Temporada 3 Capitulo 24

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Al día siguiente, Isabella se despertó tarde. A primera hora habían llamado a Filippo para que prestara declaración. Cuando regresó, Filippo acompañó a Isabella a la comisaría para que ella también declarara. Después, ambos se prepararon para dejar el hotel y volver a la mansión, algo que estaban deseando.

Aunque Isabella seguía algo preocupada por la amenaza de la Isabella original, sentía que su situación estaba mejorando. Ahora ya no tendrían que preocuparse por el tema del sabotaje. Durante el camino de regreso, Isabella comenzó a pensar en la casa de Filippo como su hogar. Ahora ella era Isabella y quería construir su vida junto a su amado. Estos días había descubierto que su atracción por Filippo iba más allá de lo físico: él era un hombre encantador, amable, divertido, inteligente e interesante. Isabella tenía que admitir que estaba empezando a enamorarse de él. Aunque se sentía un poco insegura por su pasado —antes había sido un hombre—, estaba decidida a dar una oportunidad a su nueva vida como mujer. Confiaba en alcanzar la felicidad viviendo su amor con Filippo.

Estaba inmersa en estos pensamientos cuando finalmente llegaron a la mansión de Filippo. Aún era temprano, y ambos solo querían relajarse. Por eso, Isabella le dijo que se pondría un bikini y se daría un baño en la piscina. Una de las cosas que más le gustaban de su nueva vida como mujer era verse en el espejo y admirar lo hermoso y sexy que era su cuerpo. Ahora que estaba tranquila y sin preocupaciones, se tomó unos minutos para disfrutar de su reflejo. Se acarició los pechos, deleitándose con su feminidad, observó su vagina y sus curvas, y, finalmente, se puso el bikini.

Cuando fue a la piscina, hicieron el amor en el agua, tal como lo habían hecho la primera vez que Isabella había experimentado el sexo como mujer.

—Es tan relajante saber que por fin se ha acabado todo —dijo Filippo.
—Hemos ganado, amor mío —respondió Isabella.
—Bueno, quizá no hemos ganado del todo, pero nos merecemos una temporada de vacaciones —añadió Filippo.
—¿Por qué dices que no hemos ganado? —se sorprendió Isabella.
—Meterán en la cárcel al empleado corrupto, pero no han encontrado pruebas concluyentes contra los chinos. Todo lo que tienen es circunstancial —explicó Filippo.
—¿Y el transmisor que me dieron los chinos? —preguntó Isabella.
—No es buena idea entregarlo a la policía. No sabemos hasta qué punto la Isabella original está trabajando para ellos, y si les metemos presión, me da miedo que la Isabella original recupere su antiguo cuerpo —dijo Filippo.

Isabella estuvo de acuerdo en no arriesgarse a perder su cuerpo, pero insistió:
—¿Y qué hay del contacto del trabajador corrupto?
—No han podido localizarlo, ni tampoco a los asesinos del director de proyecto de la farmacéutica, del jefe del departamento de informática ni de la prostituta que se parecía a ti —respondió Filippo.
—Entonces, ¿los chinos no pagarán por estas tres muertes? —preguntó Isabella, desanimada.
—De momento no, pero este incidente seguro que ha llamado la atención de nuestros servicios de espionaje. Más adelante, estoy seguro de que habrá oportunidad de atrapar a los culpables —aseguró Filippo.
—¿Y qué han descubierto del intento de incriminar a tus padres? —preguntó Isabella.
—Nada útil. Tuvieron la mala suerte de ser víctimas de una sofisticada estafa de ingeniería social. Su móvil fue hackeado cuando siguieron un enlace trampa enviado por WhatsApp —explicó Filippo.
—Lo siento mucho por ellos —dijo Isabella con pesar.
—No te preocupes, estarán bien. Les conozco —respondió Filippo con confianza.

Después hablaron de cosas más alegres. Isabella quería que Filippo la llevara nuevamente a un restaurante romántico, como aquella primera noche que pasó como mujer y que tanto disfrutó con él. Lo que más deseaba era olvidarse de todos los problemas y vivir tranquila su amor por Filippo. Se puso el bikini y fue a buscar más bebidas; le encantaba sentir cómo su novio miraba sus nalgas.

Cuando ya tenía las bebidas en la mano y se disponía a regresar a la piscina, sintió el habitual mareo que siempre precedía a que la Isabella original tomara el control de su cuerpo. Antes de perder la consciencia, tuvo la certeza de que las cosas acababan de complicarse mucho.

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