Capíтυlo 53. 00: <Presenciando el mejor momento>.

59 21 71
                                    

Nueve мeѕeѕ de eмвarazo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Nueve мeѕeѕ de eмвarazo.

Escuchar los gritos desgarradores de su pequeño novio panzón, YoonGi promete, le estruja cada jodido rincón del alma. Porque es ser testigo de cómo su pequeño JiMin está dando toda su fuerza para traer a este mundo una pequeña pieza que se formó por gracia de los dos. Y, aunque es difícil mantener la cordura en un momento como este, YoonGi también es otro que está poniendo todo de sí para no fallarle a su pequeñita familia.

Y cuando se dice que está poniendo todo de sí mismo, se refiere a que su pobre lengua sabe a puro metal, por eso de que se la ha pasado constantemente mordiéndosela para no caer desmayado, pues hay que hacer recuerdo de que, precisamente un Omega dando a luz, fue el principio de su trauma mas grande.

Pero ahí se halla; tratando de motivar y alentar a su pequeño JiMin, dejando de lado sus propios problemas para darle prioridad a los de su pequeño JiMin.

—Madre de Dios... No-no corro, no huyo, busco un adulto y pi-pido ayuda —YoonGi se autoterapea; tan blanco como un fantasma y más sudoroso que el mismísimo pequeño JiMin. Se encuentra haciéndole competencia a una gelatina, porque tiembla como si tal estuviese metido en una tina con hielos—. No-no corro, no huyo, busco un adulto y pido ayuda, sí.

—H-Hyung —el pequeño JiMin llama a su Alfita de ligeros traumas en un sublime jadeo, que le llega a su Alfita hasta lo más recóndito del corazón y oprime su pecho. El pequeño JiMin forja aquel agarre que mantiene en la mano de su Alfita y lo jalonea con fuerza, queriendo llamar su atención.

El pequeño JiMin está empapado de sudor; su pobre pechito está que sube y baja con total brutalidad y, de vez en cuando, se atraganta con su propia saliva. Su cuerpecito de Omega bonito parece, en ocasiones, no dar para más y desear rendirse. El propio JiMin, no obstante, es más fuerte que lo que su propio cerebro cree, por lo que actúa con el corazón y continúa dando todo de sí mismo para que su cachorrita logre ver la luz del día.

—Dime, pequeño JiMin —YoonGi enfoca tanto su mirada como su atención, únicamente, en su precioso y amado novio. Con ambas manos sujeta aquella regordeta que se aferra a él—. Aquí está tu Alfita, pequeño JiMin.

—Gracias po-por estar aquí, H-Hyung, conmigo. —A JiMin le gana el sentimiento a raíz de las hormonas, por tanto, rompe en llanto mientras se encuentra pujando a petición del doctor brillitos—..., gra-gracias por estar en el día má-más importante para mí.

YoonGi sonríe conmocionado y, a su vez, con un dije de culpabilidad hacia sí mismo por las pequeñas inseguridades que le creó al amor de su vida. YoonGi asegura el agarre entre sus manos; de pronto se le da por dedicarse a ser quien seque el sudor de la frente de su pequeño JiMin, en vez de la enfermera encargada de ello. Posteriormente, en un acto de sincero amor, acerca su frente a la sudadita y fría de JiMin para unirlas durante un instante.

—Si yo pudiera estar en tu lugar, pequeño JiMin, no me lo pensaría dos veces para sacarte de esta camilla. Porque no sabes cómo me parte el corazón todo tu sufrimiento —le confiesa al pequeño JiMin a base de susurros, con el corazón en las manos—... Pero quiero agradecerte por poner todo de ti mismo por traer a nuestra bebé a este mundo. Gracias por tanto y perdón por tan poco, bebé.

—Gracias a ti, Hyung, porque... porque, aunque tu lengua está ensangrentada por tantas mordidas, has puesto toda tu fuerza de voluntad para mantenerte consciente a mi lado —JiMin responde a voz susurrante, de modo en que esta conversación sea íntima entre ellos dos, como Alfa y Omega que son. Entonces, gracias a la sensibilidad del tema, una lágrima se desliza por la esquina del ojito de JiMin, cuando eleva su mano con la poca fuerza que tiene y consigue tocar con ella la pálida y fría mejilla de su Alfita—. Estaba asustado antes, ¿sabes? Pero tu sola presencia me dio el coraje que necesito para continuar. Por favor, no te vayas nunca de mi lado, Hyung, nunca.

—Te lo prometo, pequeño JiMin —YoonGi da su palabra; palabra de Alfa.

—¡Genial! Entonces, ¿por qué no nos enfocamos más en pujar y menos en confesiones sentimentalistas creadas por el capitalismo de este maldito país? —El doctor brillitos, junto a toda su humanidad, interrumpe tan mágico momento entre novios. De repente se aparece en medio de JiMin y YoonGi, con su acostumbrado tonito sarcástico—. ¿O es que aquí la botella de cloro vencido piensa, si es que piensa, que yo tengo todo el tiempo del mundo para esperar a que termine tan íntimo momento?

—Te iba a preguntar por tu Omega, pero me acabo de acordar de que, precisamente por ese feo carácter, eres un abandonado —ataca YoonGi tras torcer los ojos por el vivo sinónimo de sarcasmo que su novio tiene como doctor.

El doctor brillitos, como respuesta y única defensa, formula una pedorreta con la boca antes de regresar a su lugar.

Instantes más tarde, como desde un principio, los gritos desgarradores y cansados de JiMin vuelven a inundar la habitación de parto. YoonGi le hace compañía; nunca le suelta la mano, nunca se aleja y nunca para de alentarlo con las palabras más bonitas que han logrado calar los oídos de JiMin. Éste se hace un mar de llanto y la viva imagen de lo que podría considerarse el más terrible de los dolores. Sin embargo, demuestra que es fuerte y no para de pujar en ningún momento...

Hasta que en la habitación cesan sus gritos y, en su lugar, comienza a escucharse un fuerte llanto de bebé.














Un Alғa lιgeraмenтe тraυмado. ♡&lt;&lt;𝒀𝒐𝒐𝒏𝑴𝒊𝒏&gt;&gt;♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora