, al fin y al cabo a ella le gusta estar sola, le gusta ser ella, nunca estuvo hecha para otros, ni siquiera para mí. Pero el hecho de que llame la atención es algo inevitable siendo tan bonita.
-Tener Instagram fue un error.
- ¿Acaso esa niña no se cansa de seguirme? En la escuela y ahora por Instagram... Ahora que lo pienso, me es inevitable sonreír cuando estoy hablando de ella. ¿Cómo supo mi nombre? Esa niña ingrata...
Un recuerdo se apodera de mí, un recuerdo que me llena de nostalgia y ternura:
*Recuerdo cuando la llevé a casa después de la escuela. Tenía solo seis años, y su madre no había ido a recogerla. Estaba tan asustada, tan sola, que no podía parar de llorar. La tomé de la mano, la abracé, y le dije que todo iba a estar bien. Caminamos hasta su casa, y la vi sonreír por primera vez. Fue una sonrisa que me conmovió.
Me quedo mirando la pantalla del teléfono, con una mezcla de tristeza y alegría. Me debate entre la duda y la esperanza. Sé que lo mejor para ella sería mantener la distancia, pero también siento un deseo inmenso de acercarme a ella, de volver a ser parte de su vida. ¿Cómo puede ser que alguien tan especial, tan llena de luz, se haya cruzado en mi camino? ¿Cómo puede ser que yo, con mi pasado inestable y mi presente incierto, me haya atrevido a sentir algo tan fuerte por ella?
*No sé qué hacer. No sé si debo acercarme a ella. No sé si debo dejar que siga pensando en mí. Pero una cosa sí sé: la niña de porcelana, esa niña que me robó el corazón hace tantos años, sigue siendo la misma. Y yo, a pesar de todo, sigo sintiendo algo por ella.
Cierro la aplicación de Instagram, con un suspiro profundo. No sé qué hacer, pero sé que no puedo ignorar lo que siento. La niña de porcelana, mi niña de porcelana, sigue siendo una parte importante de mi vida. Tal vez, solo tal vez, pueda encontrar una forma de acercarme a ella sin dañarla, una forma de ser su amigo, su confidente, sin que mi pasado inestable se interponga en su camino.
A veces me acuerdo de cuando iba a visitar a Jasper y la veía. Se me ocurre que tal vez ella se acuerde de la muñeca que le regalé cuando cumplió nueve años. Ella siempre decía que quería una muñeca con chupete, pero no le puse nombre al regalo para que no supiera quién se lo regaló o que pensara que fuera de sus padres. Me pregunto si la seguirá teniendo.
Recuerdo también cuando la veía andar en sus patines. Se caía mucho, pero siempre la levantaba. Una vez le curé la rodilla... ¿Se acordará de eso?
me pregunto si ella se acuerda de la vez que la llevamos a la plaza con su hermano. Era un día soleado y ella estaba jugando con un globo rojo. Se le escapó de las manos y salió volando. Ella empezó a llorar, pero entonces, como si fuera un acto reflejo, corrí hacia ella y la abracé. Le dije que no se preocupara, que lo encontraríamos. Y así fue. La vi sonreír, una sonrisa que me llenó de una alegría que no sabía que podía sentir.
Yo no soy el tipo de persona que regala cosas. Pero, en ese momento, sin pensarlo dos veces, le compré un globo nuevo, un globo azul, su color favorito.
Me pregunto si ella se acuerda de eso. ¿Se acordará de esa sonrisa y de ese globo azul?
Me siento confundido. ¿Qué es lo mejor para ella? ¿Mantener la distancia y evitarle cualquier dolor? ¿O arriesgarme a acercarme a ella, a ser su amigo, a ser alguien importante en su vida? Sé que no hay respuestas fáciles, que la decisión que tome tendrá consecuencias, pero también sé que no puedo seguir ignorando lo que siento por ella.
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Mi Meraki
RomansaLEAN NO SE VAN ARREPENTIR!!! póngale una estrellita 💫 💫 Para el chico que puede volar hasta la luna incluso aunque no tenga alas. Bienvenidos a esta historia de farasha Russel una chica que se enamora de su amigo que cree que es imposible que el...