Separando los labios suelto el alimento que hay en mis pulmones, mis manos vagan por sus brazos marcados, sintiendo la rugosidad de los pliegos de la camisa y cada fibra de sus músculos macros sobre mi palma tibia. Me pongo sobre las puntas de los pies —maldiciendo mi baja estatura— y lo beso, al principio se resiste pero después posa sus manos en mi cintura, apretando. Su lengua se adentra acariciando duramente la mía inexperta, dominandome hasta extraerme un gemido.
Cuando no queda una gota de aliento en mi ser me alejó arrastrando las manos por su torso hasta llegar al botón de su pantalón.
—¡Jimin! —exclama el profesor deteniéndome por los hombros —jimin, que crees que estás haciendo —expresa en tono serio. Sus cejas se fruncen, sus labios brillan rojizos por el beso.
Sufriendo un duro golpe de realidad me alejo rápidamente, cayendo de trasero sobre el suelo. Una de las manos me truena, pero eso es lo de menos.
Me apresuró a ponerme en pie, sin ser capaz de verlo a los ojos.
—Molto dispiaciuto, molto dispiaciuto profesor (lo siento mucho) —repito cuando el mundo a mi alrededor se vuelve a materializar.
—Está bien, creo que fue un error por parte de los dos —Se sube el cierre del pantalón y niega, acomodándose el cabello. —Pero no lo vuelvas a hacer, soy un hombre casado y aunque eres demasiado bonito y sexi… —hace una pausa, relamiendo sus labios —no soy gay, Jimin —oh por dios, no entiendo como llegué hasta esto… Quiero morir justo ahora. Remojo mis labios cubriendo mis ojos. El profesor suspira, suelta una risita divertida y vuelve a hablar —olvidemos este momento bochornoso —asiente, aun sin quitar las manos de mi cara lo oigo moverse en su oficina hasta que poco después me ofrece un vaso de agua —verás Jimin, a lo que me refería era a tu transferencia a la universidad de Cambridge, has hablado con tus padres, el tiempo vuela y cuando menos lo esperes estaremos a enero.
¿Cómo puede estar tan quitado de la pena? Yo siento que hice el peor oso de mi vida.
Cierro los ojos concentrándome de vuelta.
—No les he comentado a mis padres… Pero seguro firman —digo, tratando de sonar convincente. Me llevo el vaso de agua a los labios y acabo todo el líquido en un solo trago. Sentía la garganta seca y el corazón acelerado.
—Entonces, entregales esto —dice el profesor, extendiendo una carpeta hacia mí. —Me lo ha dado la directora para que lo firmen tus padres.
Tomó los papeles y les echó una ojeada. En ellos viene información de la universidad de Cambridge y un discurso sobre los beneficios que podría obtener al aceptar. Cierro la carpeta y me pongo en pie, sintiendo un peso en mi estómago. La idea de hablar con mis padres sobre esto me hace sentir nervioso. ¿Qué dirán? ¿Estáran de acuerdo con la idea de que vaya a estudiar a Cambridge? Tal vez ir arruinaría sus planes de matrimonio.
Suspiro profundamente, ladeando la cabeza en un gesto de frustración y confusión. De pronto el profesor Sebastiano frunce el ceño, su rostro reflejando preocupación y curiosidad. Se acerca a mí, estirando la mano como si quisiera tocarme, pero yo me alejo rápidamente, evitando su contacto. No quiero que me toque, no después de la falta que he cometido ante su persona, si él deseara afectarme, sólo bastaría que hable con la directora y mi expulsión de la universidad estaría más que efectuada.
—Lo siento, es solo que... ¿te has peleado? —pregunta el profesor, con un dejo de preocupación en su voz.
Me detengo abriendo los ojos, pasando saliva toco el área que señala el profesor. Me doy cuenta de que tengo un moretón en la mejilla, un recuerdo del golpe que me dio mi padre la tarde de ayer. Me siento avergonzado y enojado al mismo tiempo. ¿Por qué me pasan estas cosas?
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virginidad en subasta
Teen FictionAconsejado por el hermano de su mejor amigo Jimin decide subastar su virginidad al mejor postor en una app privada y popular, Prinsescort; donde los más ricos y depravados suelen pujar por una noche con algún jovencito desesperado por su situación e...