Temporada 4 Capitulo 10

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Isabella fue al aeropuerto a esperar el vuelo de Filippo. Cuando él llegó, le dio un apasionado beso. Aunque Filippo se mostró muy amable con ella, estaba un poco callado. Le explicó que se sentía agotado por el viaje, por lo que esa noche cenaron en casa de Filippo. A pesar de que él se esforzó en la cama, Isabella no quedó del todo satisfecha. Cuando Filippo se quedó dormido, pensó que ya hablarían al día siguiente.

Cuando se despertó, escuchó que Filippo estaba hablando por teléfono. Parecía muy enfadado. Cuando terminó la llamada, Filippo vino a hablar con Isabella.

- ¿Tuviste sexo con alguien de Pemex? – preguntó Filippo.

- ¿A qué viene esa pregunta? – Isabella no entendía qué había pasado.

- Pemex decidió refinanciar su deuda, y el banco que liderará la operación es el de Alberto. Un amigo que trabaja en el mismo banco me lo ha contado – explicó Filippo.

- ¿Y qué tiene que ver eso conmigo? – preguntó Isabella.

- Si tuviste relaciones con alguien de Pemex, quizá Alberto se aprovechó de la situación.

- Sí, tuve relaciones con el director de finanzas (CFO) de Pemex, pero solo le pedí que ayudara a mi hermana. Y ya lo hizo – admitió Isabella.

- ¿No te das cuenta? Te han manipulado. El número de Alberto solo era para que tuvieras sexo con él en caso de emergencia, no para que te engañara y te usara para su beneficio – dijo Filippo, visiblemente molesto.

- A mí nadie me ha manipulado. Decidí yo sola tener relaciones con él. No soy la prostituta de nadie – respondió Isabella, muy enfadada.

- ¿Estás segura de eso? Yo te digo siempre con quién te acuestas. ¿Alberto hace lo mismo? – replicó Filippo.

- ¿Y qué más da eso? Lo más importante es que yo disfrute del sexo – respondió Isabella.

- Lo siento mucho. No tendría que haberte dado el número de Alberto. Ya veo que te está manipulando a través del sexo – dijo Filippo.

- Él solo me ha dado placer y me ha ayudado a cumplir mis fantasías eróticas, que es más de lo que has hecho tú – soltó Isabella sin pensar.

- ¿Así que solo importa el placer? No soy tonto. Sé que anoche no te pude satisfacer, pero venía cansado del viaje. El mundo no es perfecto, habrá días en los que quizá no quedes satisfecha. Pero, si quieres estar conmigo, lo tendrás que aceptar – afirmó Filippo.

- Y lo acepto, pero eso no te da derecho a hablar mal de Alberto. Él ha sido muy amable conmigo – dijo Isabella.

- Me temo que te equivocas. Fui amigo de Alberto durante muchos años. Al principio, no me di cuenta, pero después, cuando empezó a trabajar en el banco, ascendió rápidamente. Quería creer que era por méritos propios, pero una noche que quedamos, nos emborrachamos bastante, y él dijo que en el trabajo haría cualquier cosa. Intrigado por esas palabras, hablé con un psicólogo que me dijo que quizá Alberto sufría de trastorno de la personalidad antisocial, también conocido como sociopatía. Es decir, él se cree por encima del bien y del mal y está dispuesto a manipular a las personas para lograr sus objetivos – explicó Filippo.

- No tienes ninguna prueba – exclamó Isabella.

- ¿Crees que es fácil para mí decir que el que en su momento fue mi mejor amigo es un manipulador sociópata? – respondió Filippo.

- Quizá solo estás celoso de él – replicó Isabella.

- Ya basta. Es cierto que tiene un talento para hacer que las personas se sientan especiales, pero yo prefiero ir de frente y decir la verdad, aunque duela. Si tú prefieres que te manipulen, no es mi problema. Será mejor que decidas entre estar con Alberto o creer en mí y aceptar que él es un sociópata – dijo Filippo con firmeza.

- ¿Es un ultimátum? – preguntó Isabella.

- Sí, lo es. Te daré algunos días, pero tendrás que decidir – concluyó Filippo.

Por primera vez, Isabella estaba furiosa con Filippo y se fue de su casa sin siquiera desayunar. Estaba enfadada con él por hacerla quedar como una tonta que se dejaba manipular, con Alberto por no haberle dicho que también había salido beneficiado, y consigo misma por haber discutido con Filippo.

Isabella estaba tan furiosa que se había vestido con lo primero que encontró. Necesitaba caminar para despejarse y pensar qué hacer. Recordó que cerca de la mansión de Filippo había un camino rural, así que se dirigió hacia allí, cerca de la carretera. Para su sorpresa, un coche se detuvo en el arcén. De él bajó un joven guapo, musculoso y con una sonrisa deslumbrante. Isabella sintió un calor intenso recorriendo su cuerpo, y una humedad creciente en su entrepierna. Cuando el chico le preguntó si se había perdido, ella salió al arcén sin decir palabra, lo besó apasionadamente. Al principio, él pareció sorprendido, pero Isabella tomó la iniciativa. Lo condujo de vuelta al coche, se sentó sobre él y sacó sus pechos por encima de la camiseta. El chico le dedicó otra sonrisa deslumbrante y, mientras la besaba, acarició sus pezones con suavidad, apretándolos hasta que Isabella gimió de placer.

Mientras hacían el amor, Isabella lo observaba detenidamente. Por un instante, se sintió completamente femenina, imaginando que había nacido mujer y que ese chico era su novio. Ese pensamiento la llenó de una oleada de placer, llevándola a un orgasmo profundo y extremadamente intenso.

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