Un Alғa lιgeraмenтe тraυмado. ♡<<𝒀𝒐𝒐𝒏𝑴𝒊𝒏>>♡

Capíтυlo 46. 00: <Un culpable Omega expanzón>.

Siete мeѕeѕ de eмвarazo.

—Yo... Bueno, estoy tan apenado por lo que sucedió hace unos días —se expresa con entera timidez BeomGyu, que mece a su cachorrita entre sus brazos con un ligero colorante en las mejillas—. Mi familia y yo no nos llevamos del todo bien por esto precisamente.

—No tienes nada de qué preocuparte, BeomGyu-Ssi —JiMin lo tranquilaza totalmente comprensivo. Lo toma de la mano y le brinda una sonrisa confortante, para hacerle saber que no tiene culpa—. Tú estabas ocupado con tu bebé y...

—No mientas por convivir, pequeño JiMin, porque él sí debe sentirse apenado por la familia de acosadores que tiene —interviene YoonGi e interrumpe a su novio, para entonces clavar sus ojos de Alfa traumado en BeomGyu y hacerlo sentir peor adrede—. ¿Sabes la cantidad de terapia extra que voy a recibir por los próximos dos meses?

—No, pero lo siento tanto, YoonGi-Hyung...

—¡Ahora le tengo miedo a los Omegas, panzones y no panzones!

YoonGi rompe a llorar a las espaldas del pequeño JiMin, que lo ha estado cubriendo desde que pusieron un pie en casa de BeomGyu. YoonGi rompe a llorar porque, desde la vez en que fue cruelmente acosado y arrinconado por un grupo de Omegas, tiene una clase de desequilibrado emocional. Es decir, puede estar todo mansito y de pronto volverse agresivo a raíz del trauma que esos Omegas le dejaron —uno más a la lista, se cabe mencionar—.

Ahora, gracias a que YoonGi está desatado en mocos y lágrimas aferrado a JiMin con un pronunciado terror, BeomGyu se termina por sentir culpable. Porque lo menos que BeomGyu había querido es que su familia viese a su tierno vecino Alfa como un trozo de filete a devorar, cuando éste se portó tan lindo con él en su momento más difícil. BeomGyu no puede simplemente permitir que su vecino ligeramente traumado se distancie de él por la mala familia que tiene.

Es que ya quiere mucho a su vecino Alfa traumado.

—Yo les preparé el desayuno como forma de disculpas —comenta de pronto, junto a una sonrisita tenue y abochornada—. Por favor, acepten mi invitación.

—Aaaaaw, por supuesto que...

—¡No! ¡Já! Ya parece que un simple desayuno rancio va a reparar lo que esos Omegas de Satán daña...

—Preparé jugo de mandarina, gelatina de mandarina y tarta de mandarina.

YoonGi se ve a sí mismo tomando asiento —en contra de su voluntad, claro está— en el comedor de BeomGyu. YoonGi arruga el entrecejo y refunfuña mientras observa, con unas pupilas dilatadas, el increíble desayuno que BeomGyu preparó especialmente para él y el pequeño JiMin, quien yace sentado a la par suya con una gran sonrisa de oreja a oreja.

—Estoy a dieta, así que no voy a comer nada de lo que prepararon tus manos de Omega expanzón —informa de ante mano, mirando a BeomGyu de manera desconfiada y entrecerrada—... Excepto por una mandarina, ¡pero! sólo porque no quiero hacerte el feo.

JiMin se echa una risita nasal por las locuras de su Alfa ligeramente traumado y ligeramente resentido. JiMin sabe que su Alfita muere por probar todo aquello que contiene mandarinas, pero el orgullo le gana en demasía. Es por ello que JiMin lo incita a comer sin problema, brindándole de su amor por medio de caricias en la espalda, diciéndole en voz bajita que BeomGyu no tiene culpa por la familia que le tocó.

—¿Estás seguro de que puedo comer esto, pequeño JiMin? —YoonGi le pregunta a su novio panzón a voz susurrante, señalando la deliciosa y llamativa gelatina de mandarinas que está justo en el centro del comedor.

—Claro que sí, bebé —asiente el pequeño JiMin mientras le hace piojitos en el cabello—. Provechito.

—¡Está bien!, pero quiero que sepas, BeomGyu, que esto no significa que estás perdonado —le hace saber a su vecino expanzón primeramente, de ceño fruncido—. A ti te faltaría toda una sesión completa de terapia para que yo pueda hacer borrón y cuenta nueva.

—Me parece justo, Hyungie —murmura el tierno BeomGyu, que se ve todavía más tierno cargando a su cachorrita con el noventa y nueve por ciento de sus genes—. Lo acepto.

En respuesta, YoonGi realiza una pedorreta con la boca y, con posterioridad, procede a atragantarse con la gelatina de mandarinas que desde la entrada le estuvo haciendo ojitos para ser devorada por él.

Y mientras él se sume en el éxtasis que la mandarina posee en su sabor, entre el pequeño JiMin y BeomGyu surge una conversación sobre los primeros días de maternidad por los que BeomGyu está pasando. La cachorrita de BeomGyu pasa a los brazos de JiMin por gracia del propio BeomGyu y JiMin, que está ansiando el momento de tener a su bebé en brazos, contempla a la de BeomGyu con un centelleo en los ojos.

—Pero ¿es tranquilita? —quiere saber un JiMin curioso, que ve encantado la manera en que la cachorrita ha aferrado la manita en su dedo índice.

—Es bastante inquieta, en realidad —responde BeomGyu en lo que, también, ve encantado a su cachorrita—. No suele dormir mucho.

—Me parece que la nuestra también saldrá muy inquieta, por el simple hecho de que su papá Alfa es muuuuuuy hiperactivo —comenta JiMin entre risitas—. Ella se alborota cada vez que su papá Alfa está cerca. Presiento que será muy parecida a él. ¿Te lo imaginas?

—Sería increíble, porque nosostros los Omegas siempre queremos que nuestros bebés sean parecidos a nuestros Alfas —se explica BeomGyu, de pronto con un semblante tristón y pensativo—. El doctor dijo que mi bebé rechazó a su papá Alfa desde el segundo mes de gestación, es por eso que ella es tan parecida a mí.

—Oh —es lo que suelta JiMin antes de torcer la boca, conmovido por el sentir de su amigo—... Lo siento tanto, BeomGyu-Ssi.

—Y hablando de Alfas pendejos, ¿el hijo de la mil puta de tu disque Alfa seguirá brillando por su ausencia o qué? —un salvaje YoonGi cuestiona, tan sólo después de devorar hasta la última migaja de la gelatina de mandarina.

—Bueno —BeomGyu emite una risilla nerviosa—..., de hecho él...

—Buenos días.

Llegó la noche anterior a casa.