At Least He

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Pov Caro

Era una mañana gris y nublada cuando decidí que era el momento de volver a la casa donde había vivido con María José. Había pasado mucho tiempo desde que tomé la decisión de dejarla y, aunque había tenido miedo de enfrentarla, sabía que era hora de recoger el resto de mis cosas.

Tomé mi teléfono y le escribí un mensaje breve:

"Hola, María José. Estoy yendo a la casa para recoger algunas cosas. Espero que no haya problema."

Su respuesta llegó rápidamente:

"Hola, Carolina. No hay problema. Te espero."

Mis manos temblaban ligeramente mientras leía su mensaje. ¿Qué quería decir con "te espero"? ¿Sería una trampa? ¿O quizás había cambiado? A pesar de mis dudas, sabía que no podía seguir huyendo de mi pasado.

Al llegar a la casa, respiré hondo antes de tocar el timbre. María José abrió la puerta con una sonrisa que no esperaba. No había rastro de la tensión que había marcado nuestra última despedida.

- Hola, Caro. Qué sorpresa verte aquí- dijo, su tono era casi amigable.

- Hola, Majo. Solo vine a recoger mis cosas. No quiero causar problemas- respondí, sintiéndome un poco fuera de lugar.

Ella se apartó para dejarme pasar, y me sentí extraña en ese ambiente que una vez había sido mi hogar. Caminé hacia la sala, donde todavía había algunos recuerdos esparcidos: fotos, libros, cosas que había dejado atrás.

- ¿Cómo va tu relación con Alejandra?- preguntó de repente María José, mientras se sentaba en el sofá, como si nada hubiera pasado entre nosotras.

La pregunta me tomó por sorpresa. En lugar de atacar, parecía genuinamente interesada.

- Está bien. Estamos intentando superar algunas cosas. La verdad, ha sido complicado- respondí, sorprendida por la tranquilidad en su voz.

- Me alegra saber que te va bien. Me acuerdo de lo feliz que eras con ella- dijo María José, y su tono era casi nostálgico.

- Sí, Ale es especial. Creo que hemos tenido que aprender mucho la una de la otra- le dije, mientras empezaba a abrir la maleta que había traído para guardar mis cosas.

Pasé horas recogiendo lo que quedaba, metiendo ropa, libros y algunas cosas personales. Cada objeto traía consigo recuerdos, pero me esforzaba por no dejarme llevar por ellos. María José seguía en la sala, viéndome con una calma que era inquietante. No podía entender por qué no intentaba provocarme o hacerme sentir mal.

- ¿Te gustaría tomar un café?- sugirió de repente. -Tal vez podríamos hablar un poco más.

A pesar de mis reservas, acepté. Nos sentamos en la mesa de la cocina y comenzamos a hablar. A medida que la conversación avanzaba, me di cuenta de que había un cambio en la forma en que nos comunicábamos. María José estaba lejos de ser la persona que había conocido, aquella que solía ser hiriente y manipuladora.

Con el paso de las horas, la conversación se volvió más relajada. Hablamos de nuestras vidas, de la banda, y del camino que habíamos tomado. Cada tanto, me preguntaba sobre Ale, y por un momento, me sentí cómoda compartiendo mis sentimientos.

- Es bueno ver que has reencontrado a alguien que te hace feliz-dijo, y por un momento creí que realmente se alegraba por mí.

Sin embargo, la tarde se desvaneció rápidamente, y cuando miré por la ventana, ya era de noche. La idea de regresar a Monterrey me invadió con una sensación de tristeza. No quería dejar la casa sin al menos haberme sentido un poco más en paz con lo que había vivido aquí.

Promise - Alejandra VillarrealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora