Capítulo 26.

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Estábamos arriba de un árbol, nuevamente pasamos un día entero corriendo y caminando.

-No creo que estén tan lejos de aquí, pero perderemos tiempo buscándolos. - susurró Jeno al notar que estaba sobre pensando en la poca luz que la luna nos daba.

-Espero que ellos hayan seguido el camino - también susurre.

Jeno acomodó la campera sobre mis hombros, dejando su mano sobre mi brazo, al mismo tiempo, suspire y solo apreté mis labios en un puchero.

-Ellos están bien, son lo bastante inteligentes para saber que hacer. - llevó uno de sus dedos a mi mandíbula y me obligó a mirarlo, notando la cercanía entre ambos en el tronco del alto árbol.

-Solo puedo pensar en Jisung - susurre y me perdí en sus ojos profundos a la luz de la luna.

-Lo sé - susurró suave y pasó un mechón de mi cabello detrás de mi oreja. - Estoy aquí contigo, llegaremos a salvo con tu hermano y el resto.

Observe a Jeno y noté su rostro agotado, como habían pequeñas ojeras bajo sus ojos, pero al mismo tiempo el se mantenía firme e intentaba que todo esté bien para ambos.

Perdí mi mirada en el, pasé mi mano por su cabello, quitándolo de su frente y noté como el cerró sus ojos por los segundos que pasé mis dedos por sus mechones.

-Puedes dormir, yo me quedaré despierta. - susurre mientras sentía como el descansaba sus brazos a mis costados y de relajaba ante mis dedos en su cabello.

-Sé que es mucho pedir, pero los dos lo necesitamos ahora. - susurró y se acercó más a mi, dejando nuestros rostros a centímetros del otro y apoyando sus manos en mi espalda baja, sintiéndose cómodo en medio de la noche oscura.

-¿Estás bien? - susurre y descanse mi mano en el cabello de su nuca.

-Yo también estoy preocupado por ellos, pero ahora realmente solo estamos nosotros aquí.

Mi corazón latió fuertemente y sentí como una calidez entró en mi pecho.

Jeno conectó nuestros ojos y al mismo tiempo pasó sus dedos por mi mejilla suavemente, por un instante sentí como si a nuestro al rededor el mundo no estuviera arruinado.

-Realmente te busqué desde que te fuiste del orfanato, nunca me dijiste tu nombre - susurró y sentía como sus ojos expresaban una calidez y aprecio. - y es extraño que nos encontráramos cuando el mundo parece estar arruinado.

Mi respiración se cortó por un instante y solo me perdí en todo de Jeno, en sus ojos profundos, en su cercanía, en su tacto y delicadeza hacia mí. Y recordé como me protegió estas últimas semanas.

-Aquí estamos Jeno - susurre y sin pensarlo dos veces, mi instinto me llevó a unir nuestros labios.

Se sentía cálido y cómodo. Todo de él era delicado conmigo, su mano en mi espalda, sus dedos en mi mandíbula y sus labios en sincronía a los míos.

Solo éramos el y yo en ese lugar.

Cuando nos separamos por falta de aire, ambos mantuvimos la cercanía.

-Realmente no me alejaré de ti nunca, no otra vez - el tono de Jeno era serio pero suave.

Ahora el volvió a unirnos en un suave pero afectuoso beso. Podía sentir como me transmitía todo su afecto en el beso.

Cuando volvimos a separarnos, el solo se apoyó en mi hombro y ambos largamos un pequeño suspiro, como si esto era algo que ambos necesitábamos pero no lo sabíamos hasta este momento.

Acaricie el cabello de Jeno, y acomodándonos un poco mejor, el durmió por unas horas abrazado a mi.

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Sentí gotas caer en mi rostro y abrí mis ojos, sintiendo como la lluvia caía sobre mi.

Levanté mi rostro del apoyo en Jeno, y pude ver como el nos comenzaba a desatar rápidamente a ambos.

Ya era de día, pero las nubes grises y la lluvia fuerte no permitían disfrutar la luz.

Jeno bajó del árbol y luego me sostuvo para que no cayera en cuanto baje.

-Encontremos un lugar donde refugiarnos hasta que pase la lluvia. - asentí a sus palabras y luego de unir nuestras manos comenzamos a correr bajo la lluvia.

Corríamos por la carreta y no encontrábamos lugar donde refugiarnos, cada auto estaba cerrado o tenía zonzos dentro y no había casa o gasolinera cerca.

La lluvia ya nos había empapado por completo y ahora solo caminábamos con cuidado por el costado de la carretera.

Cuando Jeno encontró un auto abierto y sin zonzos dentro, nos adentramos rápidamente.

-Por Dios, estamos empapados. - dije al notar como ambos estábamos cubiertos de agua.

Jeno reviso los asientos y solo encontró una pequeña manta algo sucia.

-Peor es nada. - dijo para luego quitarse la campera empapada y decirme que hiciera lo mismo, y rodearnos con la manta para tener calor. - No deberíamos enfermarnos.

Con su últimas palabras solo me acurruqué en el y ambos pasamos el momento de lluvia intentando pasar el frío que el agua nos dejó.

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