virginidad en subasta

Capitolo Dodici

La respuesta llega en menos de un segundo pareciera que el tipo estaba esperando xon el celular en la mano a que que le enviará un mensaje. 

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+1 408 846 1082

Tu pon el precio, y yo lo pagaré. 

4:01

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El corazón me da un vuelco al ver el nuevo mensaje en mi teléfono. Me siento como si hubiera sido golpeado por un rayo. Miro a todos lados en el último piso, asegurándome de que nadie me esté viendo, y corro hasta mi habitación, encerrándome con seguro.

Me dejo caer en la cama, mi cuerpo hundiensode ligeramente en el colchón, sintieto una mezcla de emociones sobre todo ese calor creciente ante lo que puede suceder, se que esto es un juego perverso, pero quiero intentarlo.

No debo hacerlo… Lo se, pero quiero. 

—Eres un idiota, Jimin —me digo. Ni siquiera yo mismo me entiendo. Soy un llorón que va por la vida lamentándose por lo que hace y no hace.

Me siento atrapado en una vida que no es la mía. Me siento obligado a cumplir con las expectativas de mis padres, pero no sé si eso es lo que realmente quiero. —No sé qué es lo que quiero realmente—. Pero seguro no es joder a mis padres. Quiero ser libre y poder tomar mis propias decisiones aunque mientras viva bajo el mismo techo que ellos soy preso de sus decisiones.

Siento un impulso de rebelión. 

Y aunque sé que esto es un error y posiblemente me perjudique en un futuro… 

—All'inferno, por lo menos una vez en mi vida haré lo que me plazca sin importarme nada. Si voy a arruinar mi vida mañana, por lo menos le sacaré todo el provecho que pueda.

Incorporandome sobre la cama, me saco la camisa arrojandola por los aires, un calambre me recorre desde el centro del abdomen hasta la punta del pene, es una sensación nueva una que podria tenerme suplicando de rodillas, tan deliciosamente mientras chupo una polla gorda. 

Sacudo la cabeza, siguiendo con los pantalones y el boxer, hasta quedar desnudo, muerdo mi labio caminando hacia el espejo de cuerpo completo que se encuentra detrás de la puerta del gigantesco closet empotrado que permane oculto en la pared, presiono un lado de la puerta y esta se abre reflejando mi cuerpo desnudo en el espejo. 

Mis ojos fijos en mi pecho lampiño, los pezones ligeramente rosados erectos y el abdomen plano y con curvas, cuando era mas joven solia avergonzarme de mi cuerpo, ya que las niñas decian que un niño no podia tener el cuerpo que yo tenia, entonces empece hacer ejercicio, me exigia bastante, y en vano, jamas gane masa muscular, incluso mis padres me sometieron a un tratamiento de hormonas masculinas pero mi cuerpo lo rechazo y casi muero. 

Ahora aceptaba mi cuerpo tal cual, y aunque siguiera importandome lo que las demas personas pensaran de mi, estaba bien conmigo mismo. 

Las manos me empiezan a temblar ligeramente conforme abro y cierro los cajones buscando la lencería de encaje que Tae me regaló; parece una ironía en este momento ya que creí que jamás las volvería a utilizar después de la sección de fotos. La había guardado como un recuerdo, pero ahora la estoy utilizando para algo que podría cambiar todo.

Me coloco lentamente la lencería, sin dejar de mirarme al espejo, es excitante sentir el rose suave de la tela delicada contra mi piel rojiza. 

—Ohh, ohh. 

Respiro por la boca, lento y constante, como si alguien me robara el aliento. Mi cuerpo vulnerable. Me miro en el espejo, sonrojado y un tanto agitado. Y por un momento, fugaz la lucidez vuelve a mi, y me pregunto si estoy haciendo lo correcto. Pero luego me recuerdo a mí mismo que esto es algo que quiero hacer, algo que necesito hacer.