Temporada 3 Capitulo 21

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Después de la mamada de Isabella, tuvieron sexo apasionado varias veces. Era sexo salvaje, pero también era algo más: la necesidad de sentirse unidos, aunque fuera a través del sexo. Los dos eran conscientes de que, si las cosas salían mal o, incluso, si pasaba lo peor, esta podría ser la última vez que disfrutaran del placer de unir sus cuerpos. Isabella se estaba enamorando de Filippo, y lo que más feliz le hacía era tener sexo con su amado Filippo. Pero, cuando Filippo se estaba recuperando de la intensa sesión de sexo, Isabella tuvo una premonición.

Isabella cogió unas servilletas de papel que había comprado Filippo y escribió: "Ahora que has descubierto a la Isabella original, como mínimo, serán mucho más cautelosos esta noche". Filippo le escribió: "Tienes razón, pero no podemos hacer nada". Isabella escribió: "Puedo ir disfrazada por la noche al laboratorio cuántico para asegurarme de que todo salga bien. ¿Confías en mí? Después de cenar saldré a preparar el disfraz", escribió Isabella.

Cenaron en silencio mirando la tele. No hablaron mucho porque los dos estaban preocupados por lo que pasaría esa noche en el laboratorio cuántico, pero Isabella sabía que, si estaban demasiado callados y el transmisor tenía audio para escuchar, los chinos podrían sospechar algo. Así que escribió en su móvil: "Disimula" a Filippo y empezó su actuación.

- Te veo muy callado, cariño –le dijo Isabella

- Solo preocupado porque mañana es un día importante. Mañana, por fin, avanzaremos en nuestra investigación cuando nos veamos con el informático y le expliquemos lo valioso que es el USB que él tiene —le dijo Filippo.

- Te veo un poco cansado. Será mejor que nos vayamos a dormir temprano y así, antes de ir a ver al informático, podremos tener más sexo del que te gusta —le dijo Isabella con voz sexy.

- Tienes razón, hoy nos iremos a dormir temprano – le dijo Filippo

Tal como le había escrito Isabella, cuando acabaron de cenar, Filippo le dio dinero y ella salió del hotel. Dejó el transmisor en el hotel y cogió el móvil de prepago que le había comprado Filippo, pero lo apagó por precaución. Lo primero que hizo fue entrar en una tienda donde vendían tintes para el cabello. Al entrar en la tienda, se fijó si alguien entraba detrás de ella. Era una tienda grande y entraron algunas personas. Memorizó sus caras, vigilando que estas personas no la miraran dentro de la tienda. Compró cosas innecesarias para que, si alguien la vigilaba desde la calle, no sospechara nada, y rápidamente cogió tinte para el pelo y unas tijeras pequeñas.

Luego siguió caminando hacia el centro de la ciudad, hasta una tienda de ropa donde entraba y salía mucha gente. Entró en la tienda, se compró un provocativo vestido y, vigilando que nadie la observara, cogió unas gafas y un sombrero. Se fue al baño de mujeres. Allí se cambió de ropa, se tiñó el pelo de rubio, se puso el sombrero y las gafas, cortó las etiquetas de los objetos y, como era de esperar, cuando salió, ya le esperaba el vigilante de seguridad, que, a través de las cámaras de seguridad, se había dado cuenta de que aún no había pagado. Pero ella puso una voz sexy y le dijo que no quería robar nada y que ahora iba a pagar. Era increíble lo fácil que era manipular a los hombres. Isabella se sorprendió de pensar esto, porque hasta hace poco era un hombre. Divertida porque empezaba a pensar como mujer, salió a la calle.

El cambio cuando salió de la tienda era total. El pelo rubio y la ropa hacían difícil distinguirla, pero era el gorro y las gafas de sol, junto a la oscuridad que había porque el sol ya se había puesto, lo que hacía totalmente imposible reconocer a Isabella. Y en esa zona había tanta gente que Isabella podía estar segura de que nadie la reconocería. Pero aún tenía que llegar al laboratorio cuántico. Antes de llegar, aprovechó una calle oscura donde no había nadie para volver a cambiar el disfraz. Se deshizo del sombrero y las gafas de sol, los arrojó al jardín de una casa para que nadie que pasara por la calle los pudiera ver fácilmente. Y, vigilando que nadie viniera por la calle, se acomodó los pechos para parecer una prostituta. Aunque el laboratorio no estaba en una zona muy rica, sí que había varias empresas importantes, y confiaba en que, si alguien la veía, pensaría que simplemente era una escort de alto nivel buscando ejecutivos de empresas que pudieran pagarle más.

Cuando Isabella salió del callejón oscuro, parecía toda una prostituta de alto nivel. Llevaba el pelo rubio, un ajustado vestido, y procuraba moverse de la forma más provocativa posible. Cuando llegó al laboratorio cuántico, no vio nada sospechoso. Sabiendo que era peligroso quedarse demasiado cerca, se limitó a deambular por los edificios cercanos, esperando el momento en que pasaría algo. Era evidente que los chinos tenían que asegurarse de que el laboratorio no pudiera recuperar la información perdida.

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