Temporada 3 Capitulo 17

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Mientras Isabella esperaba al cónsul, intentaba controlarse. Todo había empezado cuando se había enfadado con Filippo por defender a la Isabella original. A partir de ese momento, parecía que había perdido el control sobre su cuerpo, que cada vez estaba más caliente. Así que intentó olvidar el tema, reconociendo que, en el fondo, estaba celosa, y se preparó para su entrevista con el cónsul. Dicen que la mejor mentira es la que tiene una gran parte de verdad y solo una pequeña parte de mentira; por eso, aprovechó el viaje que hizo ayer Filippo para conseguir un arma y le dijo al cónsul que, en ese momento, Filippo había ido a buscar un arma, pero que no la había querido llevar con ella, y por eso habían discutido. La discusión había continuado esta mañana y él le había hecho bajar del coche. De esta forma, si alguien la había visto bajarse del coche de Filippo, no sospecharían. Explicó al cónsul que alguien la estaba intentando incriminar y que, a cambio de la nacionalidad china y protección, espiaría a su novio para informar al gobierno chino sobre cualquier avance científico que había hecho el laboratorio cuántico.

- Se debe pensar que somos estúpidos —le dijo el cónsul.

- ¿Por qué lo dice? —le preguntó Isabella.

- ¿De verdad se cree que no podemos tener agentes de nuestro servicio de espionaje en esta ciudad? ¿Y de verdad cree que seríamos tan estúpidos de organizar una operación de espionaje en una nación extranjera desde un consulado? Tome, esto es para usted —le dijo el cónsul.

El cónsul le entregó un sobre con una nota. La nota estaba escrita a ordenador e impresa, y parecía de la Isabella original, porque le decía que el gobierno chino no se dejaría engañar tan fácilmente. En el sobre había un pequeño transmisor, con instrucciones muy claras: tendría que llevarlo en todo momento si realmente pensaba traicionar a su novio. La nota también le decía que estaría fuertemente vigilada y que no hiciera ninguna tontería. Isabella, siguiendo las instrucciones técnicas, se puso el transmisor en el vestido. Para seguir con el engaño, lo colocó enganchado en la parte inferior de la ropa, de modo que Filippo no se fijara en él.

- A continuación le presentaré a su contacto, pero le informo que es un simple empleado subcontratado con doble nacionalidad. Si su plan es incriminar al consulado chino en algún tipo de escándalo, ya se puede ir olvidando —le advirtió el cónsul.

Isabella esperaba encontrarse con un hombre chino de la clásica anatomía oriental: delgado, bajo y no especialmente atractivo para un occidental. Pero, cuando el cónsul la llevó a otra sala, le sorprendió ver a un musculoso africano, atractivo, alto y seguro de sí mismo. El hombre le explicó cómo contactarlo de forma segura, aunque Isabella apenas lo escuchaba. Cuando era hombre, siempre le había intrigado que algunas mujeres fantasearan con africanos altos y musculosos. No lo acababa de entender, pero ahora, como mujer, se sorprendió imaginando el tamaño del miembro de aquel hombre. Algo le habían contado sobre ella, pues al ver la mirada lujuriosa de Isabella, él simplemente se bajó los pantalones, se desnudó y, sin decir una palabra, comenzó a besarla. Isabella se sorprendió de lo bien que besaba y, cuando él le quitó las bragas, empezó a estimular su clítoris con tal habilidad que, durante el tiempo que estuvieron juntos, Isabella disfrutó de varios orgasmos. Tuvo que reconocer que pocas veces había tenido sexo tan placentero. Quizá había sido la vez que más disfrutó del sexo. El africano, aunque agotado, seguía sonriendo, satisfecho tras la intensa sesión de sexo.

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