Después de tener relaciones, el chico le preguntó si quería que la llevara a la ciudad. Isabella no quería decirle que ya tenía novio, así que le dijo que estaba en una cabaña rural de vacaciones cerca de la carretera y que ahora regresaría. Se vistió y volvió a la casa de Filippo, pero él ya se había ido. Le había dejado una nota diciendo que estaría toda la mañana fuera. Isabella aprovechó para llamar a Alberto.
—¿Es cierto que Pemex ha elegido tu banco para refinanciar la deuda? —preguntó Isabella.
—Te lo ha dicho Filippo, ¿no? Es increíble lo rápido que se entera de todo —dijo Alberto.
—¿Por qué no me lo dijiste? —insistió Isabella.
—Porque a mí me lo dijeron ayer por la noche. Te lo iba a contar hoy, pero te has adelantado —respondió Alberto.
—¿Y es cierto que el hecho de que yo tuviera relaciones con el director de finanzas (CFO, Chief Financial Officer) de Pemex te ha beneficiado? —preguntó Isabella.
—Sinceramente, sí, me ha beneficiado. Quizá fue un poco ingenuo por mi parte, pero el director de finanzas preguntó con quién habías venido a la cena de gala, y le dijeron que conmigo —dijo Alberto.
—Me ha llamado mi hermana. La han ascendido, pero ella quiere lograrlo por sí misma. He estado pensando, y quizá fue mala idea lo que hice —dijo Isabella.
—Tienes razón, fue culpa mía. Si no te hubiera sugerido que te acostaras con él, no lo habrías hecho. Te pido perdón —respondió Alberto.
—Como le he dicho a Filippo, puedo tomar yo misma mis propias decisiones. Pero la próxima vez limítate a cumplir lo que yo te pida y nada más —dijo Isabella.
—Lamento que te hayas discutido con él. ¿Te ha dicho que padezco Trastorno de la Personalidad Antisocial y que en el trabajo soy muy manipulador? —preguntó Alberto.
—¿Y eso es cierto? —inquirió Isabella.
—Sí, es cierto. Pero, aunque suene muy dramático, no es nada grave. Solo quiere decir que no estoy tan afectado por las emociones de los demás, y es cierto que no me preocupa mucho la distinción entre lo correcto e incorrecto. Pero esto solo lo hago en el trabajo, porque tienes que entender que el banco donde estoy premia la eficiencia. El más efectivo en su trabajo gana. Eso no quiere decir que manipule a las personas; no soy un monstruo. Solo soy una persona práctica que hace las cosas bien, aunque a otras personas no les guste. No te dejes llevar por los prejuicios de la gente. Yo confío plenamente en ti y nunca te haría daño —explicó Alberto.
—Entonces, ¿solo fue casualidad que te beneficiaras de que Pemex haya elegido tu banco? —preguntó Isabella.
—¿Ves? A eso me refería. Es cierto que siempre intento mantener buenas relaciones con todos nuestros posibles clientes, pero solo fue casualidad. ¿Cómo podía saber yo que me harías caso? Sinceramente, me sorprendió mucho cuando tuviste relaciones con el viejo —dijo Alberto, riendo.
—Está bien. Ya hablaremos —finalizó Isabella.
Estaba muy avergonzada porque, en condiciones normales, nunca se habría acostado con ese hombre mucho mayor que ella. Parecía que Alberto era sincero; quizá era cierto que tuvo mala suerte. Aquella noche estaba muy excitada después de ver a las rubias lesbianas, y por eso tuvo relaciones en la primera oportunidad.
Quizá aquello le había pasado por confiar demasiado en los contactos de Filippo. Al final, Isabella tomó una decisión: no permitiría que Alberto fuera un obstáculo para su relación con Filippo. Iría a casa de Alberto, le explicaría la situación, le diría que debían dejar de verse y luego intentaría enseñar a Filippo a darle más placer en la cama. Él tenía razón al decir que el sexo no siempre podía ser perfecto, pero debía entender que, en ocasiones, sí era necesario que lo fuera. Isabella no quería perder a Filippo solo porque él fuera malo en la cama; eso sería humillante para ambos. Quería tener una relación con Filippo sin depender exclusivamente del sexo, porque él había demostrado ser un buen hombre que la amaba.
Mientras conducía hacia la casa de Alberto, Isabella ya estaba pensando en lo que le diría a Filippo. El problema era qué hacer cuando necesitara sexo y Filippo no estuviera en casa. Entró en el ascensor del edificio donde vivía Alberto, y detrás de ella subió un chico de unos 20 años, joven y guapo. Por algún motivo, le recordó a Alberto. Pensando en el placer que Alberto le daba en la cama, lo besó. El chico le devolvió el beso, e Isabella, dejándose llevar, quiso probar la fantasía erótica de tener sexo en el ascensor. Se quitó la ropa, el sujetador, y cuando ya estaba casi desnuda, esperando que el chico también se desnudara, la puerta del ascensor se abrió. Alberto apareció y, divertido, le dijo:
—Veo que has conocido a mi hijo.
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FisicaCuanticaTG
AdventureJavier tenía la fantasía de ser mujer, aunque nunca se cumplió, han pasado los años y ahora trabajada con ordenadores cuánticos, hasta que un misterioso accidente le hace tener un cuerpo de mujer muy sensual, Javier ahora como Isabella vivirá múltip...