Me desperté lentamente, sintiendo un dolor que parecía haberse apoderado de todo mi cuerpo. El trasero me punzaba como si hubiera tenido sexo, pero mi mente no recordaba nada de la noche anterior. Aunque no podía recordar los detalles, estaba seguro de que no había tenido nada que ver con ninguno de los dos hombres que habían estado cerca de mí, que al parecer eran jodidos hermanos.
Me removí quejándome del dolor, y al abrir los ojos me di cuenta de que no estaba en mi recamara. La habitación en la que me encontraba era simple pero bonita, con paredes de un color crema suave y muebles de madera oscura. La cama en la que yacía era grande y cómoda, con sábanas de algodón blanco y una manta ligera que parecía haber sido tejida a mano.
Pero lo que realmente llamó mi atención fue la impresionante vista al jardín que se podía ver a través de la gran ventana que ocupaba toda una pared de la habitación con un pequeño balcón. El jardín era un oasis de verde y color, con flores de todos los tamaños y colores, y un estanque de agua clara en el que se reflejaban los rayos del sol.
Me quedé un momento admirando la vista, pero pronto me di cuenta de que no estaba solo en la habitación. Me volví de nuevo y esta vez por poco solté un grito al ver a un pequeño de ojos azules quien me miraba con curiosidad. El niño no podía tener más de cinco años, y su rostro era una mezcla de inocencia y curiosidad. ¿De dónde había salido el pequeño? ¿Y si estaba ante la presencia de un fantasma? «No, eso es imposible» me respondo.
Así que simplemente me quedé ahí, tumbado de lado viendo la carita redonda y rosada del infante. Llevaba el cabello largo de enfrente y corto de atrás, algo como los cortes que estaban de moda en Asia, y sus ojos azules rasgados, trataban de mantenerse ocultos bajo un espeso fleco que los cubría.
—¡Hola! —salude. El pequeño siguió en silencio, ladeo la cabeza pero sus ojos no se alejaron de mi cara —¿cómo has llegado aquí?
Bueno, tal vez eso me lo debería preguntar él a mí pero en su lugar el pequeño continuó sin hablarme.
«Por cierto, donde se supone que estoy. Si mis padres se enteran que no estoy en casa, ¡oh dios, sarò un uomo morto!»
—Eres mi hermanito.
—¿Eh?
Ahora es mi turno de ladear la cabeza, su voz apenas había sido perceptible, era suave, hermosa e infantil. Había algo en el pequeño que me provocaba querer apretar sus mejillas rosadas y estrujarlo contra mi pecho, era demasiado lindo y tenia un angel enorme que te ganaba aun sin hablar con él.
—Te gustaría que fuera tu hermanito —le sonrió. Sus ojitos azules se iluminan, desvía la mirada y asiente avergonzado.
—Bien, entonces seré tu hermanito, me llamo Jimin ¿cual es tu nombre? —pregunté, esperando su respuesta.
Pero antes de que el niño pudiera responder, se oyó un gran ajetreo fuera de la habitación. Voces de mujeres desesperadas parecían buscar algo o a alguien. Me puse tenso, mirando al niño, quien parecía no haberse dado cuenta de lo que pasaba al otro lado de la puerta.
Le sonreí, estiré la mano, dejando una caricia en la suave mejilla rellenita del niño. Él inclinó la cabeza al contacto, como si amara aquel pequeño gesto.
—Qué lindo.
En ese momento, la puerta se abrió con brusquedad, y me hizo dar un salto. Pero el niño continuó sin moverse de su posición. Una mujer había entrado a la habitación, su rostro reflejaba alivio y preocupación antes de que su ceño se pronunciara y sus labios se arrugaran en notable molestia.
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virginidad en subasta
Roman pour AdolescentsAconsejado por el hermano de su mejor amigo Jimin decide subastar su virginidad al mejor postor en una app privada y popular, Prinsescort; donde los más ricos y depravados suelen pujar por una noche con algún jovencito desesperado por su situación e...