capitulo 16

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Farasha

Desde que llegué a esta ciudad todo me parecía tan extraño y abrumador. Las calles, los edificios, los rostros, todo era diferente, como si hubiera llegado a otro planeta. Pero con el tiempo, he ido conociendo la ciudad, sus calles, sus parques, sus tiendas. He encontrado lugares que me gustan, lugares que me hacen sentir cómoda.

He descubierto un pequeño café con mesas al aire libre donde me gusta escribir en mi cuaderno, un librería con aroma a papel viejo y un parque con un lago donde los patos nadan con tranquilidad. La ciudad ha comenzado a tejerse en mi vida, como un tejido fino y delicado.

También he encontrado trabajo. No es nada emocionante, pero es algo estable y me permite pagar mis cuentas. Y lo más importante, me ha permitido ahorrar un poco de dinero. Lo suficiente como para comprarme un celular nuevo.

Estoy caminando hacia la tienda de electrónica ahora mismo. Estoy emocionada de elegir un nuevo celular, de explorar todas las opciones y características que ofrece. Es un pequeño lujo, pero es algo que me hace sentir bien.  Además, será mío, de verdad mío. Ya no podré depender de que mi madre me preste el suyo, ni de que me lo quite en un arranque de ira.

Mientras camino, no puedo evitar pensar en Jacob. Cada día que pasa es difícil de diferenciar si le duele menos o le duele más el hecho de estar lejos de él. A veces, siento que el dolor se ha ido atenuando, que puedo respirar un poco más fácilmente sin él. Pero otras veces, siento que el dolor es aún más intenso, que me duele más que nunca.

No sé qué es lo que me pasa. No sé por qué no puedo dejar de pensar en él.  A veces me imagino cómo estará, si estará pensando en mí, si estará feliz.  Pero supongo que es porque él fue una parte tan importante de mi vida durante tanto tiempo. Y ahora que no está, siento un vacío que no sé cómo llenar.

Llego a la tienda de electrónica y entro. Me rodea el ruido de las personas hablando y el zumbido de los aparatos electrónicos. Me siento un poco abrumada, pero también emocionada de explorar todas las opciones que hay aquí. Tal vez, encontrar un nuevo celular sea el primer paso hacia una nueva vida, una vida sin Jacob.

La tienda me parece un mundo de posibilidades, un universo de colores y modelos muy bonitos.

.....

El celular nuevo, frío y brillante, descansaba en mi mano.  Su pantalla, aún sin configurar, reflejaba mi rostro, un rostro que se había ido transformando poco a poco en los últimos meses.

Luego de configurarlo, sin pensarlo dos veces, abrí la aplicación de contactos y agregue a Madison para escribirle un mensaje, tecleé con rapidez:

"Mad, te extraño!  Sé que he estado desaparecida, pero me he mudado a otra ciudad y he tenido mucho que asimilar.  He estado mal, pero estoy intentando salir adelante.  Ya tengo mi nuevo celular, ¡por fin!  Te cuento todo cuando me llames, Besos! 💕"

Le di a enviar y sentí un pequeño alivio al saber que mi mejor amiga estaba al tanto de mi situación.

"Ahora, Instagram", pensé, con una sonrisa.  "Necesito ver qué ha pasado en el mundo mientras yo estaba perdida."

Pero al ingresar mi usuario, la pantalla me mostró un mensaje que me heló la sangre: "Contraseña incorrecta".  ¡Maldición!  Se me había olvidado mi contraseña.  ¿Cómo era posible?

"Supongo que también me quedé sin Instagram", murmuré, con un dejo de resignación.  Tal vez era una señal del universo, una indicación de que debía dejar atrás el pasado y concentrarme en el futuro.

De repente, un recuerdo llegó a mi mente.  Wendell, me había dado su número escrito en un papel, una vez que salíamos de la preparatoria.   ¡Claro!  Lo tenía guardado en mi libreta.

Llegué a casa, respirando hondo para calmar la ansiedad que me invadía.  Me encerré en mi habitación, buscando mi libreta entre los papeles y libros que había ido acumulando.  Encontré el número de Wendell, con su letra torpe pero familiar.

Tomé una bocanada de aire y tecleé:

"Hola Wendell, soy Farasha.  Perdón por estos meses que no te escribí, es que me quedé sin celular pero ahora me compré uno nuevo y también me cambié de ciudad.  ¿Cómo has estado tú?".

Le di a enviar y esperé, con la incertidumbre carcomiéndome por dentro.  Tal vez esta era una nueva oportunidad, una nueva vía para conectar con el mundo, para dejar atrás el dolor y comenzar una nueva vida.

....

Ha pasado un mes desde que compré mi celular, antes solía tener muy pocos mensajes y casi todos eran del colegio, ahora se había llenado de mensajes de Wendell.  Hablamos todos los días, sin parar, como si hubiéramos sido amigos desde siempre.

Wendell era un chico diferente a Jacob.  No tenía la misma intensidad, ni la misma seguridad en sí mismo.  Pero era amable, divertido y tenía una forma de ver el mundo que me fascinaba.  Su humor era ligero, sus palabras llenas de optimismo.  No me hacía sentir presionada, como si tuviera que ser perfecta para él.

Un día, me escribió: "Farasha, ¿te gustaría que fuera a verte?  Me gustaría ir a visitarte ".

Mi corazón dio un vuelco.  "Wendell, no hace falta que viajes tan lejos solo para verme".

Pero él insistió, y poco después, me escribió: "Ya estoy en camino.  Te veo pronto".

Llegó un día soleado, con una sonrisa tímida y un ramo de flores silvestres en la mano.  Me sentí un poco nerviosa, pero también emocionada.  Wendell era un chico muy lindo, su pelo blanco y sus ojos verdes, un amigo que había llegado a mi vida en el momento preciso.

Sin embargo, cada vez que lo veía, no podía evitar sentir que estaba viendo a Jacob.  Era como si la sombra de Jacob se extendiera sobre cada momento, sobre cada gesto, sobre cada palabra.  Trataba de olvidarlo, pero él no cooperaba.

A pesar de todo, Wendell fue muy bueno conmigo.  Ese día que vino a visitarme, me invitó a un helado y me contó sobre sus entrenamientos como capitán del equipo de basket.  Me dijo que su padre quería que estudiara abogacía, pero que él solamente quería jugar basket.  No se comparaba a las conversaciones que tenía con Jacob sobre, arte, océano y pesca.  Las palabras de Jacob tenían un peso diferente, una profundidad que me cautivaba.


Sin embargo con Wendell nos volvimos tan cercanos que parecíamos mejores amigos.  Hablábamos de todo, de nuestros sueños, de nuestras familias, de nuestras experiencias.  Y con el tiempo, el dolor que sentía por Jacob comenzó a disminuir.

Wendell me había ayudado a sanar.  No sé si alguna vez olvidaré a Jacob, pero sé que ahora estoy aprendiendo a vivir sin él.  Y eso, gracias a Wendell.

Mi MerakiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora