24. LO QUE PASA EN TEXAS

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El clima de Texas era un poco más ácido y seco que el de Nevada. El ambiente ya olía a sol y tierra áspera incluso antes de que el avión aterrizara en el aeropuerto.

Nadie nos esperaba a Lola y a mí en el aeropuerto, y eso era por que nadie sabía que llegábamos. Era una sorpresa. Cogimos un taxi y luego volvimos a nuestro barrio. En la esquina de la calle novena con Pavonia Avenue. Dejé a la chica en su casa y saludé a sus padres que gritaron como locos al vernos.

—Nos vemos mañana—Lola me abrazó mientras yo me marchaba de su casa a la mía—. Llamaré a todos y nos tomaremos unas copas antes de la cena ¿Te apetece?

—No mucho—intenté sonreír. Tenía ganas de ver a mis padres y al resto de nuestros amigos. Pero aquella vuelta había sido agridulce. Echaría de menos a Cam, incluso aunque solo iban a ser unos días ¿Cómo había pasado eso en tan solo dos meses? ¿Cómo me había enamorado de manera tan fuerte en tan poco tiempo?

—Oh, nene—ella me abrazó con fuerza y yo sonreí.

—Está bien, ya vale—la aparté un poco—. Se supone que esta visita es algo feliz. Estoy bien.

—Te llamaré mañana—insistió.

Me giré y la saludé con la mano mientras bajaba los escalones de su casa y me dirigía hacia la mía, tirando de mi macuto, unas cuantas casa más abajo. Las casas de novena calle eran todas del color gris de ladrillo lacado, con un pequeño porche con escaleras y una pequeña entrada para dejar el coche. El de mi madre estaba en la entrada, así que estaba en casa. Solo había una ventana en la pequeña fachada, y era la que daba al salón. Subí los escalones de la entrada y llamé a la puerta. No es que no llevara llaves, las llevaba, pero prefería la sorpresa.

— ¡Aidan!—efectivamente ella gritó y me abrazó y tiró de mí hacia el saloncito pequeño que había tras la puerta.

Ella era una persona alta, delgada y extremadamente neurótica. Nos parecíamos un poco en el físico, pero nada más. Yo era más bien como mi padre. Un tipo curioso y aparentemente tranquilo.

—Tienes que contármelo todo—gritó mientras me quitaba la mochila de los hombros y me llevaba hasta el sofá, donde me agarró de las manos mientras daba saltitos de euforia—. ¿Qué tal por Reno? ¿Has hecho amigos? ¿Y las clases? ¿Y la universidad? Oh, Dios mío, te brilla la mirada, hay un chico verdad ¡Tiene que haber un chico! ¿Cómo es? ¿Dónde le conociste?...

—Mamá, mamá, mamá—la detuve—. Tranquilízate. Te lo voy a contar todo, pero por favor, más despacio—reí a carcajadas y luego la abracé con fuerza—. Dios, como te he echado de menos.

—Oh, y yo a ti, cielo—me acarició el pelo—, y yo a ti.

Me levanté a por un vaso de agua y luego me pasé todo el día poniéndola al tanto de todo. Incluso mientras ella preparaba la cena y yo la ayudaba, hablamos sobre Cam. Ella estaba muy contenta y me preguntaba sobre muchas cosas, incluso cosas que yo no sabía.

— ¿Por qué no le has traído?—la conversación prosiguió incluso mientras cenábamos y luego recogíamos los platos—. ¿Cuándo le conoceré?

—Mamá, aún no sé...—no podía decirle a Kate lo complicado que era Cameron Diggs, y mucho menos la historia del por qué era tan complicado—. Es pronto.

Tampoco podía traerlo de inmediato. Cam y yo necesitábamos algo de calma con todo aquello que estaba siendo tan intenso. Como dice el refrán, íbamos aprendiendo a caminar antes de echar a correr. Pero también me preocupaba el como vería Kate a Cam. Por que era cierto que el chico había cambiado un poco, ya era menos retraído, un poco más comunicativo y menos borde. Pero sus cambios se debían casi siempre al estar conmigo. Con el resto era más o menos... igual que siempre. Aunque creo que intentaba integrarse por mí. No, aún era pronto para las presentaciones.

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