CAPÍTULO 42

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"Nadie nos advirtió que extrañar es el costo que tienen los buenos momentos"

Mario Benedetti.

Lykos

Te esperé.

—Aquí está la lista de la medicación que tiene que tomar su hermana. No necesitará venir más al menos que su pierna le duela.

Escucho atentamente cada una de sus instrucciones sin desviar la mirada sobre el móvil que no ha dejado de sonar desde que entré en su despacho.

Le dije a Aquiles que no tenía que llamarme al menos que sea sumamente importante.

—Y por su pierna, ¿no hay ninguna terapia que deba hacer?

—No, luego de la operación nos hemos dado cuenta que está reaccionando muy bien a los medicamentos. No necesitará más citas con su terapeuta.

Asiento mucho más tranquilo y feliz por ella. Mi hermana siempre ha sido una mujer activa, no le gusta quedarse sin hacer nada.

—Ahora solo necesita firmar aquí para que ella pueda regresar a casa.

Tomo el montón de papeles que me entrega y sin leer mucho, pongo mi firma en cada una de ellos.

Salgo para regresar a la habitación cuando mi móvil empieza a sonar otra vez. Lo he ignorado cuando estaba con el doctor, pero parece que lo que Aquiles tiene que decirme no puede esperar.

¿Sí ,Aquiles?

Me hago a un lado huyendo del ruido.

Disculpa la insistencia, pero el señor Gangnera se ha despertado.

¿Ha hablado, preguntó por alguien, por su hija? —no habla— ¡Contesta!

De repente una mezcla de sentimientos me invade. He esperado este momento durante ocho meses.

Necesito que venga aquí inmediatamente, señor Lancier.

¿Me dió una orden a mí?

¿Me está ordenando, señor Rivosky?

La dureza y la firmeza en mi voz se nota de inmediato haciendo que el hombre al otro lado de la línea cierre la boca. Pero no es lo que quiero ahora. Me hubiera gustado que lo hiciera en otro momento, pero ahora lo que quiero es que me hable del estado de Jean Mari.

¿Se ha comido su lengua el ratón?

Lo oigo raspar la lengua.

Su presencia aquí es urgente ahora, señor Lancier.

Se oye mucho más calmado que hace un rato.

Vale, estaré ahí en menos de una hora.

Vale. Aquí lo espero entonces.

Cuelgo.

En vez de ir en dirección del cuarto y entregar lo que llevo entre las manos a la mujeres que se encuentran ahí, camino hacia la salida donde veo a Janick con gafas parado delante del coche como un agente secreto.

LA RULETA NEGRA [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora