34 AARON

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El grito de Valentina llegó primero.

Estábamos en mi departamento revisando contratos viejos que traje de la casa de mi padre. Necesitaba toda la información que pudiera encontrar sobre un tal Dante Russo, un antiguo socio de mi padre.

Cuando una llamada de Luca me llegó al mismo tiempo que alguien presionaba el timbre de la puerta. Incluso yo no podía todo al mismo tiempo. Así Valentina se ofreció a abrir la puerta de mi departamento por mí.

—Luca, ¿qué pasa? —lo siento, no es el mejor momento. Solo espero que no se trate de Arya yendo de emergencia al hospital.

No lo era. Era peor.

—amigo, ¿qué está pasando contigo? Encontré a tu mujer a punto de desmayarse afuera de una plaza por el sur de la ciudad. —mi ángel. Había salido tan molesto de su departamento hace dos días. Apenas y podía pensar con claridad.

Quería ir a buscarla esa misma noche, pero esta nueva información me mantuvo ocupado todo este tiempo. Incluso ignoré la llamada que su padre Vito me hizo.

No tengo idea de lo que planeaba al hacer que Mi ángel cambiara su nombre, pero estaba loco si cree que iba a conseguir quitarme a la mujer que amo. Una cosa es que no quiera competir por su atención con mi ángel, pero otra muy distinta que lo deje alejarla de mí.

Esperaba que no tuviéramos que llegar a eso, pero de ser necesario Vito iba a conocer lo Bianchi que hay en mí.

—¿estás seguro? ¿Ella está bien? —pregunté con el corazón acelerado y tan arrepentido de haberla dejado sola. Estaba haciendo lo mismo que en el pasado. Creer que es mejor cuando no la involucro en todo lo que es mi mierda de vida y la estaba dejando fuera. Maldita sea. Me di cuenta del error hasta hoy.

Por el suspiro del otro lado de la línea puedo adivinar que Luca está poniendo los ojos en blanco.
—me ofrecí para llevarla a su casa, pero dijo que tenía su carro a solo unas manzanas de ahí. —Luca hace una pausa. —amigo me preguntó por ti. Tuve que mentir y decir que no hable contigo esta misma mañana.

Maldita sea. Todo es mi jodida culpa.

—Gracias iré a buscarla en este mismo momento. —digo, pero el grito de Valentina me sobresalta y me hace correr a la puerta. —lo siento, tengo que colgar.

Antes de poder hacer eso, la voz de mi ángel resuena en toda la plata baja.

—aléjate de él maldita zorra.

Me quedo paralizado con el teléfono en la oreja.
—creo que ella te encontró primero. Ten cuidado, recuerda que es una loca. —no hay burla en la voz de Luca. Solo preocupación.

Con eso termina la llamada. Y encuentro a una Valentina empapada con su copa de vino y con el cabello revuelto. Cuando mis ojos se encuentran con los de mi ángel caído, miro pura decepción en sus ojos.

Mi pecho siente un dolor que nunca antes había sentido y me odio por eso.

—ángel, esto no es... —los labios de mi chica tiemblan de coraje y maldita sea, me quiero pegar un tiro en el maldito pecho.

—no, no lo es. Y yo tampoco soy, ¿no es así? —su voz tiembla más y más con cada palabra que sale de su boca. Mierda yo hice esto. —Nunca soy yo en realidad. No importa lo que tus palabras digan. No soy yo la que está a tu lado en tus momentos difíciles.

Mierda, tiene razón. La alejé. Cuando ella se disculpó por no poder dejar a su padre tan pronto y regresó a mí, seguí siendo yo el que la alejó.

—amor, te juro que... —las palabras se atoran en mi pecho.

—no soy tu amor. Ya ni siquiera estamos casados, ¿no es así? —sé que lo que viene a continuación me vas a destrozar y también sé que no puedo hacer nada para detenerlo. —adiós. Aarón.

Dulce NO tan Dulce Donde viven las historias. Descúbrelo ahora