Temporada 3 Capitulo 23

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Cuando Isabella ya estaba desnuda, el hombre se tomó su tiempo para disfrutar de su cuerpo. Ella estaba desesperada e incluso dispuesta a practicarle sexo oral, pero eso no fue necesario, porque de repente apareció otro hombre detrás de ellos y apuntó al trabajador corrupto. Al gritar "¡Policía, queda detenido!", Isabella sintió que despertaba de una larga pesadilla. Varios agentes más entraron a la habitación, e Isabella, entre lágrimas de alivio, comprendió que todo había terminado. Al darse cuenta de que seguía desnuda, se cubrió los pechos con una mano y su zona íntima con la otra, mientras uno de los policías le decía que ya podía vestirse.

Llevaron al trabajador corrupto detenido a la comisaría, y en otro coche también trasladaron a Isabella. Allí le tomaron declaración y, para su sorpresa, se encontró con los padres de Filippo. Le explicaron que, cuando desaparecieron las pruebas en su contra, la policía comenzó a investigarlos a fondo y descubrió que habían pagado a un mercenario del sector de la seguridad privada para que recuperara dichas pruebas. Aunque el mercenario ya se encontraba fuera del país, por ese motivo los habían detenido. Sin embargo, cuando recibieron una llamada anónima alertando de que algo ocurriría esa noche en el laboratorio, revisaron de nuevo todas las pruebas del caso y descubrieron que sus móviles estaban hackeados: alguien había intentado incriminarlos. A través de los registros, descubrieron que se habían realizado pagos al mercenario desde sus dispositivos, intentando simular que eran los padres quienes habían hecho el encargo.

Aunque aún quedaba por resolver el tema del asesinato, Isabella tuvo que esperar varias horas en la comisaría, hasta que el empleado corrupto confesó que su contacto le había solicitado su pase de seguridad horas antes del crimen. Isabella se vio obligada a improvisar una historia sobre cómo había sospechado que los chinos estaban detrás de todo: afirmó que una persona de rasgos asiáticos le había ofrecido una gran suma de dinero para espiar a su novio, pero que ella lo había rechazado. Aunque notaba las miradas de incredulidad de los agentes, la retuvieron varias horas hasta que recibieron una noticia sorprendente: el departamento de antivicio había informado de la desaparición de una prostituta con cierto parecido a Isabella. A través de las imágenes de las cámaras de seguridad, habían descubierto que la mujer, a quien se asemejaba mucho, había sido utilizada por los responsables del sabotaje para simular que Isabella era la culpable del asesinato. Filippo tenía razón en que, en el video, solo se veía a una mujer similar a Isabella de espaldas, y aunque él estaba seguro de que era ella, Isabella sabía que no podía ser cierto. Habría notado el ya habitual mareo que sentía antes de que la Isabella original tomara el control de su cuerpo.

Aún quedaban muchas cosas por investigar en ese caso, pero por el momento, la actuación decisiva de Isabella para desenmascarar al empleado corrupto le permitió demostrar a la policía que ella no estaba implicada en el sabotaje, y la dejaron ir, aunque debía comparecer al día siguiente en la comisaría. Cuando llegó al hotel, Filippo la esperaba muy preocupado. Después de besarse apasionadamente, Isabella le contó todo lo que había sucedido, se dio un baño relajante y, ya muy cansada por todo lo que había pasado y porque había estado casi toda la noche despierta, se durmió rápidamente.

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