I will return

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Pov Carolina

Cuando abrí la puerta, ver a Ale parada ahí me dejó sin palabras. Aunque tenía ganas de abrazarla y olvidar la discusión, noté en su rostro una seriedad y una distancia que me frenaron. Todo lo que habíamos hablado y lo que habíamos dejado sin decir se sentía ahí, pesado, entre nosotras.

– Hola, Ale –murmuré, tratando de sonar tranquila, aunque mis nervios estaban a flor de piel.

– Hola –contestó, sin mirarme directamente, y me dolió sentirla tan lejos.

El silencio se alargó entre nosotras, una pausa incómoda que parecía arrastrar consigo todo el peso de nuestra última conversación. Finalmente, fui yo quien rompió el silencio, incapaz de soportarlo más.

– Ale... sobre lo que pasó el otro día... no quiero que te quedes con una mala sensación. No quiero que todo lo que estamos construyendo se vea afectado por mis planes de irme un par de días –le dije con cuidado, esperando no volver a abrir una herida.

Ale suspiró, sin mirarme a los ojos. Sabía que algo en ella seguía sintiéndose mal, y me dolía no poder hacer nada para aliviarlo.

– Es que no entiendes, Caro –dijo, y su voz estaba teñida de frustración–. Yo... cada vez que pienso en que vas a volver a L.A., siento que la distancia va a abrir la puerta a los mismos problemas. No quiero que te topes de nuevo con... con esa persona.

Levanté la ceja, sintiéndome un poco a la defensiva.

– ¿Hablas de María José? –pregunté, aunque ya sabía la respuesta.

– Sí. Y no es porque no confíe en ti, sino... es complicado. No quiero que algo la vuelva a traer a nuestra vida, no quiero arriesgarme a que cualquier cosa, cualquier mínima cosa, nos vuelva a lastimar como antes.

Respiré hondo, intentando entender de dónde venía ese miedo, aunque algo en mí empezaba a enojarse. No quería que mi pasado con ella se interpusiera entre Ale y yo. Di un paso hacia adelante, tratando de acercarme.

– Ale, eso quedó en el pasado. Tú eres mi presente, eres todo lo que quiero ahora y lo que quiero para el futuro. ¿Por qué no puedes confiar en que, aunque regrese unos días, nada va a cambiar?

Ale apretó los labios, negando lentamente con la cabeza.

– No es tan sencillo, Caro. Ya tuvimos distancia antes, ya dejamos cosas en el aire, y mira lo que pasó. No quiero volver a pasar por lo mismo –me dijo, con una sinceridad que me dolió.

Noté cómo su mirada estaba cargada de tristeza y temor, pero también de un enojo que parecía haberse acumulado durante días. Yo también sentía ese malestar, esa tensión que ya no podía evitar.

– Ale, no puedes castigarme a mí por lo que pasó antes –le contesté, alzando un poco la voz sin querer–. No puedo ser una prisionera de mis decisiones pasadas ni de los errores que cometí. Te elegí a ti, y te elijo todos los días. No te estoy pidiendo que confíes en alguien más, te estoy pidiendo que confíes en mí.

Ale soltó un suspiro exasperado, cruzando los brazos.

– No lo entiendes. No puedo simplemente borrar lo que siento solo porque me lo pidas. No quiero perderte, y eso me aterra más de lo que puedes imaginar –dijo, y aunque sus palabras eran duras, podía sentir la vulnerabilidad detrás de ellas.

Respiré hondo, tratando de calmarme. Me dolía verla así, pero también me dolía sentir que mis palabras no lograban llegar a ella.

– Entonces, ¿qué? –pregunté, sintiendo cómo la frustración me iba ganando–. ¿Quieres que me quede, que no vaya a L.A. por miedo a lo que podría pasar? Ale, yo quiero estar contigo, pero no puedo vivir siempre con este temor de que cualquier decisión que tome nos ponga en riesgo.

Promise - Alejandra VillarrealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora