Capitolo cinque

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—Con un demonio, que me vuelves loco, Jimin, y no puedo soportar que te cases con mi hermana. No cuando ella no te merece. 

Pasó saliva, aún estupefacto ante lo sucedido. 

—Xavi… Yo… 

—No digas nada… puedes tomarte tu tiempo. 

Cerrando los ojos vuelve a acercarse, esta vez sus labios se posan con delicadeza sobre los míos. 

Su boca es cálida, suave con un ligero toque a chicle bubbaloo, su lengua explora mi boca con una pasión que me deja sin aliento. Me siento atrapado en su beso, incapaz de escapar. Y no quiero escapar. Quiero sentir más, quiero sentirlo todo. 

Subiendo las manos por sus brazos, las entrelazo en su cuello. 

Mi respiración se vuelve errática, y me siento tan caliente, incluso Xavi está duro. 

Pero no puedo continuar. 

Si dejo que siga explorando mi boca y sus manos continúen divagando por mi cuerpo a su antojo querrá algo más y no podremos seguir. 

—No —empujo con suavidad su pecho. —no podemos seguir. 

Salgo de su encierro abanicando mi rostro. La boca me hormiguea, y las piernas me tiemblan. 

—Es por tu matrimonio. 

Desvió la mirada. 

—No es eso. Es solo que… 

—Jimin… —toma mis manos, dejando tiernas caricias en los nudillos —escapa conmigo. No puedes casarte con Alexa porque ella… Ella… —cierra los ojos. Se cuanto quiere a su hermana, se preocupa por ella, aunque quizá está solo vea por sí misma. 

Tal vez si tuviera un hermano también trataría de hacer lo mejor para él o ella; aunque nunca lo sabré ya que mi madre no puede tener hijos, después de mí su matriz quedó infértil. 

—¿Ellaaa? —muevo la mano alentandolo a qué continúe. 

Suspira, pasa ambas manos por su cabeza y después por el rostro. 

—Está embarazada —suelta de repente. La noticia me cae como un cubetazo de agua fría. —Quieren que te acuestes con ella y después poder decir que tú la embarazaste. 

—Eso jamás va a pasar. No podría tocarla aunque la viera desnuda. 

—Lo sé. Solo un ciego no ve lo que eres realmente. 

Frunzo los labios sintiéndome repentinamente molestos. 

—No sé si sentirme ofendido o halagado, pero estoy seguro que no es un punto a mi favor. No eres nada bueno con las palabras Xavi. Anda, llevame a casa, la tarde está por caer y me espera una reprimenda, tenlo por seguro. 

[...] 

La tarde se despliega sobre las calles de Turín, a orillas del río Po, como un cuadro vivo de luz y sombra. El sol comienza a declinar, pintando el cielo de tonos anaranjados y rosados. Las estatuas emblemáticas de la ciudad, como la de Vittorio Emanuele II y la de Carlo Felice, parecen vigilantes silenciosos, mientras la gente camina por las aceras empedradas.

Los turinenses, elegantes y sofisticados, pasean por las calles, disfrutando de los últimos vestigios del clima cálido de otoño. Las mujeres llevan sombreros y zapatos de diseño, mientras los hombres lucen trajes impecables. Los niños juegan en las plazas, riendo y corriendo entre las fuentes y las estatuas.

En medio de este paisaje idílico, el coche de Xavi se desliza silenciosamente por las calles. Mientras yo a su lado llevo el rostro tenso y enojado, —ni siquiera me pude despedir de Ras o aclarar la situación—. 

virginidad en subastaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora