33 LIVIA

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—¡ay por Dios! Su. ¿Cuándo llegaste? —el estómago abultado de mi amiga me abraza antes que sus mismos brazos.

Trago saliva por el pequeño detalle de que aún no llega mi periodo y ver a una embarazada delante de mí me hace cosas.

Sacudo el pensamiento y me concentro en Arya. Extrañé tanto a mi mejor amiga.

—¿qué pasa Su? ¿Por qué tienes esa cara triste? —olvide que hace mucho no me mostraba realmente a mi amiga. No sé si alguna vez lo hice.

—lo siento es que... ha pasado tanto —digo y es le turno de Arya de ponerse triste.

—lo supe, y no tienes idea de lo mucho que lo siento. —sus brazos me rodean y dejo que todo el recuerdo de los últimos meses me golpee.

—por qué no me dijiste nada, Su. Lo hiciste todo tú sola. No debías. —me consuela mi amiga. Pero niego con la cabeza.

—no estaba sola. —sorbo por la nariz y le sonrió a mi mejor amiga. —Aarón no me dejó sola en ningún momento. Él fue...

Me quedo callada al ver la enorme sonrisa en el rostro de Arya.

—lo amas, ¿verdad? —no puedo negarlo. Lo amo. Aarón es todo para mí.

—más de lo que creí poder amar alguna vez. —no tiene caso que lo siga escondiendo.

Terminamos de entrar en el departamento de Luca y nos instalamos en el sofá. El estómago de Arya parece que está a punto de explotar y su cara me dice que ya hizo suficiente esfuerzo por el día.

—entonces... —me pregunta después de tomarse un tiempo para acomodar su gran bulto. —ese viaje que hicieron... —creo que tendré que decirle todo desde el principio.

Tomó una respiración profunda y regreso a ese día.
—después de enterrar a mis padres descubrí que fui adoptada. —los ojos de Arya no parpadearon en lo que parecieron horas. —todo fue muy doloroso para mí, pero al mismo tiempo había un hombre buscándome. Dijo que era mi padre y que quería tenerme en su vida.

—¿solo así? —Arya se lleva la mano al estómago. No puedo soltarle todo de una, así que...

—si solo así. Resulta que el padre de Aarón conoció en su juventud a mi verdadero padre entonces, ese viaje que hicimos fue de hecho para encontrarme con él.

—no lo puedo creer Su. Es una locura. ¿Cómo estás? —es clara la conmoción de sentimientos que tiene en este momento.

—en este momento un poco confundida. Pero debo de confesar que me gustó conocer a Vito.

—¿Vito es tu padre? —asiento con la cabeza.

—sí, me contó cómo conoció a mi madre y cómo fue feliz con ella. Como me esperaban con mucha ilusión y... y también como la perdió el día que yo nací.

Arya se lleva la mano a la boca —amiga. No sé qué decirte. Esto es demasiado fuerte. —sé que lo es. Me encojo de hombros. Hay cosas que no se pueden cambiar.

—es lo que es. Pero ya no quiero hablar de mí. Por favor dime ¿cómo estás?

Arya no se queda conforme con eso. Sé que aún no le he contado ni la mitad de todo lo que ha pasado, pero es lo único que puedo compartir con ella por el momento. Me busco a tientas mi mano izquierda, donde ya ni siquiera puedo usar mi anillo. Porque ya no estoy casada. Mierda. De todo creo que eso es lo que más me duele.

—por favor. Lo necesito. —le digo y entonces suspira y me sonríe.

Pasamos toda la tarde juntas. Me habla de la llegada de su hija, que está a solo días de pasar. Me habla de lo mucho que ha cambiado Luca con ella y de lo muy enamorados que están. No podría desear nada mejor para ella. Tampoco la tuvo fácil y que ahora tenga todo lo que desea me hace desear algo parecido para mí y para Aarón.

Dulce NO tan Dulce Donde viven las historias. Descúbrelo ahora