Mi Meraki

capitulo 10

Farasha Russel:

A principios de año, en una competencia escolar, lo vi desde lejos. Un chico llamado Wendell atrajo mi atención de inmediato; su cabello blanco, de un color tan brillante que parecía capturar la luz del sol, se movía con una energía propia. Más tarde, supe que era el capitán del equipo de baloncesto, un líder tanto en la cancha como en el corazón de muchas chicas. En ese momento, Jacob aún no había regresado a mi vida, y aunque sus recuerdos aún me perseguían, había un pequeño destello de esperanza.

Ahora, volviendo al presente, estaba en la escuela con Madison, riendo y compartiendo los nervios típicos de los exámenes finales. Fue entonces cuando Wendell pasó por nuestro lado, su figura imponente contrastando con la multitud. Mi corazón latió un poco más rápido, una mezcla de admiración y un ligero nerviosismo.

Un rato después, mientras me dirigía al baño, me choqué inesperadamente con él. Mi mente se quedó en blanco por un instante, viendo cómo él parecía tener prisa, sus ojos reflejaban una preocupación palpable.

"¿Te encuentras bien?", le pregunté, tratando de ocultar mi sorpresa y mantener la compostura.

"Perdí mi tarjeta escolar", respondió, su voz temblando levemente con un tono de desesperación que me conmovió profundamente. Era como si, en ese momento, el mundo se detuviera y solo existiéramos él y yo.

"No la he visto", respondí, buscando por el suelo como si eso pudiera traerle suerte.

"Por favor, ayúdame a encontrarla. Tengo prisa para ir a la biblioteca", me suplicó, su mirada intensa me atravesó, llenándome de una urgencia que no podía ignorar.

Sin pensarlo dos veces, comenzamos a buscar por todos lados; revisamos entre los casilleros, debajo de los bancos y en cada rincón que pudimos. La ansiedad crecía en su rostro, y no podía evitar sentir una conexión cada vez más fuerte con él a medida que compartíamos ese momento.

Finalmente, con un gesto de desesperanza, Wendell me miró y, con una expresión que hacía que mi corazón se apretara, dijo: "¿Me prestas tu tarjeta? Por favor." Su voz era suave, casi una súplica, y su mirada reflejaba una vulnerabilidad que rara vez se ve en alguien tan seguro de sí mismo.

"Claro, toma", le dije, sintiendo una mezcla de empatía y emoción mientras le entregaba mi tarjeta escolar.

En esas fechas del año, es normal que los estudiantes estén así de alborotados; La presión de los exámenes y las calificaciones se siente en el aire. Algunos enfrentan la posibilidad de no aprobar, mientras que otros, como yo, se preparan para dar un gran salto hacia el futuro al terminar la secundaria. Pero en medio de la confusión, ese breve encuentro con Wendell me hizo sentir que quizás, solo quizás, había más en juego que solo las notas.

"Ay no! Estoy a nada de mi fiesta de graduación y no tengo vestido. Entre en desesperación. "No es momento de ponerte así", pensé, tratando de calmar la oleada de pánico que me recorría. Me mojé la cara con agua fría, tratando de recuperar la compostura. Volví al salón, rezando para que nadie me pidiera la tarjeta escolar porque no la tenía.

Estaba sentada en clase, supuestamente tomando notas, pero mi mente estaba en otro lugar. El profesor hablaba sobre ecuaciones cuadráticas, pero sus palabras se convertían en un murmullo distante. Mi cerebro estaba ocupado con Wendell y nuestro reciente encuentro. La imagen de su mirada intensa, la forma en que su voz temblaba al pedirme ayuda, me llenaban de una mezcla de confusión y emoción.

Pero entonces, mi mente saltó a Jacob. Recordé nuestra conversación en la cafetería, una de esas charlas casuales que se vuelven significativas con el paso del tiempo. "¿Si salís con alguien más?" Me había parecido una pregunta inocente en ese momento, pero ahora me hacía preguntar: ¿qué pasaría si saliera con alguien más? ¿Alguien como Wendell?