Capitolo diciannove

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Una vez que el avión se estabiliza en el aire, Auron se quita el cinturón de seguridad y se levanta de su asiento. Se acerca a mí con el botiquín de primeros auxilios en la mano. Me mira con una expresión de preocupación y comienza a revisarme el cuello y los brazos en busca de cualquier lesión que me haya causado el señor “Miel” que de miel no tiene nada, más bien, es como un dulce amargo, pero que terminas disfrutando de cualquier manera.

Sus dedos son suaves y delicados mientras me toca, y puedo sentir una sensación de calma y tranquilidad que me invade mientras me cuida. Después de un momento, comienza a aplicar algunos parches en las marcas que el señor Miel me dejó. Me duele un poco, pero Auron es gentil y cuidadoso, y trato de relajarme mientras me atiende.

Una vez que ha terminado de aplicar los parches, Auron toma una pequeña toalla y comienza a secarme el cabello. Sus manos se deslizan con suavidad por mi cabeza, dándome ligeros apretones que me hacen sentir cómodo y relajado. Me siento agradecido por su cuidado y su atención, y trato de disfrutar del momento, a pesar de la tensión y la ansiedad que siento por la situación en la que me encuentro.

—Porque no te has secado el cabello Jimin. Si lo dejas húmedo seguro enfermaras.
—Uhmm, bueno si estoy enfermo seguro podré faltar a la universidad —encojo los hombros.
—Esa no es una excusa… Por cierto, ese sujeto no deja de mirarnos —murmura.
Muevo solo un poco la cabeza hacia la izquierda y efectivamente, los ojos del señor Miel siguen puestos en nosotros.
—Creo que lo cautivaste —guiña. A lo que subo la mano por su pecho hasta llegar a su tetilla y dejar un pellizco que lo hace sisear.
—Son pareja —suelta de la nada después de un rato el señor Miel.
—No, no soy gay.
Eso suena como una ofensa, lo que me hace cruzar de brazos, como si ser gay fuera algo malo. O al menos así lo sentí.
—Tampoco lo soy —. Responde el señor Miel dándome una mirada indescriptible que me hace sentir realmente incómodo, incluso Auron se remueve a mi costado sintiendo el poder de esa mirada. Paso saliva, la piel me hormiguea, como si de nuevo estuviera tocándome.
—Auron es el hermano de mi mejor amigo.
—Pero te gusta.
—¡Que! Por supuesto que no, es como si fuera mi hermano mayor, eso es… —sacudo la cabeza. La sola idea parece descabellada.

El señor Miel se pone de pie, y su sonrisa se convierte en una expresión de diversión y superioridad. Se mueve con una confianza y una seguridad en sí mismo que es casi intimidante, como si fuera el dueño del mundo y todos los demás fueran simples peones en su juego.

—Señor —lo llamó, nervioso, jugueteo con los dedos sobre mi regazo —hará lo que le pedí.
—Ye te lo dije bambino, —se detiene junto a la botella de vino y, con un gesto casual, mete la tanga en su bolsillo del pantalón. Después, hace algo que nos deja a ambos boquiabiertos: lanza la botella de vino contra la puerta del fondo del avión.
El sonido del vidrio estrellándose contra la puerta es ensordecedor, una chica grita desde el fondo del avión. Los gemidos y los sonidos de placer que provenían de esa dirección se detienen de repente. —Yo no hago favores —dice girando hacia nosotros con una sonrisa de satisfacción, como si no acabara de aventar una botella de vino caro contra una puerta. Su actitud es desafiante y provocativa, y puedo sentir la tensión en el aire. —Deja de estarte follando a la señorita cabrón, y deja que venga a servirme un trago.

Grita molesto.
—No jodas hermano, justo cuando estoy por terminar —gruñe molesto el chico al otro lado de la puerta.
Auron mete todo de vuelta en el botiquín y lo deja sobre una de las mesas desplegadas.

—¿Qué acuerdo hiciste Jimin? —Su voz es baja.
—El dinero, quiero que lo invierta en la empresa de papá.
—Con la condición de hacer lo que yo le pida —su sonrisa se vuelve retorcida. —Incluso volver a follar.

Desvió la mirada evitando mirar a cualquiera de los dos.
Al fondo la puerta de la que creímos era una habitación se abre y sale una chica rubia de ojos azules quien se acomoda el vestido apresurada, se detiene delante del señor Miel y pide disculpas una y otra vez para después servirle su esperada bebida.

virginidad en subastaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora