Pain

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Pov Alejandra

Desperté con el sol colándose suavemente a través de las cortinas, y al abrir los ojos, la vi. Carolina dormía a mi lado, con el cabello enredado sobre la almohada y su respiración tranquila llenando el cuarto. Todo parecía tan perfecto, tan pacífico. Me quedé un momento solo contemplándola, agradecida de que estuviera aquí, a mi lado. Después de la semana tan pesada que habíamos tenido, nada podía ser mejor que este despertar juntas.

Alargué la mano hacia mi teléfono en la mesita de noche, pensando en echar un vistazo rápido a las notificaciones. Había publicado una foto nuestra la noche anterior, una que confirmaba lo que sabíamos desde hace tiempo, que éramos novias. No esperaba otra cosa que algo de revuelo entre los seguidores, pero nada me había preparado para lo que vi.

Abrí la pantalla y de inmediato se desplegaron una cascada de mensajes y comentarios. Al principio leí algunos positivos, llenos de amor y apoyo, y hasta me sentí aliviada. Pero pronto, esos se mezclaron con otros que parecían gritos en la oscuridad, llenos de odio, de prejuicios y desprecio.

"¿Cómo puedes hacer algo así?"

"Alejandra, ¿por qué ahora? Esto es solo una moda para llamar la atención, ¿verdad?"

"No pienso perder mi tiempo con estas lesbianas idiotas."

"Nunca pensé que fueras una de esas... decepcionante."

"¿Tu familia lo sabe? Qué vergüenza deben sentir tus padres."

"Pobre Caro, seguro la dejas como a tu ex."

"No eres nada especial, solo otra que se vende por el marketing y la controversia. Tu amor no es real."

Cada palabra me fue rompiendo un poco más, hasta que el nudo en la garganta se hizo tan fuerte que no pude contener el sollozo que se escapó de mis labios. El peso de esos comentarios llenos de odio me aplastaba, hasta que sentí que la cama se hundía bajo mí. Intentaba respirar, pero cada palabra en la pantalla me hundía más y más en una oscuridad sofocante.

No pude evitar otro sollozo, más fuerte esta vez, lo suficiente para que Carolina se moviera a mi lado, despertándose. Cuando abrió los ojos y me vio con el teléfono en la mano, la preocupación llenó su rostro de inmediato.

-Ale... ¿Qué pasó? -preguntó en un susurro, incorporándose para acercarse a mí. Me tomó la mano y su tacto, cálido y familiar, me hizo sentir un poco menos sola.

No tenía palabras para explicarle el dolor que me provocaban esos comentarios, así que solo le mostré la pantalla. Carolina comenzó a leer en silencio, y vi cómo su expresión se endurecía poco a poco. Su mandíbula se tensó y sus ojos, normalmente suaves, ahora reflejaban un enojo contenido.

-Ale... no deberías leer esto -dijo, mientras dejaba el teléfono a un lado y tomaba mis manos entre las suyas- Es pura gente que no sabe de qué está hablando, gente amargada y cobarde que se esconde detrás de una pantalla.

Intenté esbozar una sonrisa, pero me costaba encontrar fuerzas para hacerlo. -Lo sé... pero duele. Duele tanto. No quiero que te hagan daño a ti también. Tú no tienes la culpa de nada.

-No me importa lo que digan de mí, Ale. Lo único que me importa es que tú estés bien -susurró mientras acariciaba mi rostro, sus ojos llenos de una ternura que parecía envolverme.

-Pero... ¿y mi familia? -murmuré, la voz rota- Mis padres, Pau, Dany... ellos también estarán viendo esto. No quiero que ellos tengan que cargar con este odio por algo que es mío.

Carolina negó con la cabeza, con firmeza.

-Ellos están contigo, Ale. Lo sabes. No tienes que cargar esto sola, ni tampoco tienes que esconderte. -Se inclinó y presionó sus labios suavemente contra mi frente, en un gesto de cariño que hizo que las lágrimas comenzaran a correr nuevamente por mi rostro.

Promise - Alejandra VillarrealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora