Capíтυlo 30. 00: <Hablando con el vecino Omega panzón>.

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Seis мeѕeѕ de eмвarazo

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Seis мeѕeѕ de eмвarazo.

—Ay, me dejaron —lloriquea un YoonGi con todos los mocos de fuera, aferrándose a lo único que nunca podría abandonarlo: Mandarinita—, me dejaron.

Él debería estar cumpliendo con sus horas laborales en el trabajo, pero, en vez de ello, está sentado en la banca de madera que hay en la entrada de su casa; aquella que fue su nidito de amor con el pequeño JiMin durante tanto tiempo.

Él no es más un Alfa, desde hace ya mucho que es tan sólo una cascada viviente derrochando agua salada por los ojos. De manera constante oculta su cara empapada entre el cuello peludo de su gata naranja, para no sacar a la luz sus grititos agudos de Alfa abandonado.

—¿Todo en orden, Hyung? —El Omega panzón vecino llamado BeomGyu se ha acercado a preguntar con timidez, pues bajando del taxi alcanzó a ver a YoonGi hecho un mar de lágrimas. De inmediato se preocupó y no dudó en acercarse.

—No —YoonGi niega, gimoteando simultáneanente.

Tras mostrar su rostro a la luz, genera que BeomGyu termine por preocuparse. Sus ojos yacen muy irritados y severamente hinchados a causa de su alergia. Además, parece no estar respirando correctamente. Es como si la respiración se le entrecorta y entonces coge grandes bocanadas de aire para tratar de ayudarse.

BeomGyu toma asiento a su lado, incluso más tímido que desde un principio. Ha llegado de hacer algunas compras para su bebé de pronta llegada, por lo que carga consigo varias bolsas de papel.

BeomGyu no sabe si su vecino Alfa padece de alguna enfermedad, pero, por la manera en que intenta coger oxígeno, le nace la idea de regalarle una bolsa de papel.

—Según lo que he aprendido de mis clases de yoga para Omegas embarazados, debes respirar lentamente —le explica a su vecino Alfa mientras le soba la espalda y el pecho, en ayuda—. ¿Quieres que te acompañe al hospital? Me parece que no es normal tu estado, Hyung.

—Estoy bien.

—¿Seguro?

—Sì, panzón, sí.

YoonGi se repone con los minutos. Logra estabilizar su respiración gracias a la bolsa de papel. Sentir los síntomas de su hiperventilación le han dado la lección de mantenerse tranquilo. Exaltarse no le va a dejar nada bueno.

Mientras su vecino panzón le echa aire con las manos, él se toma su tiempo para acabar de estabilizarse. Pasa saliva con dificultad, se seca todo rastro de lágrimas con el borde de su camisa blanca. A continuación, es de vida.

—¿Y tú? ¿Por qué tan solo estando tan panzón? —de pronto se le da por preguntarle al tímido BeomGyu—. ¿No tienes Alfa o qué?

—Oh... Él no pudo acompañarme de compras —menciona BeomGyu con las mejillas pintadas en carmesí, bastante abochornado.

—¿Sabes? Comienzo a creer que él no existe —confiesa de mirada entrecerrada, analizando a su vecino panzón con total desconfianza—. ¿No será que eres esquizofrénico y él es parte de tu imaginación?

—Por supuesto que no, Hyung —BeomGyu se echa una carcajada—. Es sólo que él trabaja mucho.

—¿Todo el día? —curiosea como el imprudente que es—. Porque, en serio, nunca lo he visto.

BeomGyu da un extenso suspiro en lo que aparta la cara. Se pone todo cabizbajo, deprimido. BeomGyu no puede disimular, ya habiendo tocado el tema de su Alfa, lo mucho que quiere llorar.

YoonGi hace una línea recta con sus labios, tamboreando la pancita rechoncha de su gata naranja echada en su regazo. ¿Se pasó de directo? De ser así, en su defensa, tacto y discreción son dos dones que no tiene.

—Lo cierto es que..., él es empresario y se la pasa viajando —BeomGyu de arma de valor para sincerarse, así que dice murmurante. Eso sí, evade la mirada ajena—. Desde hace cuatro meses él está en Tailandia por negocios.

—Pero estás panzón. ¿Cómo puede dejarte a ti con toda la carga? —YoonGi no lo comprende y lo expresa en sus facciones, que gesticulan incredulidad—. ¿Qué clase de Alfa debe ser si deja a su Omega abandonado?

—Él no es un mal Alfa, simplemente su trabajo lo consume mucho —BeomGyu trata de defender a su Alfa—. Pero yo sé que me ama y que ama a nuestra cachorrita.

BeomGyu traslada sus ojitos de Omega aferrado hacia su pancita de ocho meses. La acaricia con sus manos con toda la devoción y adoración que un Omega puede sentir por la criatura que habita ahí adentro.

YoonGi, por su parte, observa a BeomGyu con unos ojos juzgones. YoonGi niega con la cabeza constante y lentamente, no pudiendo creer que exista en el mundo un Omega más ciego que el él que tiene a su lado.

—Ay, Omega, por favor, date cuenta, ¿quieres? ¡Abre esos ojotes! —Él pierde la paciencia y ahora está listo para esparcir su veneno—. Si ese Alfa realmente te quisiera, ¡te lo haría saber!

—Pero lo hace, Hyung —le responde BeomGyu, cohibido y, a su vez, valiente—. Él siempre dice que me ama y que...

—¡¿Y qué?! ¡¿Y qué?! ¡¿Y qué?! ¿¡Es que tú piensas que amar es sólo de la lengua para afuera?! —se exalta de pronto—. ¡¿De qué te sirven las palabras?! ¡Tú necesitas hechos, acciones, algo que te garantice que es así!

El tímido BeomGyu se encoge en su sitio, protegiendo a su pancita con sus manos. Se siente regañado. YoonGi se ha levantado de la banca para caminar de un lado al otro frente a él.

YoonGi parece muy afectado por problemas de un Omega siendo un Alfa.

—Si ese Alfa de dudosa procedencia te amara tal y como te lo dice, estaría aquí a tu lado. Él estaría aquí contigo, brindándote todo lo que necesitas tú y tu cría —argumenta sudoroso, una vez se posiciona frente a BeomGyu y lo toma de los hombros—. Pero en su lugar, parece estar huyendo de sus responsabilidades. ¿Qué clase de Alfa se supone que es si deja a su Omega embarazado por simple trabajo y...? Oh...

De súbito, la verdad y el entendimiento golpean rudamente a YoonGi.











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