Cuando Isabella salió de la sauna, tenía un problema: estaba tan excitada que necesitaba urgentemente tener sexo. Sin embargo, en menos de 24 horas ya había tenido tres encuentros sexuales con Alberto: anoche, esta mañana después del masaje, y hace menos de dos horas, justo antes de entrar en la sauna. Aunque Alberto era un amante excepcional, no quería que él pensara que era incapaz de controlar sus impulsos sexuales. Por eso, decidió no decirle nada acerca de su deseo. Primero irían al jacuzzi; intentaría relajarse, y, si después aún sentía ganas, entonces lo harían antes de regresar a la ciudad.
Isabella se puso un bikini y, junto con Alberto, se dispuso a relajarse en el jacuzzi. Alberto era un excelente narrador; sabía contar historias de forma interesante y tenía el don de hacer reír a Isabella. Ella logró relajarse en el jacuzzi y se lo pasó tan bien conversando con él que perdió la noción del tiempo. Fue Alberto quien le recordó que ya debían volver a la ciudad. Aunque tuvieron una breve sesión de sexo en su habitación del balneario, esta resultó demasiado corta para el gusto de Isabella. Disfrutó del encuentro como mujer, pero aún se quedó con ganas de más.
Cuando regresaron a la ciudad, Alberto dejó a Isabella en casa de Filippo. Ella se puso un vestido precioso y se maquilló para la ocasión; cada vez le resultaba más fácil maquillarse, y, al mirarse en el espejo, se sintió muy excitada al pensar en lo sexy que se veía. Alberto pasó a recogerla y juntos se dirigieron al restaurante de lujo donde se celebraría la cena de gala. Era un evento de la alta sociedad al que asistiría mucha gente importante. Llegaron con unos minutos de antelación, lo que Alberto aprovechó para presentarle a algunas personas que también estaban invitadas. Una de ellas resultó ser el director de finanzas (CFO - Chief Financial Officer) de la empresa Pemex, un hombre de unos 50 años, algo calvo y con el cabello ya canoso.
Isabella disfrutó de la cena, que resultó deliciosa, pero mientras comían, Alberto le hizo una propuesta sorprendente:
—Qué casualidad que el CFO de Pemex esté aquí —comentó Alberto.
—¿Por qué lo dices? —preguntó Isabella.
—Porque quizá podrías ayudar a tu hermana —sugirió Alberto.
—¿Qué quieres decir? —Isabella sospechaba lo que él iba a proponer, aunque prefería confirmarlo antes de sacar conclusiones.
—Si tu hermana quiere triunfar en Pemex y llegar a lo más alto, necesitará trabajar duro, pero también contar con alguien que le dé la oportunidad de destacar. Esa persona podría ser el CFO de Pemex —explicó Alberto.
—Sería genial que mi hermana tenga éxito, pero ¿cómo podría ayudarla el CFO? —preguntó Isabella. Solo de pensar en lo que Alberto iba a sugerir, un calor incómodo empezó a invadirla.
—Aunque no pertenezcas a la alta sociedad, eres la mujer más hermosa que he visto nunca. Estoy seguro de que todos los hombres en este evento te desean. Si te fueras de la cena con el CFO, él se sentiría muy feliz de tener tu "amistad", y estoy seguro de que estaría dispuesto a ayudar a tu hermana —dijo Alberto con total naturalidad.
—¿Qué estás insinuando? —respondió Isabella, mirándolo con incredulidad.
—Eres muy inteligente, Isabella. Seguro que ya te habrás dado cuenta de que alguien como el CFO de Pemex podría abrirte puertas que ni siquiera imaginas —añadió Alberto, sonriendo de forma calculadora.
—Está bien, después iré a hablar con él, a ver qué pasa —accedió Isabella, aunque en su mente aún procesaba la propuesta.
Hasta ese momento, Isabella no le había dado mucha importancia, pero Alberto tenía razón: incluso los hombres casados la miraban con deseo. Aunque Alberto no había especificado hasta dónde tendría que llegar su relación con el CFO de Pemex, ella se sentía muy excitada y necesitaba sexo. Además, el hecho de saber que, en cierto modo, estaría actuando como una escort la encendía aún más.
Después de la cena, tal como había pronosticado Alberto, cuando Isabella se acercó a hablar con el CFO bajo la excusa de que tenía una hermana trabajando en Pemex, él se mostró muy interesado. Le propuso ir a un hotel cercano para hablar con más detalle sobre cómo podría "ayudar". Una vez en la habitación, Isabella desplegó todos sus encantos femeninos y le aseguró que, si ayudaba a su hermana, ella estaría dispuesta a hacer cualquier cosa. El CFO aceptó el trato y la besó. Aunque no era tan hábil en la cama como Alberto, Isabella disfrutó de una larga sesión de sexo, sintiéndose plenamente mujer. Saber que le estaba dando al CFO el privilegio de estar con una mujer joven y hermosa como ella la hacía sentir poderosa y, al mismo tiempo, la excitaba aún más. Cuando el hombre quedó exhausto tras tanto sexo, Isabella, aún insaciable, se restregó contra él y le practicó una mamada para ayudarlo a recuperar fuerzas y continuar complaciéndola.
ESTÁS LEYENDO
FisicaCuanticaTG
PrzygodoweJavier tenía la fantasía de ser mujer, aunque nunca se cumplió, han pasado los años y ahora trabajada con ordenadores cuánticos, hasta que un misterioso accidente le hace tener un cuerpo de mujer muy sensual, Javier ahora como Isabella vivirá múltip...