Temporada 4 Capitulo 9

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Al día siguiente se despertó. Le encantaba dormir solo con bragas. Mientras desayunaba, la llamó Filippo para decirle que esa tarde regresaría a la ciudad; su avión llegaría hacia las ocho de la noche. Isabella pensó que hoy era su último día para seguir haciendo realidad fantasías eróticas antes de que Filippo llegara. Aunque seguía estando enamorada de él, estos días había aprendido que, si quería que lo suyo funcionara, tendría que enseñarle cómo satisfacer mejor sus necesidades sexuales. Aunque había disfrutado más teniendo sexo con Alberto, estaba segura de que, con el tiempo, disfrutaría más de las relaciones con Filippo, porque la seguridad y la confianza que tenía con él no las había tenido con Alberto. Sin embargo, eso solo sería posible si Filippo aprendía cómo satisfacerla.

Hasta ahora, todas las fantasías las había hecho realidad gracias a Alberto, y le estaba muy agradecida. Sin embargo, esta vez quería probar a ligar ella sola. Así que buscó por internet un bar de lesbianas y fue allí por su cuenta. Le gustó mucho comprobar cómo, pocos minutos después, una mujer con aspecto masculino intentaba ligar con ella. Isabella, sintiéndose deseada, se fue con ella. En casa de la mujer, pudo volver a disfrutar del sexo lésbico. Parecía que las mujeres tenían mucha más facilidad para darle placer a Isabella cuando le acariciaban los pechos, la vagina o cualquier otra parte del cuerpo. Por primera vez, Isabella pudo experimentar el placer de ser penetrada por una mujer que usaba un vibrador. Aunque prefería el pene de un hombre, a Isabella le gustó mucho la experiencia y se excitó pensando en la imagen de ella siendo penetrada por otra mujer.

Se fue a comer a un restaurante. Ahora que tenía dinero gracias a Filippo, le encantaba probar restaurantes diferentes y descubrir la ciudad en la que vivía. Como aún era temprano, llamó a Alberto y le dijo que Filippo regresaba esa tarde. Él le propuso una última sesión de sexo como despedida, e Isabella aceptó. Quedaron a las cinco de la tarde. Isabella pasó por su casa, se puso un conjunto de lencería sexy y se fue a casa de Alberto. Le encantaba usar ropa sensual. Volvió a disfrutar del enorme placer que le daba Alberto y tuvo varios orgasmos mientras era penetrada por él.

—Ahora que vuelve Filippo, estaré a su lado e intentaré ser la mejor novia posible, así que nos tenemos que despedir por un tiempo —dijo Isabella.
—Se nota que lo quieres mucho, y eso está bien, pero tienes que tener una mentalidad abierta. Él hace muchos trabajos conjuntos con otros investigadores, y algunos están en Europa. Habrá muchas veces que tendrá que salir de la ciudad, y tú necesitarás a alguien que te dé placer —le dijo Alberto.
—¿Por qué no puedo ir con él a Europa? —preguntó ella, sorprendida.
—Piénsalo. Filippo va a trabajar y necesitará estar concentrado. ¿Qué harás si algún día viene cansado y no tienes sexo en todo el día? ¿Lo harías con un desconocido? ¿Le dirías a Filippo que sales a buscar placer por tu cuenta? —le preguntó Alberto.
—¿Y qué propones? —preguntó Isabella.
—Si Filippo te quiere tanto como tú a él, seguro que no le importará que, cuando sea necesario, yo siga dándote placer —le dijo Alberto.
—Tengo otros contactos que me dio Filippo. ¿Qué pasa si prefiero a otro hombre? —preguntó Isabella.
—No pasa nada, preciosa, pero estoy muy seguro de que ningún otro hombre es tan hábil como yo dándote placer —dijo Alberto, muy convencido.
—Bueno, ya pensaré qué hago —dijo Isabella.

Aunque a Isabella no le había gustado nada la seguridad de Alberto al afirmar que él era quien le daba más placer, siendo sincera, no podía negar que tenía razón. Quizá, como mujer, había sido demasiado abierta con Alberto, porque cuando tenían sexo era evidente que Isabella gozaba al máximo. Pero tenía que admitirlo: quien le había dado más placer había sido Alberto, y ahora se daba cuenta de que eso podía ser un problema.

Quedaba poco tiempo para que llegara el avión de Filippo, pero antes de ir al aeropuerto, Isabella se subió al tejado de la mansión y le mandó un video enseñándole los pechos. Aunque lo que más le excitaba era sentirse deseada por él, a veces Filippo había sido demasiado rápido en la cama. Con ese video, Isabella sabía que despertaría el deseo en Filippo, lo cual también la excitaba, pero esta vez sería ella quien marcaría el ritmo. Planeaba disfrutar de cada segundo con él: quería admirar su cuerpo musculoso, sentir su mirada llena de deseo mientras se quitaba la ropa, y disfrutar estando desnuda frente a él. Anhelaba sentir cómo Filippo contemplaba su vagina y sus pechos antes de tener relaciones.

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