No podía dejar de ver a mi padre de reojo ir y venir de un lado a otro en la cocina, mientras se bebía el vaso de licor en su mano y la volvía a rellenar una y otra vez cada que la terminaba.
Estaba en problemas, lo sabía, el motivo también lo sabía, lo que no sabía era cuál sería el castigo que me impondría mi padre. Tal vez me abofeteara hasta que las mejillas se me cayeran o le sangrara la mano. O tal vez estaba siendo muy extremista.
—Entonces, están listos para este fin de semana —dice mi madre dejando la revista sobre su regazo en una página marcada con un clip rosa.
Volteo a mirar a ambas mujeres quienes parecen ensimismadas en sus propios mundos donde las flores y decoración de boda es el tema principal.
Para estar en la ruina los Fiore, también estaban sacando sus últimos recursos para llevar a cabo esta farsa.
—Por supuesto, mi madre no deja de hablar de la nieve, los viñedos y lo acogedora que es su hacienda.
—La pasaremos muy bien, por favor llévate un lindo bikini, tenemos calefacción en la piscina.
—Oh… eh, eso es… Estupendo —sonríe nerviosa. Por inercia mis ojos van a parar a su barriga.
—No creo que Alexa deba nadar en la piscina madre, con las bajas temperaturas podría resfriarse.
—Tienes razón cariño, entonces ya tendremos muchas cosas por hacer.
—Por supuesto —dice Alexa tomando un sorbo de su té, y de nuevo ambas se sumergen en las páginas de las revistas de bodas, y debaten entre si la iglesias debería estar repleta de rosas blancas y rosas o rojas y blancas.
Estaba tan concentrado en su conversación que ni siquiera me percaté del estruendo en la cocina, hasta que una de las chicas nuevas de limpieza ya se encontraba atareada limpiando los vidrios del suelo y la isla.
Mi padre estaba de espaldas en el fregadero lavando sus manos. Y cuando se dio la vuelta sus ojos parecieron metrallearme.
—Jimin, ve a la oficina.
Sentenció mi padre, el tono que había utilizado fue demasiado suave para toda la rabia que ocultaba detrás de cada palabra dicha.
Mi madre me miraba desde su lugar, con una pena inmensa, como si se compadeciera de que fuera a mi fusilamiento. Le vi titubear, incluso su mano izquierda se había apretado en una página de la revista. Sus labios temblaron guardando tal vez una advertencia o una palabra de consuelo que no fue liberada.
En su lugar bajo la mirada y cambio de página.
Rendido ante mi destino trágico me puse en pie, pasando saliva para intentar calmar mi ansiedad. Las piernas me temblaban como gelatina antes de dar el primer paso, y sentí como mi corazón se saltaba latidos antes de empezar una frecuencia rápida que golpeaba en mi pecho con violencia. Ser llamado a la oficina de mi padre significaba que algo grave debía haber hecho, y mi imaginación comenzó a correr desbocada.
—Giuseppe —dijo mi madre en un tono de súplica, pero mi padre la ignoró, sirviéndose un vaso de licor hasta la mitad. Podía sentir su mirada clavada en mí mientras salía a tropezones de la sala rumbo a su oficina, sentía como mi cuerpo se paralizaba de miedo mientras me iba acercando a la oficina que parecía la gran boca del lobo.
Mi mente estaba llena de pensamientos negativos. Incluso había imaginado a mi padre deshaciéndose de mi cuerpo frío en algún barranco. El ambiente se sentía pesado, y yo presentía que mi padre lo sabía todo. Mi corazón latía con fuerza, una gota de sudor resbalaba por mi cien y mi respiración se volvía agitada.
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virginidad en subasta
Teen FictionAconsejado por el hermano de su mejor amigo Jimin decide subastar su virginidad al mejor postor en una app privada y popular, Prinsescort; donde los más ricos y depravados suelen pujar por una noche con algún jovencito desesperado por su situación e...