Farasha
Estos últimos días que pasé junto a Jacob habían sido, sin duda, los mejores de mi vida. Su sonrisa, sus atenciones, sus palabras llenas de cariño... habían hecho que mi corazón latiera con una fuerza que nunca antes había experimentado. Era como si una melodía nueva, hermosa y vibrante, se hubiera instalado en mi pecho, resonando con cada latido.
Pero había algo que me preocupaba, algo que me hacía sentir un nudo en el estómago, como si un pequeño pájaro estuviera dando vueltas en mi interior, picoteando mis entrañas con sus alas nerviosas. Jacob, el último día que nos vimos, estaba triste, pensativo. Su mirada, que normalmente brillaba con una intensidad que me cautivaba, se había apagado, como si una nube oscura hubiera cubierto el sol. ¿Sabrá que me tengo que ir de la ciudad? ¿Habrá notado mi tristeza al despedirme, la forma en que mis ojos se llenaron de lágrimas al abrazarlo?
Antes de que me diera ese abrazo tan inesperado, le dejé una carta en el bolsillo de su chaqueta. Una carta llena de palabras que no pude pronunciar en voz alta, palabras que expresaban la intensidad de mi cariño, la profundidad de mi admiración, la fuerza de mi deseo de que nuestro encuentro no fuera un simple sueño fugaz. Ojalá la lea. Aún tengo una semana para irme, y me encantaría que pudiéramos salir, o al menos que vaya a despedirse de mí en la estación de buses. Que me mire a los ojos, que me diga adiós con la misma intensidad que me dijo "estoy orgulloso de ti cuando termine la preparatoria", con la misma intensidad que me hizo sentir que podía conquistar el mundo.
El día que había decidido pasar la semana con Jacob le escribí a Wendell, diciéndole que estaría ocupada toda la semana. Nos veríamos el sábado, después de que mis siete días con Jacob terminaran. Le prometí que iría a la cafetería, y así lo hice. Caminé por las calles, con el corazón a punto de salir de mi pecho, con la mente llena de imágenes de Jacob, con la esperanza de que nuestra despedida no fuera tan dolorosa como la que me había imaginado.
Llegué a la cafetería, con el corazón latiendo con fuerza, como si un tambor estuviera tocando un ritmo frenético en mi pecho. Había estado pensando en Jacob todo el día, sus ojos tristes, su sonrisa melancólica, su abrazo inesperado. Pero ahora tenía que concentrarme en Wendell. Le había prometido que nos veríamos, y no podía fallarle. No podía dejar que la tristeza que me invadía por dentro se apoderara de mí.
Lo vi sentado en una mesa cerca de la ventana, con una taza de café humeante frente a él. Sonrió al verme y se levantó para saludarme. Su sonrisa, aunque amable, no tenía la misma intensidad que la de Jacob. Su mirada no reflejaba la misma pasión que la de Jacob. Su sonrisa era como una flor marchita, hermosa pero sin vida.
-"Farasha, me alegra verte", dijo, con una sonrisa que no llegaba a sus ojos. "He estado pensando en ti todo el día".
-"Yo también en ti, Wendell", respondí, sintiendo un nudo en la garganta. "He estado ocupada, pero no quería faltar a nuestra cita".
-"Entiendo", dijo, sentándose de nuevo. "¿Cómo estuvo tu semana? ¿Hiciste algo divertido?".
-"Sí, la verdad es que sí", respondí, sin querer entrar en detalles sobre mis días con Jacob. "He estado haciendo muchas cosas, aprendiendo cosas nuevas, conociendo gente".
-"Me alegra escuchar eso", dijo, con una mirada que me hacía sentir incómoda. "Farasha, desde mucho te quiero decir algo...
Su voz era suave, pero llena de emoción y su mirada parecía nerviosa. El entorno se volvió incómodo, como si una telaraña invisible hubiera tejido un muro entre nosotros. Pero me mantuve calmada para que él no se sintiera incómodo. No quería que mi tristeza se contagiara a él.

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Mi Meraki
RomanceLEAN NO SE VAN ARREPENTIR!!! póngale una estrellita 💫 💫 Para el chico que puede volar hasta la luna incluso aunque no tenga alas. Bienvenidos a esta historia de farasha Russel una chica que se enamora de su amigo que cree que es imposible que el...