—Un gusto, chico guapo. Soy Catrina, está es Arabella, Hoseok y Jimin, nuestro pequeño héroe.
—¿Héroe? —pregunta el chico curioso mientras me da una mirada que no se descifrar y una sonrisa que podría derretir hasta el más frío témpano de hielo. Espabilando de su mirada intensa, doy una mirada de advertencia a mi amiga, pero ésta la ignora pasándola por donde no le da el sol, o eso creo.
—Verás querido Maxky, —esta vez empieza a hablar Arabella pasando su brazo por los hombros del chico mientras este con total confianza la toma por la cintura. —has de saber que en toda universidad hay un maestro buenorro que todas queremos follar… Pues este chico de aquí.
—Ya basta, dejen de molestar a Jimin —advierte Hoseok, sacudiendo la cabeza. Me toma de la mano tirando de esta hasta que adelantamos a las chicas, pero aun así puedo escuchar como le susurran al chico el resto del chisme.
Hoseok entrelaza nuestras manos, lo que me toma por sorpresa ya que no dejaba que nadie lo tomara de las manos a menos que fuera Taehyung, a veces era tan serio y aburrido, ya no era el Hoseok de nuestra infancia aquel que brillaba con luz propia; mamá solía decirme que Hoseok había madurado demasiado rápido después de que sus padres se divorciaron. Aun así, tenía la esperanza de que esa chispa volviera a él y mientras eso pasaba me sentiría afortunado de sentir su mano cálida contra la mía.
La plaza estaba llena de estudiantes, turistas y lugareños, todos disfrutando del ambiente animado y del clima otoñal que aún persistía. Las hojas de los árboles revoloteaban en el aire, llevadas por el viento que soplaba con fuerza, mi cabello se mecía, libre sin dirección.
Hoseok y yo seguíamos caminando por la plaza, disfrutando del sol y charlando sobre nuestras vacaciones, aunque no estaba seguro si tendríamos una este año.
—¿Has hablado con Tae? —pregunté, cuando ya no hubo más que decir.
—Me mandó un par de fotos de su excursión —respondió Hoseok, sonriendo. Conociendo a Tae seguro le mando alguna bobada. Pero yo sabía que no era eso lo que quería saber. —Sabes que no me refiero a eso, si no a lo otro —dije, mirándolo fijamente.
Hoseok bajó la mirada, pateó una pequeña piedra en el camino y negó con la cabeza.
—No quiero que nuestra amistad termine —murmuró , con la voz apagada.
—Habla con él, yo sé lo que te digo —le aliento, tratando de animarlo.
Después de un rato más de caminata, llegamos al café que solíamos frecuentar después de clases; en el corazón de Turín.
La fachada era de piedra tallada, con detalles ornamentales que reflejaban la arquitectura barroca de la ciudad. La puerta de madera oscura estaba adornada con un letrero de bronce que brillaba suavemente en la luz del sol.
Al entrar, Hoseok y yo nos encontramos en un espacio acogedor y elegante, con paredes revestidas de madera oscura y un techo alto con molduras de yeso. El suelo estaba cubierto de baldosas de mármol blanco y negro, que reflejaban la luz que entraba por las grandes ventanas que daban a la plaza.
La decoración del café era sofisticada y moderna, con mesas y sillas de diseño italiano y lámparas de araña que colgaban del techo. El aroma del café recién hecho y pasteles frescos llenaba el aire, y el sonido de la música clásica italiana se escuchaba suavemente en el fondo.
Entrando al lugar nos sentamos en una mesa —a esperar a los demás—, cerca de la ventana, desde donde podíamos ver la plaza Monferrato y la gente que pasaba por allí.
—Buon pomeriggio, (buenas tardes) —Saluda amablemente una de las chicas que atiende las mesas —Benvenutos al caffé al bicerin. Les dejo la carta para que vayan eligiendo.
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virginidad en subasta
Teen FictionAconsejado por el hermano de su mejor amigo Jimin decide subastar su virginidad al mejor postor en una app privada y popular, Prinsescort; donde los más ricos y depravados suelen pujar por una noche con algún jovencito desesperado por su situación e...